CONSERVADORES AL ATAQUE

Trump intenta darle su impronta a la Corte Suprema

Donald Trump ha decidido nominar al juez Brett Kavanaugh -asesor del presidente George W. Bush y miembro del equipo que investigó al presidente Bill Clinton-, candidato a ocupar la nueva vacante de la Corte Suprema de USA, tras la jubilación del también conservador, aunque moderado, Anthony Kennedy. Donald Trump ha decidido nominar al juez Brett Kavanaugh -asesor del presidente George W. Bush y miembro del equipo que investigó al presidente Bill Clinton-, candidato a ocupar la nueva vacante de la Corte Suprema de USA, tras la jubilación del también conservador, aunque moderado, Anthony Kennedy.

 

El juez conservador moderado Anthony Kennedy anunció su intención de retirarse de la Corte Suprema de USA al finalizar julio, lo que otorga a Donald Trump la oportunidad de nombrar a su reemplazo y así afianzar la mayoría conservadora de la máxima instancia judicial del país.

En el último año, esa mayoría ha propiciado varias sentencias a favor de grupos religiosos y de la derecha. Antes del anuncio de Kennedy, la Corte falló contra los sindicatos al determinar que los empleados públicos no pueden ser obligados a afiliarse y pagar cuotas si no lo desean.

El Presidente anunció a su elegido desde la Casa blanca en horario de máxima audiencia televisiva y después de unos días en los que se ha encargado de crear suspenso.

Ahora comienza la pelea en el Senado para confirmarlo. Si lo logra, Trump habrá culminado el giro a la derecha de la Corte de 9 miembros, 5 conservadores y 4 'progresistas'.

La elección de un juez del Supremo constituye una de las decisiones más importantes para un Presidente de USA ya que se trata de puestos vitalicios cuyos ocupantes toman decisiones crítica para la sociedad estadounidense.

Fue el alto tribunal el que puso fin a la segregación racial de las escuelas públicas en 1954, despenalizó el aborto en 1973 y legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país en 2015.

La agenda social ha sido crítica en esta elección. El temor de los demócratas y de los activistas proaborto o derechos LGTB, entre otros, consiste en que el giro conservador del Supremo recorte derechos que se creían blindados. Algunos fallos recientes, como el apoyo al veto migratorio de Trump o al pastelero que se negó a elaborar la tarta para una boda entre dos hombres, alimentan estos recelos.

Kavanaugh, un juez federal de apelaciones de 53 años, es un conservador, respetado por haber formado parte del equipo de investigación del fiscal independiente Kenneth Starr, que acusó a Clinton en el caso Monica Lewinsky, y por haber sido asistente del George W. Bush.

La postura sobre el aborto resultaba clave, como demostraban las protestas a favor y en contra de este derecho que se llevaban a cabo frente a la sede del Supremo a la misma hora que Trump anunciaba al nominado.

Algunos republicanos como el líder del Senado, Mitch McConell, habían advertido a Trump de que debía optar un perfil que suscitara un consenso al menos total entre los miembros de su propio partido y no diese argumentos a los demócratas para torpedear el proceso de confirmación en la cámara alta para asegurar que la confirmación tenía lugar antes de las elecciones legislativas de noviembre, cuando la mayoría conservadora del Senado está en riesgo.

Ahora, con un control mínimo (51 de los 100 senadores) necesitará en principio algún apoyo de la oposición, aunque en el último juez nombrado (Neil Gorsuch, en 2017) los republicanos optaron por sortear el rechazo de los demócratas por las bravas, con una medida sin precedentes con un cambios de las reglas de juego por los cuales solo necesitaron la mayoría simple. En la primera convocatoria, Gorsuch solo había logrado 55 votos a favor (los 52 republicanos y tres demócratas), cuando 25 de los 26 jueces escogidos hasta entonces habían logrado el apoyo de 60 senadores.

Rota una vez la tradición del consenso, los republicanos pueden sacar adelante el nombramiento de Kavanaugh con otra mayoría simple. De esta forma, Trump habrá tenido la oportunidad de nombrar a dos miembros en tan solo año y medio de mandato. La edad de los elegidos, los 50 años de Gorsuch y los 53 del recién nominado, favorecen unos mandatos que durarán décadas. Si otros de los miembros más mayores, como los considerados progresistas Ruth Bader Ginsburg (85) el Stephen Breyer (79), el presidente republicano podría aprovechar para reforzar aún más la sensibilidad conservadora del alto tribunal, lo que explica los llamamientos de grupos progresistas a que estos veteranos jueces no se retiren todavía.

 

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