CIMBRONAZO EN LA UE

A contramano, Macron propone consolidar la relación Iglesia-Estado

Mientras en Argentina se debate sobre el presupuesto estatal que se destina para la iglesia católica, el presidente de Francia Emmanuel Macron llamó a consolidar la relación que se rompió en su país legalmente en 1905. Según entiende hay que salir de este círculo de “malentendidos y desconfianza recíproca” entre la Iglesia y la República. Por supuesto, la polémica ya se instaló.

Con el Mayo Francés en boca de todos por las grandes manifestaciones que se viven en el país europeo desde que Emmanuel Macron presentó su Reforma Laboral, que incluye 120.000 despidos estatales, el presidente galo desató otra ola de críticas pero por su discurso en la Conferencia Episcopal Francesa. En París, frente a 400 personalidades del ámbito político, cultural y religioso, en la sede del famoso Colegio de los Bernardinos, Macron enfatizó: “Los católicos no deben sentarse en las escalerillas de la República, sino encontrar el gusto y la sal de lo que siempre habéis hecho, y participar en las políticas nacional y europea para aportar la propia visión. La Iglesia debe vivir plenamente la libertad de ser uno de los puntos de referencia que no ceden a las tendencias de los tiempos”.

También dijo que con su presencia “desafiamos a los escépticos de ambos lado. Y si estamos aquí es sin duda porque compartimos un sentimiento confuso de que el vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha deteriorado, y que es importante para nosotros y para mí repararlo. Para hacerlo, no hay otro medio que un diálogo en verdad”.

“Este diálogo es indispensable y si tuviera que resumir mi punto de vista, diría que una Iglesia que pretenda desinteresarse de los asuntos temporales no cumpliría su vocación; y un presidente de la República que pretenda desinteresarse de la Iglesia y de los católicos faltaría a su deber (...) Al decir esto no me equivoco. Si los católicos han querido servir para que Francia crezca, si han aceptado morir, no es solamente por sus ideales humanistas, ni solo por una moral judeo-cristiana secularizada. Es también porque han sido alentados por su fe en Dios y por su práctica religiosa.

Reconocer a unos no significa disminuir a los otros, y creo que la laicidad ciertamente no tiene como función negar lo espiritual a cambio de lo temporal, ni extirpar de nuestras sociedades la parte sagrada que nos nutre tanto de nuestros conciudadanos.

Cegarme voluntariamente a la dimensión espiritual que los católicos invierten en su vida moral, intelectual, familiar, profesional, social, sería condenarme a tener una visión parcial de Francia; sería desconocer al país, su historia, sus ciudadanos y, generando la indiferencia, derogaría mi misión. Y no tengo indiferencia respecto a ninguna de las confesiones que hoy están en nuestro país.

Justamente porque no soy indiferente es que percibo que el camino que el Estado y la Iglesia comparten desde hace tanto tiempo, tiene hoy algunos malentendidos y desafíos recíprocos.

No se trata de una conversión sino de una voz como otras que quiere resaltar lo espiritual, que osa alentar la intensidad de una esperanza que, a veces, nos hace tocar este misterio de la humanidad que se llama santidad, del que el Papa Francisco ha dicho en su exhortación es ‘el rostro más bello de la Iglesia’”, agregó.

El joven presidente además recordó que su papel es “asegurar que todos tengan la libertad de creer y de no creer. Yo pido siempre el respeto absoluto y el compromiso con las leyes de la República. Esta es la laicidad, ni más ni menos.

Lo que realmente importa es la savia. Y estoy convencido de que la savia católica debe contribuir una y otra vez a la vida de nuestra Nación.

Todos los días las asociaciones católicas y los sacerdotes acompañan a las familias monoparentales, las familias de divorciados, las familias homosexuales, las familias que han procurado un aborto, la fecundación in vitro (…), las familias que tienen a uno de los suyos en estado vegetativo, las familias donde uno cree y otro no. Aportan ustedes en las familias la capacidad de las opciones espirituales y morales, y esto, lo sé, es vuestra tarea cotidiana.

Por lo tanto, continuó Macron, al escuchar a la Iglesia sobre estos temas, no nos encogemos de hombros. Escuchamos una voz que saca su fuerza de la realidad y su claridad de un pensamiento en el que la razón dialoga con una concepción trascendente del hombre.

La escuchamos con interés, con respeto e incluso podemos expresar muchos de sus puntos. Pero esta voz de la Iglesia, lo sabemos ustedes y yo, no puede ser obligatoria.

El Estado y la Iglesia pertenecen a dos órdenes institucionales diferentes, que no ejercen su mandato en el mismo nivel, pero ambos ejercen autoridad. Por lo tanto, cada uno de nosotros ha forjado sus certezas y tenemos el deber de formularlas con claridad, de establecer reglas, porque ese es nuestro deber de Estado”, cerró.

Tras su discurso, los sectores de Izquierda, con los que él prefiere identificarse, salieron al cruce por lo que entienden la violación de la ley de 1905, que justamente plantea esa separación, columna vertebral de la lacicidad en Francia: “La República no reconoce, no paga, ni subsidia religión alguna”, remarca la normativa.

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