UNA HELADA RECEPCIÓN

El pánico de los globalistas (Trump en Davos)

Tiempos difíciles y muy polémicos: USA, con Donald Trump, dejó atrás el libre comercio y la globalización, directrices que la China comunista arrebató para sí, y esto lo intenta explicar Rusia. Aquí algunas reflexiones que ayudan a conocer de qué trata todo esto, hallazgo y traducción de Hernando Kleimans:

MOSCÚ (Expert Online). Al Presidente estadounidense, Donald Trump, le espera en el Foro Económico Mundial (FEM) en Davos (Suiza), una helada recepción, según prevé la agencia Bloomberg.

El crecimiento de la economía global y los problemas en el comercio mundial serán las contradicciones principales de este encuentro, que la agencia atribuye a USA, y personalmente a mister Trump. Al mismo tiempo que China y, personalmente, el camarada Xi Jinping mantienen en alto su estandarte.

El surrealismo de los actuales debates sobre la globalización asombra: Donald Trump, presidente de la 1ra. economía del planeta Tierra, se pronuncia contra el libre comercio mientras que Xi Jinping, presidente de la China comunista, defiende el libre comercio del proteccionismo estadounidense.

El actual FEM es notable porque los líderes de las 2 economías mundiales más grandes, que brindan en total el 40% del PIB global, proponen al planeta visiones no sólo divergentes una de la otra, sino contrapuestas acerca del futuro del comercio mundial, de los flujos de capital y de la integración económica.

Los papeles claramente se han trastocado. Xi Jinping defendió la globalización por 1ra. vez en 2017 en Davos. Trascurrido 1 año, Beijing comenzó a plasmar en vida el grandioso proyecto del camarada Xi “Un cinturón, una ruta” (OBOR), cuya finalidad oficial es vincular a 3 continentes: Europa, Asia y África.

Tampoco Donald Trump traicionó sus promeses preelectorales. Durante el año pasado él logró salir de la Asociación Transpacífica (TPP) y del Convenio de París sobre el cambio climático.

También continuó amenazando con salirse del convenio nuclear con Irán, del convenio comercial con Corea del Sur y de la Zona Norteamericana de Libre Comercio (NAFTA).

De la zona de libre comercio entre América del Norte y Europa, el Presidente estadounidense no tiene que salirse con la suya porque, hasta ahora, ella no existe. Pero Trump también se hizo notar aquí: puso todo su empeño para que las negociaciones sobre este convenio fuesen congeladas.

Además de esto, mister Trump quiere aislarse de México con un muro. También varias veces se permitió escandalosas y provocadoras expresiones y twits.

“No corresponde subestimar las amenazas a la integración del comercio mundial –cita Bloomberg a Eswara Prasad, ex director de la sección china del FMI y actual profesor en la universidad de Cornell, en Nueva York-. La administración Trump insufla indeterminación en las reglas de juego que se relacionan con el comercio mundial”.

Los Estados Unidos retroceden en toda la línea del frente, cumpliendo con la estrategia de Trump, “Norteamérica por encima de todo” y sus posiciones de inmediato son ocupadas por el Imperio Celeste.

Es natural que la autoridad de China en la arena mundial crezca con esto. Los representantes chinos actualmente intentan con toda energía suscribir un nuevo acuerdo asiático para la zona de libre comercio en reemplazo del TPP y el OBOR ya comienza a cambiar el panorama en Asia, el continente que más dinámicamente se desarrolla en el planeta.

Xi Jinping, a diferencia de Trump, este año no vendrá a Davos. Los intereses de Beijing serán representados por su principal consejero económico.

Por supuesto, China pese a la defensa del libre comercio, puede ser remitida a una economía de mercado con una gran tolerancia.
Beijing subsidia los sectores retrasados de la industria e inundó los mercados mundiales con acero. Regula severamente el mercado de divisas del Imperio Celeste y en la economía y las financias chinas como siempre dominan las empresas y los bancos estatales.

La política de Trump, de salir de los convenios comerciales y económicos, permitió a Xi cambiar su imagen y convertirse en defensor de la globalización, es decir del orden existente.

El interés de China es comprensible: estos procesos en mayor o menor medida transcurren ahora bajo condiciones chinas.

Tomando todo esto en consideración a nadie le asombrará que en el FEM que se inaugura en Davos el 23/01 el tema central de discusión sea: “La creación del futuro común en un mundo dividido”. Se aguarda que en la discusión tomen parte el premier hindú Narendra Modi, el presidente francés Emanuel Makron y otros líderes mundiales.

Además, la aplastante mayoría incluso no se pronuncia tanto del lado de XI, cuanto contra el proteccionismo de Trump. Se espera también que en caso de que Ángela Merkel se presente en Davos habrá de intervenir haciendo frente común con los demás líeres contra el proteccionismo de Trump, quien arribará al Foro el último día.

Pese a las serias conmociones provocadas por la política de Donald Trump, la economía global continúa desarrollándose con seguridad. Creció también fuertemente el año pasado el volumen del comercio mundial. Según pronósticos del FMI, ascendió al 4,2%. Para comparar: en 2016 el comercio creció en un 2,4%. La OMC fijó entre octubre de 2016 y octubre de 2017 una disminución de las medidas proteccionistas.

Inclusive los aliados más estrechos de USA se niegan a seguir su ejemplo. Los acuerdos comerciales de la Unión Europea con Canadá y Japón, así como los intentos de hacer del TPP una organización que funciones inclusive sin Norteamérica, son indicativos de que la aplastante mayoría de países, incluyendo los desarrollados, continúa adherida a los principios de libre comercio.

Washington, entre tanto, observa detenidamente la importación china y las inversiones y se apresta a dictar tarifas para el acero y el aluminio. Es natural que esta medida esté dirigida, en primer lugar, contra China. El Imperio Celestial ahora es el principal protagonista de varias investigaciones en Norteamérica. Se trata de aparentes robos de propiedad intelectual llevados a cabo por compañías chinas y de sus intentos de obligar a las empresas occidentales a compartir tecnologías si desean trabajar en China.

Luego de la visita de Donald Trump a Beijing en el otoño del año pasado ambos líderes alabaron sus buenas relaciones pero por lo visto, el asunto no se movió más allá de las palabras. La competencia entre USA y China se experimenta en todos los ámbitos.

Pero, incluso, la guerra comercial entre ellos no ha sido suprimida del orden del día. Por el contrario, cada vez se torna más posible. Es suficiente decir que en la entrevista de diciembre con el The New York Times, Donald Trump declaró que sólo su deseo de utilizar a Beijing como auxiliar en la resolución de la amenaza nuclear de parte de Corea del Norte es lo que lo contiene de tomar duras medidas contra China en materia de comercio.

El fortalecimiento de la influencia de China en la arena internacional es evidente. Los EE.UU., por ejemplo, perdieron el título de principal socio comercial de América Latina, a la que en el curso de dos siglos la consideraron como su patio trasero.

Tal como es natural, ahora este título pasó a manos de China.

La excepción la constituye México, que continúa dependiendo fuertemente de USA, en parte en función del régimen de tarifas cero del NAFTA. Sin embargo Trump planea reescribir también el NAFTA, así como construir un muro en la frontera con México lo que, por supuesto, no puede reflejarse en las relaciones entre los dos países.

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