INFLACIÓN DEL 20% Y AUMENTOS POSELECTORALES

"¡Oh! Y ahora, ¿quién podrá defenderme?"

La mesa chica económica de Mauricio Macri no para de festejar y hasta el arquitecto de la campaña Jaime Durán Barba se atrevió a identificarlo con la nueva izquierda. Vislumbra en el resultado de la elección de medio término que el ciudadano apoya convivir con una inflación estructural del 20% y que le sigan aumentando la cuenta sinfín durante el medio término siguiente. Desde el mismo lunes, las refinadoras situaron la nafta como la 2da más cara de la región y la cartera energética prepara dos nuevos incrementos en las facturas de la luz cuando en muchos casos se está en el medio de planes de pago y un 50% que le tiene reservado al gas. Guillo Dietrich amasa un ticket de transporte público único de $11. Y piden pista el monotributo, los peajes, la cuota de los créditos hipotecarios con cláusula UVA, y el elenco estable privado, como prepagas de salud, telefonía celular y siguen las firmas. En 2014 partió de este mundo el mexicano Roberto Gómez Bolaño, sin que su personaje Chespirito revelara, en el caso argentino, a quién se refería cuando la respuesta de su célebre frase: "¡Oh!, Y ahora, ¿quién podrá defenderme?" era un personaje de ficción: El Chapulín Colorado”.

Nada propio para festejar tiene en estos días el ciudadano común del país que cumplió con su deber cívico el domingo pasado (lo mismo que los que no votan) pero sí mucho de qué preocuparse, ante lo que se perfila como un mazazo al bolsillo: la serie de aumentos de los bienes y servicios regulados por el Estado y del impuesto del que los más débiles en la pirámide social menos se salvan, el inflacionario.

Desde temprano, en apenas las dos 1ras jornadas poselectorales, se empezó a desanudar el obsequio que aguardaba, incubándose, a que cayera el telón sobre el show montado por “la política” tras casi un año de permanencia de la obra en la cartelera.

Rompió el fuego el incremento del 10% promedio en los combustibles que dispararon las petroleras y sin hesitar el propio presidente Mauricio Macri salió a avalar, pese a que ubica el precio de la nafta en la Argentina por encima del de Chile y de Brasil, y queda como el 2do más caro de América Latina detrás de Uruguay. La nafta pasó de costar US$1,15 por litro promedio a US$1,28.

Entonado tras meses de permanencia “en el molde”, el Ministerio de Energía, a cargo de Juan José Aranguren, echó a volar las campanas para llamar a la audiencia pública formal, el 15 de noviembre, en el teatro de la Ribera, para que sea la antesala del aumento encima del 50% promedio, considerando el IVA, en la tarifa del gas que regirá en todo el país desde el 1 de diciembre, lo que sumaría 0,5 puntos al impuesto inflacionario que será colgado del árbol navideño.

El gobierno se siente con plafond electoral para ir despachando la batería de medidas que determinan una transfusión directa del ingreso desde los presupuestos de las personas físicas a los balances de las jurídicas y, dentro de éstas, como “los que parten, reparten y se quedan con la mejor parte”, las mejoras en las remuneraciones irán de los más a los menos.

De acuerdo con un informe difundido este martes 24/10 por la Universidad Torcuato Di Tella, basado en una encuesta que llevó a cabo antes del comicio, los argentinos asumimos que la inflación para los próximos 12 meses se mantendrá en 20%: en el último mes las expectativas aumentaron 2,6 puntos porcentuales respecto de la medición de septiembre de 2017, y se ubican en 27,7%.

Interesante cronología de la resignación releva el Centro de Investigación en Finanzas de esa casa de estudios: en los últimos 4 años, la mediana de la inflación esperada fue 20% en 9 meses, mayor a 20% en 39 meses y nunca menor a 20%.

La gran Del Potro

El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, hizo “la gran Del Potro” y salió disparado a la red a meterle un smash demoledor al approach que tiró la suba de las naftas del lunes (superior a la esperada, según admitieron), y detrás viene el correlato que tendrá en el resto de los precios de la economía, subiendo la tasa de referencia -el centro del corredor de pases a 7 días- 1,5 puntos porcentuales, hasta el 27,75%.

En un comunicado lo justificó: “Dados los shocks recientes, y la insuficiente velocidad de la desinflación, la autoridad monetaria concluyó que se requiere un sesgo más contractivo de su política”, explicó textualmente.

Los analistas financieros interpretan el incremento de la tasa de referencia que dispuso la institución de la calle Reconquista 266 como una señal de que le hará lugar dentro del torniquete monetario al listado de aumentos de tarifas que aún restan aplicar hasta diciembre y las negociaciones paritarias del próximo año, en busca de que la meta de inflación del orden del 10% para 2018 no se altere. En los próximos días se irá revelando mediante los rendimientos de las letras internas del BCRA en el mercado secundario y con la curva de Lebacs.

Del cuadro de situación que traza, BAE Negocios saca como conclusión que puede darse que si no se tocan los retornos de las Lebac, los bancos encuentren mayor incentivo para volver a colocar su dinero en pases y, a contramano de lo que ha venido sucediendo en los últimos meses, desarmen letras largas para migrar hacia ese mercado, lo que permitiría lentamente desarmar el abultado stock de Lebac -que ya supera el billón de pesos- sin generar impacto sobre la liquidez.

También espera que se produzca un desarme de posiciones en dólares por parte de entidades financieras, empresas e inversores y la cotización de la divisa estadounidense caiga en los próximos días, de modo que desacelerar el ritmo de suba de precios sería clave, además, “en medio del boom de demanda de créditos hipotecarios que indexan por inflación (UVAs) por parte- principalmente- de la clase media”.

O sea que las transferencias económicas a las empresas en curso no sólo mantienen elevado el impuesto inflacionario y empobrecen a los más pobres, sino que al recaer sobre la cláusula UVA de indexación de las hipotecas, ataca el corazón mismo del mecanismo del endeudamiento elegido por el gobierno para activar el consumo de bienes no durables.

El informe fiscal que brindó ayer mismo (24/10) el área de Hacienda, que refleja los movimientos de Tesorería de la etapa preelectoral, muestra que en 9 meses el gasto acumulado por el sector público sumó $1.688.532 millones, 27% más que los $1.331.088 millones del mismo período de 2016, pero la recaudación lo hizo más, al alcanzar $1.466.153 millones, 31 % por encima de los $1.121.499 millones de idéntico tramo del año previo.

Yendo a los cómo y los porqué, aparecen fuertes recortes en los subsidios económicos, con los de la energía como donde más se produjeron ahorros al sacar del erario público y transferir a los usuarios las mayores ganancias que el gobierno concedió a las empresas. Empezaron los combustibles, sigue la luz en noviembre y febrero, el gas en diciembre y el tren y el colectivo esperan turno apuntándole arriba del 70%, según estimaciones privadas.

El ministro del ramo, Guillo Dietrich, imagina un boleto polimodal para combinar trenes, subte y colectivo, con una tarifa base general que podría rondar los $11.

Detrás del gasto

La estructura del gasto hasta el 3er trimestre daba a las prestaciones sociales (39 % en comparación con el mismo lapso del 2016) y la inversión (33%) muy por arriba de la cuerda del IPC, mientras los subsidios, salarios y transferencias mostraban el verdadero rostro del ajuste por inflación, ya que registraron una suba del 12%.  

Pero el porcentaje más saliente que refleja el crecimiento de las erogaciones públicas es la consecuencia fiscal del mayor endeudamiento que eligió la administración Macri como eje de su modelo económico: por intereses se pagó 65% más en septiembre, que llevó el déficit financiero 4,5% arriba respecto el mismo mes del año pasado. En el acumulado, el aumento en el interanual de los primeros 9 meses de 2016 alcanzó 26,4%, coincidentemente la tasa anual de referencia que fija el BCRA, donde a través de las Lebacs se bicicletea y recicla deuda externa.

Pero para la tranquilidad de Macri los equipos de campaña de CFK quedaron en receso para el escrache, ya sin el interés electoral inmediato, acerca de cómo se transfiere a la población la desmesurada cosecha de créditos en moneda extranjera. En una de esas, el padre del lugarteniente de Sturzenegger en el Banco Central, Juan José Llach, tendría la oportunidad de relanzar el libro que escribiera hace 3 años con el ex vice de la institución, Martín Lagos, sobre Argentina, el país de las desmesuras, en el que alertaban que, si se sigue por el camino facilista y de excesos, el final de crisis sería recurrente.

Aunque desde entonces la Casa Rosada haya cambiado de moradores y la gente del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se jacte de haber “sobrecumplido en un punto la meta del 3,2% del PBI prevista para el 3er trimestre del año”, y vaticine un cierre del año “con ingresos creciendo unos 5 puntos por encima del gasto”, el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) les recuerda, para bajarles un poco los humos, que “el resultado primario (déficit) acumulado a septiembre, incluyendo entre los ingresos los recursos del blanqueo, ascendió al 2,16% del PIB” y que “sin esos ingresos extraordinarios fue del 2,52% del Producto”.

Pero en la mesa chica parecen estar cebados con los ingresos: “Este va a ser el primer año desde 2004 en que van a ser mayores que los gastos”, destacó el secretario de Hacienda, Rodrigo Pena, en la conferencia que ofreció junto con el jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Hacienda, Guido Sandleris.

Dan por sentado que seguirá la presión tributaria récord y más aún repartida “entre no todos los que somos sino los que estamos, para la AFIP”, sin reparar en que, más allá del resultado de la elección última, la caldera de los gastos bulle.

Y el agregado de los intereses del endeudamiento no es un dato menor, ya que lo que el administrador no cobra por impuestos, lo obtiene con inflación, previa transferencia al usuario de la ganancia de las energéticas y de la intermediación financiera, que supera largamente el 30% anual.

En cuanto a las facturas que se afronta en los hogares, hay que tener en cuenta que, según la información oficial, las tarifas de gas aumentaron un 202% promedio en octubre de 2016, a lo que se acumuló un alza del 22 al 36% desde abril de este año y ahora viene el otro saque tras la audiencia que engrosará las arcas de Metrogas y Gas Natural BAN, y luego de las distribuidoras del interior y para TGS y TGN.

El ministro de Energía, Juan José Aranguren, no se olvidó de la electricidad, que viene de un primer tarifazo de 42% que se aplicó a los hogares en la Ciudad y el conurbano bonaerense a principios de año, pero aún se sigue pagando en cuotas. Específicamente para los 4,7 millones de clientes de Edenor y Edesur les toca de nuevo en noviembre y queda otro para febrero.

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