PÉRDIDA DEL CONTROL DE LA CALLE

Ilusión y desilusión de “Cambiemos”

Afirma el autor: "(...) En el acto opositor que se realizó como celebración de los 25 de Mayo de 1810 y 2003(¡!¡!) se escuchó decir en lenguaje nazi-fascista-madurista-cristinista, “los enfrentaremos en las calles y en las urnas” lo que no deja de ser una reprochable incitación a la violencia. (...)". Por cierto que algo ha ocurrido para que Mauricio Macri perdiera la presencia de "Cambiemos" en la calle. El oficialismo no perdió el control de la calle por algún capricho ciudadano. El famoso 8N que tanto ayudó a la expansión del 'macrismo' hoy es irrepetible. ¿Qué ha ocurrido que Unidad Ciudadana -porque ni siquiera es el peronismo- ha recuperado aquello que había perdido desde 2012? La situación provoca desilusiones variadas. Por ejemplo, la siguiente:

La ilusión, y su pérdida, la desilusión, tienen algo en común: su falta de verdadera realidad, consecuencia de un engaño de los sentidos que, en simultáneo, genera confianza y complacencia en una o más personas que creemos capaces de producir milagros y aliviarnos en el esfuerzo y el sacrificio personal diario que impone la vida.

El más puro birlibirloque.

Los argentinos siempre hemos sido víctimas de nuestro “ilusionismo” lo que ha dificultado y dificulta la generación de debates sobre cuestiones esencialmente políticas que, tal como de algún modo escribió Sergio Berensztein en el diario “La Nación” nos impiden “…escucharnos, comprendernos y respetarnos para consensuar modelos pragmáticos y posibles de capitalismo, Estado y democracia”.

Nosotros, los argentinos, vivimos desilusionados y con un sentido melancólico de la existencia que nos defrauda persistentemente y nos niega lo que se supone “merecemos”.

Eduardo Duhalde lo ha expresado con sencillez cuando dice que “estamos condenados al éxito”, lo que asimismo le daría a esa ilusión y “condena-éxito”, un aire de fatalidad.

Nuestra vida de argentinos, en cierto modo, tiene la cadencia del tango, “un sentimiento triste que se baila” (Santos Discépolo) como genuina expresión y un verdadero himno en “Cambalache” viva expresión del escepticismo como filosofía de vida.

Si creemos “Que el mundo fue y será, una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil, también…” ¿de qué nos valdría intentar ser diferentes?

Quizás estos versos expresen nuestra identidad cultural que explica nuestro “ilusionismo” y nuestra creencia en la ilusión de un futuro milagro capaz de ejecutar nuestra “…condena al éxito…”, en un kafkiano proceso, tan irreal como angustioso.

No cabe duda que muchos argentinos creímos que Mauricio Macri era la persona providencial que, al mando de “Cambiemos”, nos llevaría al cumplimiento de esa tan afamada condena de modo milagroso, por el solo hecho de “ser ellos”.

Así como Raul Alfonsín creyó, y nos hizo creer, recitando el Preámbulo de la Constitución, que la democracia era ese vehículo mágico que nos convertiría en personas, sanas, nutridas y educadas, esta vez Macri y su gente, nos hicieron creer que por su sola presencia, se acabaría la inflación, llegarían las inversiones y felicidades para “todos y todas”.

Alfonsín y Macri cabalgaron sobre la ilusión, ese fue su pecado. Cuando la sociedad vio que la ilusión se disipaba, se convirtió en desilusión, comenzó a darles la espalda y asi fue como Alfonsín tuvo que resignar el cargo antes del plazo constitucional y Macri pone en duda no solo su reelección, sino la continuidad de “Cambiemos” en el gobierno.

Asi como la “ilusión” es abarcativa, la desilusión es vengativa y “arrastrativa”; y si no, que lo cuente Maria Eugenia Vidal, que ve bajar su valoración por parte de los vecinos bonaerenses pese a las cosas buenas que ofrece su gestión, algunas de las cuales ya son visibles.

El pecado de la “Mariu” es no diferenciarse de Macri y no advertir que su lealtad debe será hacia la gente, no dudaría en afirmar que el futuro de “Cambiemos” dependerá de su voluntad de liderazgo, las cualidades las tiene.

La gestión es condición necesaria pero insuficiente para ser un buen político sería bueno recordarle.

Sin embargo ocurre algo extraño, tanto Cristina como Macri parecen tener un núcleo fuerte de un 25% para ella y un 30 y pico para él, pero con eso no alcanza para el 2019.

Sin embargo, la adhesión hacia ella podría trasladarse al peronismo “bueno” (¿?) o federal, pero, al menos por ahora, Macri tendría en ese 30 y pico, su piso y su techo.

Este cuadro de situación condicionará y extremará las dificultades para ejercer su poder hasta el 10/12/2019 ya que como lo explicó Guillermo Kohan ahora a la incertidumbre macroeconómica, se suma la incertidumbre política.

En el acto opositor que se realizó como celebración de los 25/05/1810 y 25/05/2003 (¡!¡!) se escuchó decir en lenguaje nazi-fascista-madurista-cristinista, “los enfrentaremos en las calles y en las urnas” lo que no deja de ser una reprochable incitación a la violencia.

El peronismo ya muestra las hilachas de la ilusión que nos promete: tarifas subsidiadas de los servicios públicos, administracion dispendiosa y contar con algún amuleto de la suerte que valorice los commodities y los argentinos volveremos a ilusionarnos una vez más con el populismo barato y falaz…

La diferencia con “Cambiemos” es que el peronismo encontrará a quien echar las culpas y asi creará otra ilusión, ya que sabe explotar al máximo el escepticismo cambalachesco y su versión kristinista los peores vicios de las personas de lo que, además, son ejemplo.

Más allá de la controversia sobre el ideograma chino que representa a la palabra crisis como “peligro y oportunidad” creo que los historiadores sabrán explicar cómo “Cambiemos”, con Macri a la cabeza, fue una “oportunidad” perdida y el peronismo siguió siendo nuestro peligro.

Esa parecería ser nuestra verdadera condena hasta ahora.

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