DE TRIACA A DÍAZ-GILLIGAN

Las nuevas formas de liderazgo y la soberbia sin causa

La Administración Macri tiene 2 talones de Aquiles: cuando la acusan de ser 'Gobierno de ricos', y cuando le encuentran o irregularidades o falta de transparencia o corrupción. En ambos casos, el liderazgo social que reclama entra en crisis, y ahí tambalea su credibilidad. Siempre intenta reaccionar tal como si no ocurriese nada pero, al menos, debería meditar sobre las consecuencias porque le está erosionando su base de sustento.

“…El liderazgo tradicional es una relación de poder. El líder sabe, decide y manda. Su rol no es equivocarse, ni aprender, ni escuchar, como hacen los que están debajo en la jerarquía, en su equipo, entre sus seguidores. Todo eso hoy suena a animal en extinción”.
Sonia Jalfin


Puede parecer un cuestión intrascendente pero los temas de gestión tiene que ver con todo, desde la política hasta la familia y lo que percibimos es, tal como dice la frase más arriba, que insistimos en un tipo de liderazgo que ya se extinguió o si continua vigente no sirve para nada.

En varias notas, y refiriéndome al caso de Aerolíneas Argentinas, he venido insistiendo en que se debe instaurar un modelo de gestión diferente con participación del personal ya que lo que se debe buscar, como dice Sonia Jalfin, una verdadera intelectual, “…es que las decisiones respondan a las necesidades de la organización -plasmadas en los roles- y no a las preferencias personales o el ego. A la vez, en lugar de pedir permiso para actuar, las personas tienen libertad para elegir el camino que los ayude a cumplir su rol, lo cual promueve la innovación”, lo opuesto a lo que piensa Mario Dell’Acqua, presidente de Aerolíneas Argentinas (sic) que cree que el enojo es un modelo de gestión.

Insisto con esto porque gente asi no puedo permanecer en el gobierno, sin poner en duda que debe ser una excelente persona, del mismo modo que hay ministros que se deberían haber ido por propia vergüenza, tal como Jorge Triaca o este Valentín Díaz-Gilligan, que apareció con depósitos en Andorra, que dijo que ese dinero pertenecería a una persona, 'Paco' Casal, que no podía justificar la tenencia de esa cantidad de dinero (sic).

Esa declaración es suficiente muestra de su ética y moral y no puede ser funcionario de un gobierno que se presenta como paladín de la transparencia.

Menciono estos casos porque creo que reflejan las contradicciones de un gobierno que pretende ser distinto y al final chapalea sumergido en las “patéticas miserabilidades”, tal como podría decir algún radical de la vieja alcurnia.

En todo caso el liderazgo que necesitamos es otro tipo que no responde a patrones sicológicos de personas neuróticas sino que tienen capacidad y vocación para escuchar, convencer, aprender, equivocarse, ser transparentes y abiertos, cooperar, ser críticos del statu-quo e irreverentes, como dice Mercedes de la Fuente.

Hoy se lidera desde el llano, desde la persuasión y el mutuo convencimiento.

El gobierno perdió una oportunidad, el llamado 'retiro espiritual' debió haberse trasmitido por televisión para que la gente conozca cómo trabaja el gobierno y poder calificarlo para tenerlo presente en la próxima elección.

Pero optaron por el ocultismo como si se tratara de esos viejos retiros que hacíamos los jóvenes para convencernos de las bondades de la castidad por lo menos hasta llegar al matrimonio, que en los hechos significaba una represión a la vocación sexual de la persona, que luego se practicaba en la clandestinidad. Viejas hipocresías en las que hemos caído más de uno.

Ya criticamos el manual del buen funcionario, otra idiotez, que quiero suponer ya pasó al olvido.

Es triste ver cómo este gobierno tiene también “una maravillosa juventud” que no disparara tiros pero que muestra una peligrosa senilidad cultural que trae a colación la famosa reflexión de Alberto Einstein, haciendo lo mismo, es de idiotas esperar resultados diferentes.

Esto lo llamaría “soberbia sin causa”.

Esto es Cambiemos hasta el 17 de febrero de 2018, macripardismo, de buenas intenciones, eso no lo pongo en duda. Pero tampoco pongo en duda que con las buenas intenciones no basta, aunque en el exterior lo ponderen, más por cortesía que por convicción.

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