LA VERA HISTORIA CIRCULAR DE LA ECONOMÍA M

De los brotes verdes de Prat Gay al magro espejismo de Dujovne

2018, como lo fue 2016, son años no electorales y, por lo tanto, disocian de un efectivo pronunciamiento en las urnas la interpretación espontánea que va dando la sociedad a los resultados de la gestión. El gobierno, en ambas instancias, realiza las propias proyecciones adecuadas a sus anhelos, más allá de los datos objetivos que le devuelve la realidad. Así como en el 1er año comunicaba signos de reactivación productiva en algunos sectores que las estadísticas no convalidaban, en el actual rellano hacia la definición del próximo mandato presidencial, le transmite a la sociedad que “lo peor ya pasó” y pronostica un 2do semestre up. Pero como la inflación no baja como fuera prometido, y ni siquiera apunta a cubrir el recálculo en alza que habían hecho en diciembre, el viento social le pega en contra. Aunque la jefa del FMI, Christine Legarde, haya avalado un derrame por goteo de la macroeconomía al reivindicarlo como un estilo de ajuste digerible, los hombres de negocios, más pragmáticos, observan que la inflación corrige en alza sin miras de ser metida en caja, porque: -se vienen las paritarias, -el serrucho del dólar va derechito a precios, lo mismo que los incrementos de tarifas, que el ministro Juan José Aranguren anunció que les bajaría un cambio. Ante ese panorama, los 800 empleadores relevados por ManpowerGroup en el país transmitieron expectativas de empleo desaceleradas en el 2do trimestre que se inicia dentro de dos semanas.

La historia de los brotes verdes del primer tramo de gestión del gobierno de Mauricio Macri se torna circular en este 2do medio término iniciado en 2018, aunque la expectativa se desplazó de indicios de una eventual recuperación de algunos sectores de la producción nacional de aquel momento, como propagaba el ex ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, luego exonerado, a proyecciones de que el gradualismo de reducción fiscal aplicado por su sucesor, Nicolás Dujovne, avalado por el FMI, empezará a hacer sentir sus efectos en la economía hacia la 2da. mitad del año.

Igual que al principio, la administración macrista retomó la idea de que en cuanto se terminen de reacomodar tras la devaluación y lo que queda de los tarifazos, se notará el derrame, o más bien el goteo, de las variables macroeconómicas en el día a día de la microeconomía, y en consecuencia sus efectos se harán sentir en la calle cuando la ciudadanía tenga que emitir el voto: en 2017 como en 2019.

El tránsito, en la anterior instancia preelectoral como en la actual, es incierto y paradójico, porque pone de los pelos a los analistas más ortodoxos, con Javier Milei como abanderado, que descreen de los resultados a corto plazo que imagina la Casa Rosada en torno de una baja de la inflación: temen que se haya acabado el tiempo político de esta experiencia promercado y asome el fantasma del populismo. Ayer de la mano del retorno de Cristina Fernández de Kirchner y hoy con la forma que encarne un hipotético escarmiento que la sociedad pueda decidir contra Macri, como antes lo asumiera él frente al hastío que había incubado su antecesora.

Y de ahí para atrás, se podría continuar un degradé revisionista de la novel democracia, con el común denominador de los sucesivos play out que, a su turno, Fernando de la Rúa, Carlos Menem y el propio Raúl Alfonsín disputaron con la sociedad. Ninguno sobrevivió a la inexorable descalificación electoral, aunque en el caso de la Alianza la crisis del 2001 detonó antes de término e institucionalmente se consumó en el Congreso.

Contra lo que podría suponerse viniendo de un organismo famoso por impulsar duros ajustes, la directora gerenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, a su paso por Buenos Aires avaló la política oficial de no atacar “de manera frontal y brutalmente” el déficit fiscal , sino hacerlo con “el transcurso del tiempo y la capacidad de la sociedad argentina”.

Las últimas encuestas reflejan un malhumor creciente contra el macrismo, que en muchos casos se convirtió en decepción y, si ésta crece, podría ser irreversible en las urnas. Ni lo peor pasó en la agresión de los tarifazos a las economías hogareñas, ni la actualización del atraso cambiario mediante el confuso sistema de devaluaciones fluctuantes que, en un país altamente dolarizado como el nuestro, van derechito a precios y acompañan al serrucho volviendo atrás.

Estadísticas objetivas versus proyecciones subjetivas

El Banco Central, con la justificación del freno a la baja de las tasas, y el propio INdEC con la explicación de que los insumos importados influyen fuertemente en la denominada inflación mayorista, brindaron el reconocimiento oficial que el 4,8% que subió ese indicador en febrero no fue “un amor de noche de verano”, sino que fue más de lo mismo en la acumulación de casi 10% que lleva en el año.

El ex ministro de Economía del kirchnerismo, Axel Kicillof, le hubiera ahorrado este dolor de cabeza a la mesa chica de la economía que dirige la Jefatura de Gabinete si les hubiese contado que en 2014, con cepo incluido, devaluó 16% en 2 días, con lo que anualmente llegó a 31%. Recibió de contragolpe un pico inflacionario del 38,5% que convirtió al remedio peor que la enfermedad, como la historia de las devaluaciones en Argentina lo corrobora.

El expertise inflacionario  nacional es tan agudo que todos los que vivimos acá sabemos que una alteración del tipo de cambio entraña una aguda transferencia de ingresos dentro de la sociedad, que siembra pocos pero poderosos ganadores y muchos perdedores. Entre éstos últimos, sobresalen los que tienen más expuesta la capacidad adquisitiva de los salarios y retribuciones inelásticas para correr de atrás los aumentos, o sea, la mayor parte de la población.

Habría que estar dentro de los zapatos de la ciudadanía para ver cómo mella el ánimo en cada intimidad este método de calibrar macroeconómicamente un ajuste sin fin, ni resultados tangibles que contagien optimismo a la ciudadanía. Las mediciones del consumo y sus modestísimas proyecciones son elocuentes en cuanto a que la reacción generalizada de la gente, salvo en el caso de privilegiadas minorías (los ricos), ha sido sentarse arriba delsus gastos.  

Las empresas también cajonearon los planes de inversión, a la espera de ver qué sucederá con la economía, mientras las que menos tienen excedentes se entretienen bicicleteándolos en el circuito financiero.

Hasta en los rangos profesionales o especializados donde las empresas toman o ejecutan decisiones se nota a partir del verano que la Expectativa Neta de Empleo (ENE) para el 2do trimestre de 2018 representa una disminución de un punto porcentual respecto del anterior, aunque un incremento de igual magnitud, en comparación con el mismo período del año pasado, conforme al tradicional estudio que realiza ManpowerGroup y comprende a posiciones no contempladas en los convenios colectivos.

“Los resultados avalan un momento de moderación entre los empleadores, que si bien no prevén movimientos significativos en el corto plazo, muestran cierta estabilidad con leves mejorías en los últimos 2 años. Además, aún persiste una mayoría (80%) que no pronostica cambios en sus dotaciones”, reconoce Fernando Podestá, vicepresidente y director nacional de Operaciones de ManpowerGroup Argentina.

El reporte revela, a través de las búsquedas laborales, otras pistas de lo que en realidad está ocurriendo en la cocina de la economía privada: las intenciones de contratación más fuertes se registran en Finanzas, Seguros & Bienes Raíces y Administración Pública & Educación, que casi duplican a la media, mientras los prestadores de servicios son los que, de lejos, menos personal demandan para el trimestre venidero.

A su vez, se muestran intenciones optimistas para el sector de la Construcción, con una ENE de +9%; y los sectores de Manufacturas y de Transportes y Servicios Públicos -ambos con una ENE de +7%.

Las tendencias de contratación más moderadas se anticipan en Servicios, con una ENE de +1%, que mantiene en consecuencia los 2 puntos interanuales resignados.

En el desagregado regional se advierte la incidencia que tiene en marzo el comienzo del año agronómico, ya que la zona Pampeana brinda las mejores perspectivas, con una ENE de +14%, mientras que, en el otro extremo, Cuyo se aparece estable, con +1%. Del NEA aparecen las únicas señales de expectativa negativa de contratación, con -4%, a pesar de que el norte tenga dos pronósticos diferentes, según provengan del oeste, que prevé una mejora de 5 puntos en el trimestre abril-junio, o desde el este, que acusa 10 puntos de retroceso.

AMBA, Patagonia y Pampeana no muestran variaciones de consideración y en Cuyo se detecta una leve disminución de 2 puntos.

En cambio, según surge de la comparación de los actuales valores con el trimestre anterior,  los planes de contratación disminuyeron en 6 de los 9 sectores. La merma más notable ha sido en la Construcción, en donde las expectativas caen por 8 puntos.

En cuanto a los sectores de Finanzas, Seguros y Bienes Raíces y Manufacturas, el recorte es de 5 y 3 puntos porcentuales anuales, respectivamente.

Por su parte, las intenciones de contratación mejoran en Transportes y Servicios Públicos por 6 puntos porcentuales mientras que hacen lo propio por 3 puntos en el sector de Administración Pública y Educación.

La débil radiografía de las expectativas en el país, junto a la de  Colombia y Panamá, contrasta con las perspectivas positivas que reporta el resto de los encuestados en las Américas: Estados Unidos y Canadá prevén los niveles de contratación más fuertes.

A nivel global, los empleadores de Hungría, Japón, Taiwán y Turquía superan inclusive esas expectativas continentales.

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