FALTA POLÍTICA ECONÓMICA

Siempre hacen falta dos para bailar el tango

Horas antes que el Banco Central incrementara las tasas de interés, Luis Fortino había anticipado con una racionalidad impecable: "(...) A esta altura de niveles de reservas, y luego de haber vendido unos US$ 4.500 millones en los últimos meses y emitido a un ritmo del 30% anual (o más según el período que tomemos), la autoridad monetaria tiene cada vez menos elementos de acción y acumula más problemas al grave cuadro que describimos, sobre todo por el déficit cuasifiscal. Puede ser ahora o en las próximas semanas, pero no se ve otra alternativa más que dejar que el mercado se descomprima aunque sea parcialmente. Por otra parte, las reservas son de todos los argentinos y no del BCRA. (...)". Aquí la columna completa:

Con una inflación entre el 2% y el 7% los economistas podemos discutir acerca de si la causa es de demanda o de oferta, estructural o por un shock. Podemos extendernos hasta el 9% si les gusta. Pero cuando la inflación anual tiene dos dígitos, los economistas sabemos que para que persista en ese nivel tiene que haber convalidación monetaria, esto es, emisión por encima de la demanda de dinero.

Sin embargo, tal como suele suceder, no es tan sencillo caracterizar el tema, y en todo hay matices. Nadie discute que el Banco Central está emitiendo dinero en altos niveles, pero la pregunta que nos falta es ¿por qué emite? Y acá también todos sabemos que lo hace porque el Tesoro Nacional tiene un déficit fiscal galopante que, sumado al de las provincias, municipios y el propio BCRA (el conocido cuasifiscal), ha salido de todo cause y, lejos de disminuir, muestra un vigor que afronta tempestades.

Por eso, ver el crecimiento de la demanda de dólares sólo desde el punto de vista cambiario es cuanto menos limitado. Tenemos que agrandar el foco y ver por qué pasan estas cosas antes de elaborar un pronóstico, y cuando empezamos a desarrollar la madeja, vemos que los frentes abiertos son varios.

Tenemos un problema macroeconómico serio porque estamos fuera de sintonía en varios mercados, producto parcial de los distintos efectos de las políticas tomadas por el actual gobierno, de los desajustes que dejó el anterior, más toda la historia de años de desequilibrios constantes. Nada es culpa absoluta de este gobierno, hay que decirlo, pero es este gobierno el responsable de resolver el problema. No tenemos otro ni lo queremos tener. Pero lo cierto es que algo debería hacerse con el sector fiscal, el sector externo y el sector energético por lo menos, para tener un poco más de estabilidad.

Es cierto que el aumento tarifario ha enojado a mucha gente, así como también es cierto que estaban muy bajos la luz, gas, etc. durante la gestión anterior. Es probable que haya errores de implementación y de gestión de los cambios agravando las percepciones, pero haber atado el petróleo (y el gas con él), al valor internacional en un mercado que, además de ser turbulento tiene tendencia alcista, no parece una buena decisión. Todo este incremento de tarifas y el esfuerzo que debe hacer la población para afrontarlas puede terminar siendo insuficiente si se dispara el tipo de cambio, ya que las tarifas medidas en dólares perderían parte de su valor. Y éste debe ser uno de los argumentos que más pesan en el gobierno a la hora de decidir mantener el dólar en los niveles actuales. Una devaluación en este escenario sólo agravaría los problemas y nos haría retroceder en la recuperación del precio de los servicios públicos.

Pero, por el otro lado, mantener este tipo de cambio nos enfrenta con los problemas reales del sector externo, donde las exportaciones no llegan a cubrir el valor de las importaciones, y muchas economías regionales tienen problemas para llegar a las góndolas del exterior, sea la manzana como el vino, los cítricos y la metalmecánica. Es la famosa frazada corta, con la que nos venimos tapando desde hace más de 70 años y que en cada invierno deja siempre a algunos a la intemperie mientras otros están abrigados.

No es que todo venga de ahí pero, finalmente y salteando varios pasos, llegamos al déficit fiscal. La herencia fue pesada en este aspecto, pero lo que se hizo es mantenerla. Hay una política gradualista que puede ser opinable pero ha sido aceptada por la mayoría de la población, y debemos tomar nota que mejoraron los resultados económicos de empresas públicas y otros organismos, todo lo cual está resultando insuficiente para contener ese paquidermo.

Es que los valores publicados por el Ministerio de Hacienda asustan. En el Cuadro Nº 1 podemos ver que en el consolidado nacional (Tesorería Nacional, Seguridad Social, descentralizados, etc) hemos gastado durante 2017 un 31,5% más de lo que recaudamos. Eso es mucho y equivale al 6% del PIB, tomando un valor de US$ 550.000 millones. A esto debemos sumar el déficit de las provincias (casi el 1% del PIB) y el déficit cuasifiscal del Banco Central, del que cada vez se habla más y suma un 1,8% del PIB. Sin contar la cosmética fiscal, podemos ver entonces que estamos en un déficit consolidado de 9,6% del PIB. Esto es claramente insostenible en el tiempo.

Pero el 2017 ya pasó, y el gasto lo pagamos con deuda externa e inflación, lo cual explica el crecimiento de ambos rubros durante el año, y la inclusión de nuevos desequilibrios y problemas para nuestra macroeconomía. En lo que va de 2018, mientras tanto, y tomando los números a marzo del MECON, podemos ver que si bien disminuyó el déficit Base Caja, el Déficit Financiero continúa subiendo, y estamos gastando un 16% más que lo que recaudamos. No se pueden comprar directamente estos números con el resultado anual, ya que hay factores estacionales que pesan mucho (pago de aguinaldos, por ejemplo, que este año todavía no se han hecho), pero podemos ver que la tendencia lejos de mejorar, empeora.

Pero, entonces, ¿qué tenemos que hacer? Nos dicen que no se puede bajar el gasto público porque el 70% es jubilaciones y sueldos, y los dos cuadros lo confirman. El rubro que sigue en importancia es el de los subsidios (sobre los que se está actuando), y luego los intereses de la deuda con un 10% aproximadamente.

Como decíamos al principio, se trata de un panorama complejo al que se le está aplicando una receta gradualista. En este marco, quitar o reducir impuestos provinciales en las tarifas es un parche que no resuelve el fondo del problema, tal como muestra el cuadro fiscal que mostramos, ya que quita de un lado y pone en otro. Sin embargo, como mejora la equidad y recompone el salario de los consumidores, podría ser aconsejable transitoriamente. Dada la incidencia del IVA en los servicios públicos, sería mejor reducir esa alícuota (que es coparticipada y por lo tanto afectará a cada provincia y a la nación), evitando de esa manera mayores distorsiones impositivas interprovinciales. Se debería seguir con la reducción de subsidios, pero fijando un cronograma más largo para que las empresas energéticas recuperen su rentabilidad y desacoplando el precio de la energía al valor del WTI o Brent.

Pero volviendo al tipo de cambio, que es lo que nos convoca, vemos que, si bien la demanda de dólares ha sido aumentada por la tasa de interés en Estados Unidos, el nuevo impuesto a la renta financiera de no residentes, fin de mes etc., etc. en todo caso lo que ha hecho es dejar al descubierto las inconsistencias de la política macroeconómica (o la falta de ella). Estos problemas que se acumulan ahora ya venían de antes y algún nuevo factor solamente aceleró el proceso, en el que ahora habría que preguntarse si el mercado provocará la devaluación o, como en casos anteriores, el BCRA podrá contenerla.

A esta altura de niveles de reservas, y luego de haber vendido unos US$ 4.500 millones en los últimos meses y emitido a un ritmo del 30% anual (o más según el período que tomemos), la autoridad monetaria tiene cada vez menos elementos de acción y acumula más problemas al grave cuadro que describimos, sobre todo por el déficit cuasifiscal. Puede ser ahora o en las próximas semanas, pero no se ve otra alternativa más que dejar que el mercado se descomprima aunque sea parcialmente. Por otra parte, las reservas son de todos los argentinos y no del BCRA.

Pero se produzca o no, lo que sí hay que hacer es una política económica más consistente, ya que lo que estamos viviendo es un episodio más de una película conocida. Deben alinearse los incentivos a la producción para que la inversión vuelva a tener cabida y la estabilidad deje de estar acosada. Esto va a reducir la fuga de divisas, descomprimiendo el tipo de cambio y mejorando las expectativas. Reducir el déficit fiscal es imperativo ya que es muy alto y se escurre por las manos. Cualquiera que va a una oficina pública ve desde empleados ociosos hasta gastos faraónicos, pasando por luces prendidas, autos, celulares y demás enseres.

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