DIARIO DE CARACAS

Recorrer los super para llegar a casa sin comida y muertos de hambre

Es inaudito que un país tan rico como Venezuela, por sus recursos naturales y tierras fértiles, esté pasando por una grave situación económica, al punto que sus connacionales no tienen alimentos que llevarse a la boca para alimentarse. Muchos comparan la dantesca situación de escasez de alimentos y medicinas en el país con escenarios similares ocurridos en naciones como Haití y Etiopía.

La vida en la Revolución bolivariana-

CARACAS. Levantarse a las 3 de la madrugada a diario es costumbre para Doris Pernalete, una ama de casa de 45 años que vive en una populosa barriada de Caracas. Alista a los niños para que su esposo los lleve a la escuela antes de ir a trabajar.

Baja en los jeeps desde una de las zonas más altas del barrio donde reside hasta la avenida Francisco de Miranda, con el fin de tomar un autobús que la lleve a las localidades de clase media para hacer una larga y “eterna” cola a ver si tiene suerte y adquiere algún alimento “a precio accesible”.

A esta familia la crisis económica del país la golpea fuertemente. “Mi esposo y yo comemos una vez al día. Tratamos en lo posible de que los niños puedan comer un poco más que nosotros. La mayor parte del tiempo no le damos carne ni pollo porque son caros y no nos da el bolsillo”, contó.

Esta mujer dejó de trabajar para “pescar” en los diferentes establecimientos algún kilo de arroz, pasta o harina precocida. “Esto nunca se vio, mi esposo ha bajado 6 kilos y yo cuatro”, reveló.

Su esposo es obrero en una construcción de lunes a viernes, gana salario mínimo, Bolívares (Bs.) 392.546, (lo que equivale a US$ 1,73 calculado al mercado paralelo).

Visitando un supermercado en Venezuela

Doris no pierde la esperanza de poder adquirir algo, pues ha pasado hasta 48 horas en una fila a la espera de que llegue el camión que distribuye los productos: “No importa lo que sea, hago la cola porque no puedo comprar bachaqueado, no tengo plata (dinero) para pagar esos precios locos”.

En algunas oportunidades ha corrido con suerte, pues ha salido con un solo producto del supermercado. “Este Gobierno nos está matando de hambre”, reprochó esta venezolana que padece las necesidades de la mayoría de los ciudadanos.

“Lo que gana mi marido en un mes, se va en una sola compra: Un paquete de pasta de un kilo costó 113.000 bolívares y un kilo de arroz fueron Bs. 85.000. Ya no sabemos lo que es la carne, ese es un alimento que ni creo que los ricos coman ahora, solo los del Gobierno porque tienen plata”, enfatizó.

Visitando un supermercado en Venezuela (Enero 2018) Comiendo con US$ 1

La situación es peor en el interior del país

Reinaldo Mejía, de 38 años de edad y profesión albañil, se vino desde Cumaná hasta Caracas “a ver si conseguía comida. En el interior del país es catastrófico, la gente protesta y el Gobierno nos ignora. Estamos desamparados y sin un bocado”.

Este hombre lo poco que puede comprar, se lo envía a su familia a su pueblo natal. “He dormido a las afueras de los supermercados esperando que lleguen los camiones que despachan los alimentos. Muchas veces no vienen y cuando llega uno, rezo porque alcance para todos, porque se vuelve un desastre cuando los bachaqueros intentan colearse para adquirir el producto para luego revenderlo”.

Indicó que en cientos de oportunidades ha recorrido tantos supermercados que ha llegado a la pensión donde vive, en La Candelaria, en Caracas, sin nada en las manos. “Muchas veces he llorado, aunque no me crea, porque he pasado hambre”, precisó.

“Si no fuese por la caridad de algunas personas a las que les hago algunos trabajos en la capital, que me ofrecen un pancito o un trozo de torta, además de pagarme el trabajo, estaría más desnutrido”, dijo al tiempo que confesó que en su casa en oriente tienen más de año y medio que no saben lo que es pescado, carne ni siquiera pollo que “era más barato, pero ahora es inaccesible”.

Mejía repudió que los representantes del Gobierno aseveren que Venezuela tiene comida para alimentar tres países. “Entonces, le habrán mandando toda la comida a esas naciones y se olvidaron que aquí hay necesidad y hambre”, puntualizó con tono de molestia e indignación.

Visitando un supermercado en Venezuela

¿Trabajar o hacer colas?

Rosmely García, de 51 años, trabajaba en el departamento de mantenimiento de un consultorio médico en Caracas, pues desde enero de 2018 dejó de ir trabajar seguido porque no podía hacer filas a las afueras de los supermercados para comprar alimentos.

“Este Gobierno nos tiene sometidos, nos hace pasar hambre y necesidades. Destrozaron todo lo que tocaron y ahora lo que queda es penurias”, recalcó al tiempo que apuntó que a causa del mal manejo de la economía, ésta “está desfasada”.

Expresó que en lo que se entera, por vecinos de la zona en donde vive o labora, deja de realizar sus labores y sale “corriendo para hacer cola y ver que llega”, pero la mayoría del tiempo no compra nada porque se acabó o simplemente “nunca llegó” la mercancía.

Esta es otra venezolana que ha dormido en la calle a la espera de poder comprar algo. Sin embargo, ha llegado a casa con las manos vacías y “muerta de hambre”.

“La hambruna que se está viendo en el país supera a las vistas en países como Haití y hasta Etiopía. Nunca pensé que estaríamos en esta situación y no tenemos un Gobierno que se preocupe, al contrario, se hace el loco y dice que todo está bien”, esgrimió.

Es evidente que al Gobierno del presidente Nicolás Maduro no le interesa el bienestar de los venezolanos, puesto que no se preocupa en resolver la crisis humanitaria que existe en la nación latinoamericana, concluyen estos tres ciudadanos, que con vidas distintas se encuentran en un mismo lugar para acceder a los alimentos.

“Nosotros no queremos que nos regalen nada, simplemente exigimos tener salarios justos que nos alcance para comprar todo lo que queramos comer, incluyendo las proteínas, así como pagar los servicios. Deseamos calidad de vida y adquirir lo deseemos en el momento que lo precisemos. No somos mendigos, aunque ya lo parecemos”, finalizaron.

Escasez en Venezuela: la gran odisea de hacer la compra en Caracas

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