GANADERÍA PREOCUPADA

La sequía obliga al empate técnico, en el mejor de los casos

Sorprende la escasa y tardía consideración gubernamental respecto del impacto de la sequía en la macroeconomía y la microeconomía doméstica, cuando el modelo económico propuesta contenía una participación expansiva del campo. En este caso, un agudo análisis de qué está sucediendo en la ganadería argentina.

En el contexto de la sequía más importante de los últimos 70 años, según la Sociedad Rural Argentina, no dejan de surgir estimaciones sobre lo perdido en el campo argentino.

Por un lado, se cuantifican las pérdidas a nivel país, estipulando cuántos dólares pueden dejar de ingresar en la economía; y por otro se estudia el impacto por sector y en las economías de pueblos enteros que viven del campo. Todos los análisis coinciden en que habrá pérdida en cantidad de producto (soja y maíz) y, por otra parte, recuperación en precio, que no alcanzará a suplir dichas bajas.

Los datos más relevantes y actualizados sobre estos principales cultivos, los dio esta semana la Bolsa de Comercio de Rosario. Se perdieron de forma directa computable al sector de la producción U$S 1.550 millones.

Pero cuando se considera la actividad de sectores que viven del campo sin ser netamente productores, esa suma asciende a U$S 4.650 millones. Los rubros damnificados, en este sentido, son: 

> producción de ganados y carnes,
> transporte,
> estaciones de servicio,
> maquinaria agrícola,
> pick-ups,
> equipamiento,
> insumos,
> prestadores de servicios locales y exportadores,
> contratistas rurales, entre otros ítems, es decir actores que participan directamente de la producción y toda la actividad indirecta que el campo genera.

En al ámbito de la ganadería se hace más difícil hacer un cálculo “a priori”.

Es cierto que la receptividad de los campos en muy pobre, “se achicaron mucho los campos”, por lo que, el productor más precavido, protegiendo la vaca que está en gestación, adelantó los destetes.

Este adelanto de los destetes, provocando que los remates de hacienda de invernada se hayan adelantado, por lo que, en la actualidad, ha aumentado el volumen de los remates de invernada con terneros que pesan entre 20 y 30 kilos menos que los que se vendían el año pasado.

A esta fecha, la oferta de terneros aumento un 15% con respecto al mismo lapso del 2017 y la de terneras más de un 25%.

La sequía generó en el mercado un aluvión de hacienda que repercutió de forma negativa en los precios de la invernada, que perdieron entre $2 y $3 en promedio en lo que va del año.

Esta gran oferta hizo que los feedlot aumentaran el nivel de ocupación en más de un 30%. Aunque los valores en este eslabón del negocio entraron en una meseta después de la fuerte baja, si se mantiene la falta de agua, los precios por kg de invernada pueden continuar en caída, dado que sin duda, aumentará la oferta para desalojar los campos.

Con más hacienda en los corrales, los feedlot entraron en un círculo vicioso del que les costará mucho salir. Es que la sequía impactó de lleno en su principal insumo que es el maíz. El aumento fue de un 35%, a $3.500 la tonelada.

Con estos precios, el operador compra invernada de 200 kilos a $38 pagando por animal $7.600 más gastos. Le agrega 120 kilos a un costo promedio de $36/kg y, el costo total de la cabeza terminada es de $11.920. La venta, a valores de hoy, se realiza a $39/kg vivo por un animal de 320 kilos. O sea $12.480/cabeza menos gastos. Empate técnico en el mejor de los casos.

Sin recría no hay negocio. Pero la recría en campos secos no es posible. Muchos productores, después de un año de inundaciones, no tienen reservas forrajeras ni para la hacienda de cría, ni para la recría.

En este contexto de seca interminable, los animales gordos no encuentran precio. Una leve mejora a principios de año que podía palear algo de esta situación, se perdió por el golpe al bolsillo que significaron los aumentos generalizados de tarifas y afines restando poder de compra al consumidor. Esto dejó al negocio ganadero en una situación de alerta en todos sus eslabones.

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