AEROLÍNEAS ARGENTINAS

El conflicto aeronáutico gremial y principios de justicia

Afirmó Luis Rizzi en la columna: "El gobierno no hizo hincapié en que Aerolíneas Argentinas está siendo financiada por los contribuyentes y que una parte de ellos son los peores ubicados en la sociedad y casi sin las posibilidades que brinda la “igualdad de oportunidades”. Recordemos que los pobres e indigentes también pagan impuestos aunque trabajen y vivan en la marginalidad."

El personal de Aerolíneas Argentinas, empresa subsidiada por el Estado, es decir por nosotros, los contribuyentes, está en situación de conflicto por una cuestión salarial.

Conviene aclarar que es una de las empresas que paga mejores salarios y si comparáramos con otras profesiones y oficios diría que su personal está en una situación de privilegio. Tampoco es su culpa.

Frente a esta realidad, tenemos que un argentino, cada tres, es pobre y dentro de ese 30 y pico por ciento de pobreza un 6% está en situación de indigencia.

El 40% de la población argentina no tiene agua. El 60% de la población argentina no tiene cloacas, según el médico pediatra y fundador de CONIN, Abel Albino.

El personal de pilotos de Aerolíneas Argentinas ha gozado durante un lapso de 11 meses de un porcentaje de salario “no remunerativo” con lo cual se eludía el pago de cargas sociales, en perjuicio del sistema previsional y ahora se pretende el respectivo “grossing up” para recuperar el privilegio ilegal.

El nivel gerencial también goza de muy buenas remuneraciones y según algunos comentarios los beneficios obtenidos por los gremios se trasladan, temprano o tarde, al personal fuera de convenio.

Esta seria en grandes trazos la situación actual.

Un comunicado firmado por cinco gremios, excepto la AAA (Asociación Argentina de Aeronavegantes), de fecha 13 de octubre dice en uno de sus párrafos: “Lamentablemente la Empresa ha adoptado una inusual postura, negándose a recomponer el salario de los trabajadores, ofreciendo pautas que se encuentran por debajo de los índices anunciados inclusive por el más optimista y oficialista de los medios de prensa gráfica, índices oficiales, o el de cualquier promedio homologado por el Ministerio de Trabajo”.

Recomponer el salario significa según noticias periodísticas, en lo esencial un incremento del 24%, para mantener su nivel real.

En un sistema económico normal, con variables razonables, el planteo no merecería discusión, más aún, sería justo.

La cuestión pasa cuando nos trasladamos a la Argentina de hoy y tomamos como referencia algunos aspectos de la realidad descriptos al inicio.

Como primera reflexión diría que el personal, parecería que quiere acomodar la realidad a sus necesidades intereses y pasiones ante una dirigencia de funcionarios públicos que son los responsables directos de haber llevado a las empresas a esta situación que llamé de privilegio, ya que es natural, que la perdida y disminución de beneficios y privilegios se considere como una injusticia real aunque no le sea.

No cabe duda que la mayor responsabilidad está en el Estado y los sucesivos gobiernos que finalmente, incluida la gestión de Isela Costantini, cedían a las pretensiones creyendo que de ese modo solucionaban el conflicto y a la vez hacían buena política gremial.

El jefe de Gabinete de Ministros dijo que el cambio vino para quedarse, pero parecería que este hombre confunde gordura con hinchazón o aserrín con pan rallado, lo que es más tóxico.

Para cambiar hay que iniciar un lento, difícil y paciente trabajo de persuasión y conversión cultural, pero esta tarea no se puede hacer confiando en la divina providencia ni la pueden hacer quienes como dijo Jorge Lanata en IDEA, teniendo tanto dinero fueron tan cobardes y pusilánimes, porque ese es el ejemplo que han legado, les guste o no, con algunas excepciones como la de Juan Jose Aranguren.

El otro ejemplo que supieron legar es el prebendismo y el espíritu ventajero que es lo que ni más ni menos reclaman la mayoría de los gremialistas. Se hicieron unos a otros a esa manera.

Esta tarea de cambio es propia de la política entendida como el arte de gobernar, no es una tarea para cualquiera.

La reforma gremial necesaria, en verdad antes que legal, debe ser una reforma cultural y unos y otros, gobierno, empresarios y sindicalistas deben entender que en el siglo XXI la justicia social se convirtió en justicia participativa. Esta quizás sea la conquista gremial a lograr en esta parte del siglo.

Es el modo de generar responsabilidades, mejor dicho como lo propuso Marcelo Aftalión en 1992, promover responsabilidad hacia el futuro, para generar el necesario espíritu emprendedor en cada uno, ya que hoy carecemos del sentido de la responsabilidad y obligación.

Hoy no solo el empresario debe ser “emprendedor continuo”, también lo debe ser cada uno de los trabajadores y para ello, de modo indirecto en las grandes empresas y quizás de modo más directo en las pymes, todos deben participar en la gestión, conocer los resultados obtenidos y en consecuencia tomar las decisiones pertinentes.

En el caso aeronáutico el gobierno no se guió por principios de justicia, sino por los malos resultados de su gestión económica incapaz de cumplir con las propias pautas de inflación o de pérdida de valor de la moneda.

El gobierno no hizo hincapié en que Aerolíneas Argentinas está siendo financiada por los contribuyentes y que una parte de ellos son los peores ubicados en la sociedad y casi sin las posibilidades que brinda la “igualdad de oportunidades”. Recordemos que los pobres e indigentes también pagan impuestos aunque trabajen y vivan en la marginalidad.

Según el óptimo de Pareto, reconocer íntegramente la pérdida de valor del salario a los que más ganan es empobrecer a los que menos tienen, lo que es una injusticia social que tiene al sindicalismo aeronáutico y al gobierno como partícipes necesarios.

Las partes no mostrarán virtud alguna manteniéndose en sus posiciones, la cosa no es ganar o empatar, sino “resolver”, por eso el gobierno carga con la mayor responsabilidad y en todo caso ambas partes tomaron a los usuarios como rehenes, recurriendo a golpes bajos propios de infantes como “el día de la madre” o el feriado largo que para los pobres solo existe en el almanaque.

Es probable que se necesaria una mediación seria o una profunda reflexión de las partes que es lo que ingenuamente pretendemos con esta nota.

Como decía mi tía abuela (QEPD) “no hay peor gestión que la que no se hace”.

Viene a cuento iterar un principio de justicia paradójicamente liberal, las desigualdades sociales deben ser conformadas de modo que sean ventajosas para todos, pero en especial a los menos aventajados.

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