Los que trabajamos en comunicación política nos cansamos de repetirlo: el contexto es siempre el que determina la eficacia de la estrategia. Lo que sirvió en determinado escenario, puede ser catastrófico en otro.
CFK EN EL CENTRO DEL ESCENARIO
El silencio es la respuesta
Ya en 2016, durante la expansión de la grieta que estimulaba Jaime Durán Barba, se insistió en que Cristina Fernández de Kirchner crecía en un silencio que ella no lograba consolidar. Pero lo consiguió en 2018, estimulando la zozobra de Mauricio Macri. Acerca de esto escribió un politólogo e investigador de tendencias de opinión pública que anticipó el fenómeno cuando otros lo negaban.
Hace un año, cuando nos acercabamos a las primarias presidenciales, el contexto era otro. El gobierno gozaba de buena salud en la imagen pública, la situación económica se mostraba estable, y en general el ciclo político iniciado en 2015 parecia haberse normalizado.
Era en ese contexto, que la estrategia de polarizaciòn que Cambiemos establece con el kirchnerismo, daba buenos resultados, y permitia avizorar un proceso electoral de reelecciòn bastante tranquilo para Mauricio Macri.
Pero, las turbulencias económicas, y los errores de comunicación del gobierno para explicarlas, hicieron que ese contexto se modificará completamente, y que la estrategia que venía siendo exitosa, ahora ya no solo dejó de serlo, si no que incluso, pasó a ser peligrosa.
Desde el 2015, la estrategia desplegada por el oficialismo, contribuyó a crear un escenario adversarial centralizado en dos figuras: CFK y Mauricio Macri. Es natural, y hasta incluso previsible, que la caída de una de las dos figuras, genera inmediatamente un proceso de revalorización de la otra. Y algo de eso estamos viviendo.
Se observa en nuestros últimos estudios, una recuperación notable de la imagen de la exPresidenta que, incluso, también empieza a tener un potencial electoral nada despreciable.
En contraposiciòn, Mauricio Macri aún no logra recuperarse de su caída, y él es hoy un candidato mucho menos competitivo que María Eugenia Vidal, que a estas horas probablemente haya dejado de ser un plan B, para transformarse en un plan A dentro de la alianza oficialista.
Es notable, cómo este cambio de contexto se vio acompañado por una estrategia inédita de parte de la exPresidenta: el silencio casi absoluto. Es una figura central, pero que decidió marginarse del centro del ring, dejandole el protagonismo a su rival. “Nunca interrumpas a tu enemigo cuando se està equivocando”, decia Napoleon Bonaparte, explicando quizás bastante de lo que sucede.
Sin embargo, vale la pena preguntarse cuánta vida útil puede tener el silencio como táctica, y qué es lo que ocurrirá cuando CFK se vea obligada a abandonarla. Si de verdad ella quiere mantenerse como una opción competitiva, tarde o temprano deberà retomar sus posicionamientos públicos, y descubrir si las ganancias generadas en este nuevo contexto son sustentables.
Esa situaciòn es, en parte, lo que esperan del otro lado, convencidos de la tesis duranbarbista de que CFK pierde cada vez que aparece públicamente.
Así, este cambio de contexto demuestra la peligrosidad de creer que una sola estrategia puede garantizar la victoria en todos los escenarios. Pero el análisis que se hace de este cambio, debe ser frío y certero; que hoy tengamos una serie de tendencias que ayer parecían improbables, no quiere decir que esas tendencias vayan a mantenerse hasta el año que viene.
Sería un error, de parte de cualquiera, creer que estamos caminando hacia un proceso electoral previsible, para nada. Si algo ha quedado demostrado en estos últimos años, es que la volatilidad del electorado argentino, puede hacer expirar muy rapidamente cualquier análisis.