CEREBROS CONECTADOS A MÁQUINAS

'Black mirror', un poroto: Milagros y dilemas éticos de la nueva fase de la IA

La conexión directa entre nuestro pensamiento y las máquinas -por muy de ciencia ficción que suene- está aquí. El mayor objetivo de quienes la investigan, por ahora, es que sirva como tecnología de asistencia a quienes padecen pérdida de control motor. Además, alrededor de 300.000 personas han logrado oír gracias a implantes cocleares que los ayudan a convertir el sonido en señales eléctricas y enviarlo al cerebro. Los descubrimientos milagrosos vienen acompañados de complejas preguntas. El filósofo Zizek advierte sobre el potencial riesgo que supone que la emisión de señales eléctricas pueda ser ejecutada a la manera inversa. Es decir, si podemos controlar las computadoras con el cerebro, ¿podrían nuestros pensamientos a la vez ser controlados? Otro dilema: Si un dispositivo del sistema BCI -que traduce las intenciones del usuario en comandos de control-, detecta un pensamiento y ejecuta una acción dañina, a pesar de que su usuario no hubiese actuado así por sí mismo, ¿podríamos decir que el usuario de dicho dispositivo es completamente responsable?

William Kochevar tiene parálisis de los hombros hacia abajo por un accidente que tuvo mientras hacía ciclismo. Sin embargo consigue alimentarse sólo, relata el semanario británico The Economist. Esta hazaña es en parte gracias a los electrodos que están implantados en su brazo derecho, que estimulan a los músculos. Pero la verdadera magia está más arriba: Kochevar controla su brazo usando el poder de su pensamiento. Su intención de hacer un movimiento es reflejada en la actividad neural de su corteza motora. Estas señales son detecatadas por implantes en su cerebro, y procesadas como comandas que activan los electrodos en sus brazos. "La habilidad para decodificar el pensamiento de esta manera puede sonar como ciencia ficción. Pero las interfaces cerebro-computadora (BCI, según sus siglas en inglés), tales como el sistema BrianGate usado por Kochevar, otorgan evidencia de que el control a partir de la mente puede funcionar", explica el semanario británico.

Los investigadores pueden saber qué palabras e imágenes las personas han oído o visto a partir de la actividad neural sola, apunta The Economist. La información también puede ser codificada y usada para estimular el cerebro. Alrededor de 300.000 personas tienen implantes cocleares, que los ayudan a escuchar al convertir el sonido en señales eléctricas y enviarlos al cerebro. Los científicos han "inyectado" datos a los cerebros de los monos, instruyéndolos a que desarrollen acciones a través de pulsos eléctricos. "Los emprendedores tienen la visión de un mundo en el que las personas podrán comunicarse telepáticamente, entre ellas y con las máquinas, o adquirir habilidades sobrehumanas, tales como oír a frecuencias muy altas", explica The Economist. 

Las BCI son dispositivos que miden las señales del cerebro y las traducen en comandos ejecutables con la ayuda de una máquina, tal como una computadora o una prótesis, explican Sasha Burwell y Eric Racine del blog BioMedCentral. Hay quienes han advertido sobre los peligros que acarrean a su vez estos avaces. El propio creador de Neuralink -una iniciativa para conectar el cerebro humano directamente con la computadora-, Elon Musk, considera que la inteligencia artificial es "una amenaza a la existencia de nuestra civilización". Y que si la humanidad quiere sobrevivir al advenimiento de la inteligencia artificial, necesita mejorarse.

Para el filósofo Slajov Zizek, si el vínculo directo entre nuestro cerebro y el espacio digital se convierte en una realidad, esto podría cambiar de manera fundamental cómo experimentamos el ser humanos, dado que hasta ahora, esto ha implicado un sentido mínimo de separación entre yo y el mundo exterior, que ahora se vería distorsionado. "¿Somos conscientes de que si esto se vuelve una realidad -este vínculo directo entre nuestro cerebro y el espacio digital- no seremos ya humanos? Porque ser humanos significa tener este sentido mínimo de separación entre yo en mi mente y la realidad fuera. ¿Quién sabe qué pasa cuando esta distancia cae?", se preguntó Zizek en entrevista con Russia Today. Por otro lado, Zizek advirtió sobre otro peligro potencial: si nuestros cerebros están directamente conectados al espacio digital, ¿podrían nuestros pensamientos en sí mismos ser controlados? "Lo que Elon Musk está proponiendo hacer, que es conectar nuestro cerebro directamente con computadoras, con el espacio digital (N de la R: se refiere a Neuralink), es una operación muy ambigua y potencialmente peligrosa. Los problemas no son sólo los económicos, empíricos y psicológicos que surgirán cuando nuestros cerebros estén conectados directamente con una computadora. No se trata sólo de que nosotros, los humanos, nos volveremos casi como Dios, todopoderosos (pienso en algo, la computadora lo lee, mueve un objeto, me volví como Dios porque mis pensamientos pueden cambiar la realidad), sino que va también en la dirección opuesta: mis pensamientos en sí mismos podrían ser controlados. Por lo que hay una gran cuestión económica, psicológica y política en esto: ¿Quién controlará esto?"

Zizek, quien es marxista, fue un paso más allá, imaginando un mundo donde la vieja división de clases de Karl Marx viraría digital: el mundo se repatiría entre aquellos que regulan los modos de control digital y aquellos que son controlados. Pero para Burwell y Racine, de cualquier manera, no debemos apresurarnos. "La BCi ha sido discutida en los medios, por el cine y la televisión de ciencia ficción. Algunas veces esta tecnología ha sido retratada de manera positiva, como la prótesis en Robocop. Otras perspectivas advierten cuán lejos podría ir esta tecnología, como el plug-in interface cerebral literal en The Matrix, o el juego en el episodio 'Playtest' de Black Mirror, que puede crear la peor pesadilla de una persona. A pesar de que estos ejemplos suenan muy futuristas, algunas compañías tienen objetivos de investigación que podrían ser salidos directo de una película de ciencia ficción: por ejemplo, la compañía Neuralin, de Elon Musk, planea crear implantes cerebrales para mejorar la memoria. La realidad actual de la BCI, sin embargo, es más limitada que la sugerida en estos retratos futuristas. Actualmente, el principal uso de la BCI que los investigadores persiguen, es como tecnología que asista a individuos con debilitadora pérdida de control motor, tal como la causada por la esclerosis lateral amiotrófica y la lesión de la médula espinal", explicaron Burwell y Racine.

Sin embargo, aclaran, la conexión directa entre nuestros cerebros y las computadoras despiertan importantes preguntas éticas. El rango de las preguntas va desde asuntos relacionados a la privacidad hasta la pérdida de la humanidad. Por mencionar una de las preguntas: "Quizás tenemos menos control sobre lo que pensamos que sobre nuestras acciones -muchos de nosotros hemos experimentado haber pensado algo y sin embargo refrenarnos de decirlo en voz alta-. Si un dispositivo BCI detecta el pensamiento y ejecuta una acción dañina, a pesar de que el usuario no hubiese actuado así normalmente por sí mismo, ¿podemos decir que el usuario del BCI es completamente responsable?", se preguntan Burwell y Racine.

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