LA 3RA. GUERRA MUNDIAL ES COMERCIAL

Macri, entre Trump y Jinping, pensando en CFK y Lagarde

USA intentó seducir a Europa y Japón el sábado 21/07 con ofertas de acuerdos de libre comercio para ganar terreno en una creciente guerra arancelaria con China, pero se encontró con la dura resistencia de Francia. El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, dijo a periodistas en Ciudad de Buenos Aires que había renovado la propuesta del presidente Donald Trump a los aliados del G7 de levantar las barreras comerciales entre ellos (aranceles, barreras no arancelarias y subsidios, todo en un combo). El ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, dijo que la UE no consideraría iniciar conversaciones con USA a menos que Washington retire primero sus aranceles al acero y el aluminio y abandone su amenaza de tarifas a los autos: “Nos negamos a negociar con un arma apuntando a nuestra cabeza”. El interlocutor chino, Liu He, ni apareció por la Argentina, mientras la directora-gerente del FMI, Christine Lagarde, desesperaba por el mal presagio de las crecientes tensiones comerciales. Los medios argentinos omitieron todo esto y se estancaron en los dichos muy coyunturales de Lagarde sobre la Administración Macri.

Mientras los medios locales priorizan la visita de la directora-ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, y su apoyo al programa económico argentino, los ministros de Finanzas del G20 y las agencias de noticias y otros medios de comunicación globales estuvieron más pendientes de las reuniones del secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, y sus pares de Europa y Japón.

La duda de todos ellos -desde los anuncios de suba de aranceles de USA, acción respondida por China mediante una devaluación del renminbi, su moneda-, es si la sociedad planetaria se encuentra realmente viviendo la agonía de la globalización y el comienzo de una nueva Era del Proteccionismo. Esto tendría consecuencias profundas, aún para la Argentina, mucho más allá de si cumple o no con las metas anuales de déficit fiscal primario. Tal como es su tradición, la sociedad criolla tiene una visión que no supera su ombligo.

Aún quedan flotando las palabras del presidente estadounidense Donald Trump cuando en junio, desde Quebec (Canadá) en el encuentro del G7, anunció que su país se considera una víctima de la globalizacion del comercio que alentó -en especial el Partido Republicano, al que en teoría pertenece Trump-, pero que China parece haber interpretado mejor. También cuestionó la globalización militar, que promovió USA desde la OTAN, que fue su sostén legitimador en la 2da. Guerra de Irak y la invasión a Afganistán. Y la globalización demográfica, en la que tuvo un rol importante la inmigración desde América Latina.

La reciente cumbre en Helsinski (Finlandia) entre Vladímir Putin y Donald Trump, dándole tardío fin a la Guerra Fría de la post 2da. Guerra Mundial, y la reunión en Beijing (China) entre Xi Jingping y los líderes de la Union Europea, rechazando las políticas proteccionistas de Trump, han convalidado las sospechas de que el conflicto comercial puede rediseñar el mapa geopolítico mundial.

En este nuevo mapa, la energía tiene una relevancia fundamental.

La energía es esencial para el desarrollo económico, la balanza de pagos y el costo de vida de los ciudadanos.

Sin embargo, la energía del siglo 21 no es la energía del siglo 20 ni del 19, cuando el carbón era decisivo, luego reemplazado por el petróleo, y ahora predominan mejores aprovechamientos del gas y nuevas tecnologías como el fracking para los hidrocarburos en general. En definitiva, Rusia y USA han emergido como potentes exportadores, alcanzando a Arabia Saudita, gracias al llamado 'tight gas' y 'shale oil'.

La utilización del gas natural como arma política debutó en el conflicto entre Rusia y Ucrania, dejando a la Unión Europea como victima del gas ruso que tanto necesita. Y el gas estrechó el vínculo entre Rusia y su nuevo cliente, China. También hay un fuerte contenido de gas en la guerra en Siria, porque todo comenzó con el gasoducto desde Irán al Mediterráneo, que objetaron, por diferentes aunque confluentes motivos, sauditas, israelíes y cataríes.

En este contexto se debe entender la ruptura del pacto de USA con Irán, el mayor proovedor de energia de Asia fundalmente a China y Japón. Pero también la cercanía de Rusia e Irán (Moscú ya terceriza el crudo iraní).

La energía no renovable está dividiendo al planeta en dos bloques: el europeo/asiático, que es importador de energía; vs. el de Rusia + USA + Arabia Saudita que es exportador.

En este contexto, Mauricio Macri le habla a los mercados y al mundo mostrando Vaca Muerta como aval de sus pedidos de financiamiento.

Así como Raúl Alfonsin priorizó la institución "República" como forma de gobierno recitando el preámbulo de la Constitución de 1853 y la apertura a mundo a través del Mercosur, Macri asume un rol de empresario y exhibe Vaca Muerta en forma más audaz de lo que había comenzado a realizar Cristina Fernández de Kirchner, quien imaginó una re-reelección montada en los campos de fracking neuquinos hasta que la derrota electoral de 2013 destrozó la ambición.

Macri quiere pertenecer al selecto grupo de exportadores de gas y declama al mundo como un futuro consumidor tanto de productos agrícolas como energéticos. Entonces, por ejemplo, Macri sabe que el FMI se encuentra bajo control de USA y lo necesita para conseguir financiamiento, pero lo condiciona quien podría ser su mayor comprador de soja y energía, que es China.

Una observación: Macri es muy pobre en la ejecución. Por ejemplo, el fracking precisa de arena, que está en Mendoza, ¿dónde está el ferrocarril para el traslado? ¿O acaso lo piensa hacer en camión? Podría continuar la lista de pendientes para un Presidente que repitió el error de CFK de comprar material ferroviario chino que llegó hasta sin manual para mantenimiento.

En el mientras tanto, el escuadrón antiexplosivos del Banco Central, ayudado por el FMI, intenta postergar un posible estallido de la bomba de Lebacs que creó el propio Gobierno. Al menos, se espera que ocurra lo más lejos posible de las elecciones. El precio a pagar es la pérdida del acompañamiento de la sociedad. Macri queda acompañado por

> el sistema financiero, que necesita recuperarse de las pérdidas sufridas con la mala praxis de la Administración Cambiemos;

> aún parte de la gente de campo, que entre la sequia y el valor de la soja en el limite de US$ 300 la tonelada, ya no tiene mucho margen de rentabilidad ni siquiera en la 'zona núcleo' (otra vez: ¿el ferrocarril para reducir el costo del transporte a puerto de embarque?), y

> un cierto respaldo internacional, que le puede garantizar el éxito electoral vía financiación pero no su fortaleza interna para gobernar.

A Macri aún le queda pendiente decidir quién se hará cargo de un ajuste que necesitará más recursos que los que concede el FMI, en un escenario global de retiro de los fondos de la economías emergentes, como resguardo de las consecuencias de la nueva guerra comercial.

Es una obviedad afirmar que el plan de Mauricio Macri era para un escenario global con Barack Obama o Hillary Clinton, no con Donald Trump, y le ha resultado harto complicado actualizar su software intelectual.

La suma de estas circunstancias, en especial el ajuste de la economía, conduce a los responsables de las campañas electorales, hoy según ellos en situacion de balotaje. Del Plan Perdurar se pasa al clivaje del Plan Dividir: quien más fragmente al adversario es quien conseguirá el triunfo. Macri intenta astillar el peronismo pero resulta que Cambiemos padece grietas profundas.

Hay un límite a todo esto: la abultada deuda pública externa requiere de alguna unidad en las decisiones a tomar.

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