EMERGENCIA EN CAMBIEMOS

Mauricio, Jaime y Marcos: La falta de previsión política, cuesta muy caro

Al final, el ajuste tarifario se llevó por delante la agenda que trató de imponer la Casa Rosada hasta que llegara el Mundial, paso previo para el lanzamiento de la campaña electoral 2019; repitiendo el mismo impacto que tuvo en 2016, cuando frenó el “viento de cola” que acompañaba al Gobierno de Mauricio Macri desde que había asumido; y el año pasado, cuando desde la “Mesa Chica” del macrismo habían planteado la necesidad de comenzar el año con buenas noticias para tener una campaña electoral “tranquila”.

“Tropezarse” una vez con un “issue”, a 6 meses de ingresar en la Casa Rosada, podría “comprenderse”, si uno quiere tener una visión benévola del macrismo. La segunda vez puede considerarse uno de los tantos “balazos en el pie” que se había dado el Gobierno hasta ese momento. Pero si se repite por tercera vez y, para colmo, tiene consecuencias políticas e institucionales más graves, estamos hablando de una Administración que no entiende la sociedad, no entiende a sus opositores y no entiende el impacto que tiene en los bolsillos y poder de compra de las familias, sobre todo de clase media, es decir, los votantes propios; el aumento de las tarifas públicas, las privadas y los productos de la canasta alimentaria y de bienes esenciales familiares.

Lejos quedaron los planes del Gobierno de que la atención de la opinión pública se centrara en la discusión sobre la despenalización del aborto, la limitación de atención médica a los enfermos de origen extranjero, cambiar las normas penales o pelear por la deshilachada y debilitada Reforma Laboral. Incluso, ni se habla sobre el Mundial y, menos, sobre cuál será el futuro de la Argentina en Rusia 2018.

En 2016, Jaime Durán Barba había ordenado “dar todas las malas noticias juntas”. Chocó contra la oposición, contra los aliados de “Cambiemos”, contra los medios de comunicación, contra un electorado que no esperaba tamaño “salvajismo” en el actuar del Gobierno de Mauricio Macri, aunque comprendía y aceptaba que las tarifas de los servicios públicos que se pagaron durante el kirchnerismo eran ficticias.

En 2016 quedó claro que el mayor problema del Gobierno era la necesidad de reducir el déficit fiscal y eliminar los subsidios, desplazando el esfuerzo financiero de esa medida del Tesoro Nacional al bolsillo de las familias y, al mismo tiempo, reducir la inflación. A dos años, las tarifas todavía están lejos de alcanzar los valores internacionales y los costos de producción local, la inflación no logra dominarse y, hoy, para algunos, va camino a ser mayor que en 2017; y, por fin, el déficit fiscal está lejos de reducirse como se esperaba, dado que el macrismo ha tenido que ingresar en el camino de la “contabilidad creativa” (aunque, hay que reconocer, con ciertas limitaciones) para cumplir las irreales metas que se fijan.

Pero mientras que en 2016 la crisis tarifaria permitió a la oposición kirchnerista y al peronismo, que estaba “lamiendo sus heridas” luego de la derrota electoral, reaccionar, recuperar fuerza y crear la ilusión del “Club del Helicóptero”, que los mantiene unidos y con fuerza para intentar regresar al poder; mientras que en 2017, le dio a la oposición uno de los ejes principales del discurso de campaña, que si no fuera por la división del panperonismo bonaerense, podría haber causado una derrota en las urnas.

Pero en esta oportunidad, el error en dimensionar cómo reaccionaría la opinión pública fue opacada por una virtual crisis dentro de “Cambiemos”, por una movida de la oposición en la Cámara de Diputados, que estuvo a un voto de conseguir quórum propio, un “ruidazo” que, por primera vez, unió en las calles a militantes kirchneristas, massistas y peronistas con muchos independientes de clase media que votaron a “Cambiemos” en 2015 y 2017 y que se cansaron de los aumentos de tarifas públicas y privadas y de la implacable inflación que casi no tuvo repercusión en los medios de comunicación; y de la posterior “Marcha de las Velas”, que tuvo a Pablo Moyano, “Camioneros” y las dos CTA, como los principales impulsores y protagonistas que, ahora sí, fueron acompañados, levemente, hasta por de medios de comunicación cercanos a la Casa Rosada.

Es la segunda vez que la unión de kirchneristas y massistas casi toma el control de la Cámara de Diputados. La otra fue en Diciembre pasado, cuando obligaron a levantar una sesión que tenía quórum y que obligó a cambios en la lista de proyectos de Ley que se iban a tratar en Extraordinarias. Y entonces nace una duda: ¿Controla la Cámara Baja el Gobierno de Mauricio Macri o, en pocos días más, puede llegar a perder las votaciones que se avecinan? No es un tema menor…

Y en forma paralela, durante el fin de semana, y el próximo que es tamaño XXXL, el kirchnerismo, el massismo y la izquierda, lanzaron un llamamiento para presentar cientos de amparos contra los aumentos. Para eso, citaron en locales partidarios, plazas y hasta cadenas de pizzería. Incluso, analizan vender formularios “modelo” de amparos en los kioscos de diarios y revistas; idea que ya tendría el apoyo del opositor Omar Plaíni y el toda la estructura del Sindicato de Vendedores de Diarios. Entrar en terreno judicial podría causar un inmenso dolor de cabezas para la Casa Rosada y para los gobiernos provinciales, sobre todo para la bonaerense María Eugenia Vidal.

Para Jaime Durán Barba, polarizar es la clave para que el macrismo siga teniendo un caudal de votos importante; pero lo mismo creía Cristina Fernández con el kirchnerismo, hasta que toda la oposición se unió y los sacó del poder. Por eso, incentivar “La Grieta” es una poderosa arma política y electoral si, en el camino, no se convierte en la “llave” que permite unir a una oposición atomizada, sin liderazgo y sin un discurso atractivo. En ese sentido, el encuestador ecuatoriano está jugando con fuego, dado que menosprecia y no entiende al panperonismo y su forma de dividirse y unir.

Jaime Durán Barba no entiende que el panperonismo se unifique frente a un enemigo en común y Mauricio Macri ya es el enemigo a vencer, dado que corre con chances de dejarlos fuera del poder en la Nación, la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires y arrebatarles tres o cuatro provincias en las elecciones del año que viene. Por eso, cada “error”, cada “disparo en el pie” y casa equivocación en las medidas que se toman, se convierten en insumos básicos para impulsar la reunificación panperonista.

A horas de que la jueza federal María Romilda Servini interviniera el Partido Nacional Justicialista y colocara como interventor a Luis Barrionuevo, profundizando la crisis del panperonismo; el haber estado a un paso de tener quórum propio en la Cámara de Diputados para tratar la postergación del aumento de tarifas, retrotrayendo los valores a Diciembre de 2017, según unos proyectos, y de Diciembre de 2016, según otros; sacó al panperonismo de la crisis institucional que estaban inmersos.

Tan envalentonados están el kirchnerismo y el massismo, que fueron los autores de la maniobra, que van a hacer un nuevo intento este próximo miércoles 25/04, obligando al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y al Ministerio del Interior, Vivienda y Obra Pública a salir a “convencer” (entiéndase: billetera, subsidio, cargo, contratos, designaciones u obras en mano) a una docena de Legisladores para que ese día no se presenten a dar quórum. Un desperdicio de esfuerzo, aumento de Gasto Público y derroche de capital político que nadie puede asegurar que evite que la oposición no logre su objetivo.

¿Y si la oposición panperonista consigue el quórum en la Cámara de Diputados? Tendremos una sesión “ardiente” por delante, con un Gobierno intentando negociar un texto “blando” para votar, al tiempo que buscarán de sacar de sus poltronas a los Legisladores, que para ese momento, “cotizarán” más caro su decisión de abanar el recinto, si es que lo hacen. Será otra sesión bochornosa… una más en el Gobierno de Mauricio Macri.

El efecto de esta acción del panperonismo en la Cámara de Diputados fue la decisión de la jueza federal María Romilda Servini de prohibirle a Luis Barrionuevo a tomar cualquier decisión institucional en el Partido Nacional Justicialista hasta que de su fallo la Cámara Electoral, en la certeza de que los camaristas no van a ir contra un panperonismo que está lejos de mostrarse débil y derrotado y, casi con seguridad, eliminen la intervención judicial y releven al gastronómico de su cargo.

Pero puertas adentro, la ausencia de una estrategia clara y “amigable” de aumento de tarifas públicas generó enojo tanto en la Unión Cívica Radical, como con Elisa Carrió. Hoy, radicales y lilitos leen encuestas, que no son las que hace Jaime Durán Barba, que confirman que la imagen de Mauricio Macri, del Gobierno y de “Cambiemos” sigue en baja; que la intención de voto de la oposición es alta y que en caso de ir a un balotaje, hay un riesgo cierto de que todo el antimacrismo se una y vote por cualquiera de las opciones que presente el panperonismo.

La solución con Elisa Carrió fue sencilla: Un pedido de informe al Jefe de Gabinete de 17 preguntas, que será contestado en la próxima presentación de Marcos Peña en la Cámara de Diputados; pero que no servirá para nada, dado que eso ocurrirá cuando el tema ya haya abandonado la tapa de los diarios y, en el peor de los casos, los reavivará.

El papel de los radicales fue lamentable. Patalearon mucho, y cuando presentaron las propuestas son de una inutilidad manifiesta. Desde cursos para que la población ahorre energía a un pago en cuota, con intereses, en vez de exigir que las empresas, que acumulan importantes ganancias en estos meses, bonifiquen ese sobrecosto. La originalidad no es un don que compartan los radicales, pero lo único que lograron es que el Gobierno de Mauricio Macri quedara como “cediendo” y como “negociador”.

Un dato: Con respecto a 2016 y 2017, se ha producido un cambio no menor en la opinión pública, a la hora de adjudicar responsabilidades sobre el ajuste; Mientras que en esos dos años el “culpable” fue el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, por su condición de ex CEO de Shell y “tecnócrata”, ahora, las encuestas dicen que la asignación de culpa recae sobre Mauricio Macri, lo que potencia la pérdida de imagen y capital político del Presidente de la Nación; y de votos a “Cambiemos”.

Incluso, en las provincias se culpa al Gobierno Nacional de las subas de tarifas de los servicios públicos locales, que son negociados entre los Gobernadores y las empresas prestatarias; pero es tanto el peso de las noticias de los grandes medios y RRSS que los equipos políticos dicen que los Gobernadores realizan esos ajuste porque la Casa Rosada no les deja otra opción, es decir, Mauricio Macri es el “chivo expiatorio” de ajustes locales, que son muchos mayores de los que se observan en el AMBA.

Desde el inicio, todo el proceso de ajuste tarifario ha sido mal diseñado, mal explicado y mal instrumentado. El costo político de tres años discutiendo el mismo tema es inmenso y muestra al Gobierno de Mauricio Macri imponiéndose metas maximalistas para alcanzar, pero con un grado de improvisación que hacen parecer sus acciones “demasiado” repentistas, antes que asumidas desde el mismo momento de ingresar en la Casa Rosada.

Hoy, todos los focos están puestos a reducir el costo fiscal de las boletas de los servicios públicos. Según la provincia y el servicio, van de 35% a 55% del valor final de la boleta. Eso implica que son montos enormes, que hasta ahora no ha logrado dimensionar a nivel nacional, provincial y municipal, dada la falta de información que hay al respecto, tanto por parte de las empresas, de los organismos contralores y de los respectivos poderes ejecutivos; algo que parece increíble a estas alturas del Siglo XXI.

Pero así llegamos a Mayo de 2018: Con un Gobierno que repite los errores y una y otra vez, que improvisa explicaciones y soluciones, una y otra vez; que le regala a la oposición temas para unirse, fortificarse y criticar, una y otra vez; y creando frentes de tormenta en la interna de “Cambiemos”, una y otra vez. En 2016, decíamos que estos eran “errores de comunicación”, hoy, es innegable que se tratan de profundos errores políticos, de análisis político y de instrumentación de políticas públicas.

A 2 años y medio de llegar al poder, Mauricio Macri y “el Mejor Gabinete en los últimos 50 años” debería aprender de sus errores. El conflicto social y político declarado por el aumento de las tarifas públicas era totalmente previsible y la Casa Rosada no hizo nada por contenerlo, al contrario, adelantó por los medios los ajustes desde Enero, creyendo que el tema así iba a ir perdiendo peso en la tapa de los diarios.

La falta de previsión política, cuesta muy caro. Por eso, si el miércoles la oposición tiene quórum propio y saca un proyecto propio unificado, el Gobierno, quizás, ahora sí, aprenda una lección. Quizás, entonces, los hombres y mujeres que están en el poder por “Cambiemos”, comiencen a cambiar. Más les vale, si quieren ganar las elecciones el año que viene.

Dejá tu comentario