EL PERONISMO REPASA SUS LIDERAZGOS

Reinstalando a De la Sota

Si el peronismo se plantea realmente la unidad como hipótesis de trabajo, ¿quiénes son sus líderes que pueden ofrecer alguna garantía a todos? Es interesante el rescate de José Manuel De la Sota que hizo el avezado periodista Roberto García en el bisemanario Perfil.

La unidad del peronismo no es sencilla de conseguir. Pero está claro ya que ni Juan Manuel Urtubey ni Sergio Massa se encuentran en condiciones de ofrecerla. Tampoco Cristina Fernández de Kirchner, quien además se marchó del PJ rumbo a su propia fuerza partidaria, Unidad Ciudadana, convencida de que igual puede contar con mucho votantes justicialistas.

Mucho se habla del sanjuanino Sergio Uñac, pero él mismo considera que su lanzamiento a las lides nacionales será en 2023. Acerca del entrerriano Gustavo Bordet, que viene de una derrota territorial en 2017, habrá que ver cómo resiste la ofensiva provincial de Cambiemos que acaba de prometer Rogelio Frigerio.

Juan Schiaretti carece de relevancia fuera de Córdoba, y además es tan 'macrista' como Urtubey: no pueden ofrecer contrapeso con Cambiemos.

Ni el sindicalismo ni la juventud ni la 'rama femenina' ni los intendentes del Gran Buenos Aires tienen alguna figura importante, de alcance nacional, para ofrecer.

En este escenario, el periodista Roberto García rescató la figura de José Manuel De la Sota, fuera de escena por decisión propia desde 2015, pero con anhelos de regresar, dejar el diseño y comercio de su marca de indumentaria 'El Hombre', en la ciudad de Río Cuarto, mientras acumula críticas a Mauricio Macri, y avizora la reorganización del espacio hoy desmembrado. Además, ¿quién puede explicarle el peronismo a De la Sota?

Él incursionó en la sociedad con Massa, quien lo derrotó en elecciones PASO, pero luego Massa inició un derrumbe que se profundizó en 2017.

Aquí algunos fragmentos del comentario de García:

"Vuelvo después de Carnaval. Y empiezo”. Esa frase pertenece a José Manuel de la Sota antes de irse de vacaciones a Brasil, como siempre, y alude a resucitar una vieja e incumplida asignatura de su profesión: la candidatura presidencial.

Varias veces merodeó ese sueño, pero nunca prosperó: lo deglutió primero Menem, Duhalde después. Al riojano pensaba heredarlo –le estimuló la frustrada re-re con un fallo judicial desde su provincia–, y al otro nunca pudo convencerlo de su fidelidad cordobesa, a tal punto que el bonaerense se inclinó por alguien presuntamente más fiel, Kirchner. Una suma de inteligencias.

Entonces, De la Sota presumía de un capital político, el distrito de Córdoba. Pero no le alcanzó ni para la interna peronista. Ahora, con menos expectativas en las encuestas y sin ese baluarte físico provincial (en manos de Schiaretti, quien se presenta como el mejor del colegio para ser el compañero de Macri en 2019), su propósito se vuelve más temerario. Pero, a su favor, dispone de una anomalía partidaria: el peronismo carece de un líder, se ha fragmentado hasta la disolución y los muertos vivos registrados integran un tren fantasma (basta ver la última fotografía de los referentes que se cuelgan de las faldas de Cristina). Cree el cordobés, a los 68 años, que hay agua en la piscina y que a él, por lo menos, le queda un cartucho. El último.

De la Sota no estaba en los cálculos, despierta poca atención: antes de la holganza hizo algunos contactos para promover una lista, impulsó el Peronismo Plural –un utópico programa de gobierno a veinte años–, mudó a Santiago Montoya de tributarista a vocero político, formalizó sondeos con Julián Domínguez y Daniel Arroyo, y por si fuera poco, hasta instaló un negocio de ropa en el cual es su propio mannequin. La pasarela atrae. De anteriores relaciones, De la Sota conserva trato con Massa –siempre y cuando éste supere sus bajones anímicos– y destrato con Schiaretti, al que objeta no tanto por su sometimiento a Macri sino por convertir a la provincia en una sometida de la Casa Rosada. Nunca se llevó bien con el sindicalismo, y los gobernadores tal vez afines son de otra generación. El resto de las amistades dependerá de las encuestas, de su manejo, pago y control. El ex tres veces gobernador de Córdoba habrá de alterar su cronograma de campaña: mover pronto las fichas que tenía congeladas para después del Mundial de Fútbol en Rusia. Quizás hable luego de la marcha del 21, según el resultado. Ocurre que se precipitó la avidez en la oposición para 2019 y el granítico dolmen macrista de esa fecha comenzó a deteriorarse en menos de dos meses. Y, como suele ocurrir, al futuro no lo forja uno, sino los otros. De la Sota dixit. (...)".

La descripción de García es apropiada. La posibilidad es cierta. Habrá que observar cómo sigue su trayectoria 'el Gallego' cordobés.

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