INFORME

Economía pre-electoral 2019: La estrategia gradualista del ‘despacito’

La Administración Macri encaró la economía 2018 con leyes votadas a fines de 2017 y aumentos de tarifas en el primer semestre del año para reducir subsidios y por ende el gasto público mientras intenta desacelerar la inflación y apela al Central para frenar al dólar. Se trata de la economía pre-electoral 2019 que se caracteriza por un mayor gradualismo. Según el último informe de Econométrica economic research & forecasts, la estrategia del Gobierno para llegar al año electoral se inclina por seguir con los aumentos de los servicios públicos y el uso de las reservas internacionales. Pero la consultora advierte que se requiere “un gradualismo más ambicioso en el área fiscal para atenuar el impacto del déficit fiscal y del externo sobre la economía”.

El Gobierno nacional encaró la economía 2018 con el objetivo de reducir la inflación a cifras más realistas de las que había puesto en 2016 y acentuar el gradualismo vía suba de tarifas e intervención del Banco Central para contener disparadas del dólar. A eso se sumaron leyes votadas a fines de 2017 como la reforma previsional y recortes del gasto público que las provincias acompañaron poco y nada. El cuadro se completa con paritarias con techo del 15% de aumento. Así, la Administración Macri prepara el terreno para el decisivo 2019, donde deberá mostrar mejoras en la economía y la situación social si quiere lograr la reelección. Sobre el uso pre-electoral de la economía el último informe de Econométrica de Mario Brodersohn desmenuza las principales medidas del Gobierno pero advierte que se necesita un “gradualismo más ambicioso”.

“En el 2018 la estrategia del gobierno debería centrarse en repetir el camino seguido en el 2016/17, esto es, bajar el gasto público en dos puntos del PBI. Se trata de llegar al año electoral 2019 en un contexto en el que los riesgos del mercado cambiario puedan ser atenuados. La tesis gradualista frente a la opción devaluar o aumentar tarifas se inclina por tarifas y el uso de las reservas internacionales de ser necesario y así transitar los meses previos a la elección presidencial sin grandes expectativas de sobresaltos”, destaca el trabajo entre sus puntos más salientes e ilustra: “Es cierto, este plan pre-electoral basado en la moderación no entusiasma ni levanta el ánimo de nadie pero también es posible que luego de décadas de confrontaciones gobierno y la sociedad solo estén en condiciones de moverse cantando…. despacito…despacito. Pensando más en el largo plazo no es una mala tesis”.

A continuación algunos puntos salientes del informe de Econométrica:

El Gobierno comenzó el 2018 con un intento de repetir en el 2018/19 la estrategia del 2016/17 con el proyecto de ley enviado al Congreso Nacional.

En ese proyecto el Gobierno propuso tratar en sesiones extraordinarias la reforma impositiva, el coeficiente de indexación de las jubilaciones, reformas laborales y sindicales, etc. También anunció aumentos en las tarifas del transporte urbano, gas, agua, etc. Las proyecciones fiscales para el 2018 sugieren que el déficit fiscal se reduciría del 7,0% al 6,5% del PBI.

En el 2018 la estrategia del gobierno debería centrarse en repetir el camino seguido en el 2016/17, esto es, bajar el gasto público en dos puntos del PBI.

Para lograrlo propone disminuir los subsidios energéticos y de transporte al mismo tiempo que se mantienen los subsidios que surgen de la tarifa social.

Además, intentará que las provincias se sumen a la política de reducir el gasto público.

El objetivo es reducir el déficit total proyectado para el 2018/19 del 6,5% al 4,5%. Se trata de llegar al año electoral 2019 en un contexto en el que los riesgos del mercado cambiario puedan ser atenuados por las expectativas de un sobrecumplimiento de las metas fiscales anunciadas tiempo atrás por el Gobierno. En otras palabras, descartado el shock de ajuste que requiere devaluar y aumentar las tarifas simultáneamente, la tesis gradualista frente a la opción devaluar o aumentar tarifas se inclina por tarifas y el uso de las reservas internacionales de ser necesario y así transitar los meses previos a la elección presidencial sin grandes expectativas de sobresaltos.

El shock de ajuste y la meta fiscal

Los partidarios del shock no explicitan cuál es la meta de déficit fiscal compatible con su meta de un dígito de inflación anual, solo se limitan a enfatizar que para bajar la inflación hay que terminar con el déficit fiscal.

Por otro lado, el gobierno está negociando ingresar a la OCDE y ello sólo será posible si el déficit fiscal total se reduce del 7% al 3% del PBI.

Para bajar el déficit fiscal del 7 al 3% los partidarios del shock proponen aumentar las tarifas públicas y dejar flotar libremente el dólar que en el contexto actual de atraso cambiario conduce a una importante devaluación.

Los gradualistas difieren de los partidarios del shock en que los gradualistas están preocupados por el impacto de la combinación de devaluación y aumentos de tarifas públicas sobre el salario real, el empleo y la estabilidad social los partidarios del shock, si bien les preocupa esos impactos, sostienen que es breve en tiempo y es el precio a pagar en el corto plazo si queremos un crecimiento sostenido sin inflación en el largo plazo.

Hacia un gradualismo más ambicioso

El objetivo del Gobierno con el gradualismo es presentar un escenario que combine un crecimiento moderado pero sostenido del 3% anual, con una tasa de inflación por debajo del 20% anual, aumentos moderados en el salario real y en el empleo privado. Es cierto, este plan pre-electoral basado en la moderación no entusiasma ni levanta el ánimo de nadie pero también es posible que luego de décadas de confrontaciones, hiperinflación, convertibilidad, “default” de la deuda, pasar del crecimiento a tasas chinas al estancamiento económico, crecimiento en los años impares y recesión en los años pares el gobierno y la sociedad solo estén en condiciones de moverse cantando …. despacito…despacito. Pensando más en el largo plazo no es una mala tesis.

En conclusión, el gradualismo tal cual se viene instrumentando es más gradual de lo esperado. Se requiere un gradualismo más ambicioso en el área fiscal para atenuar el impacto del déficit fiscal y del externo sobre la economía.

La estrategia de repetir en el 2018/19 el camino electoralmente exitoso del 2016/17 nos sugiere que el Gobierno confía en que con el modesto escenario económico gradualista, las elecciones presidenciales en el 2019 le van a renovar el mandato presidencial y le darán la mayoría en el Congreso Nacional.

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