SADOUS Y LA EMBAJADA PARALELA

"Si sigue habiendo impunidad, habrá tentación de seguir robando"

Cuando Eduardo Sadous denunció la "embajada paralela" que la Argentina había montado en Venezuela, el escándalo fue grande pero no tuvo consecuencias para quienes habían montado semejante enormidad. Ahora que regresa todo aquello, era oportuno convocarlo al ex embajador argentino en Caracas.

* Por un lado, la enorme satisfacción de ver en la cárcel o imputados a muchos de los que integraron la así llamada "embajada paralela" en Venezuela, que surgió a la notoriedad en 2005 cuando informé a la Cancillería acerca de la desaparición de US$ 90 millones del fideicomiso manejado por PDVSA, la empresa petrolera venezolana, depositados en la cuenta de esa empresa en Nueva York y destinados únicamente al pago de bienes y servicios de empresas argentinas.

El dinero en esa cuenta se originaba en los pagos por parte de nuestro país por la compra de fuel-oil venezolano y, tal como dije, estaba destinado únicamente a pagar las exportaciones argentinas al país caribeño. Pues bien, esos US$ 90 millones que faltaban, y que originaban quejas de empresarios argentinos a la Embajada a mi cargo porque no les abonaban lo que habían vendido a Venezuela, habían sido traídos a Caracas, cambiados en el mercado negro, comprado el equivalente en el mercado oficial, y se habían quedado los autores del desfalco con una diferencia de cambio de US$ 14 millones.

Cuando me enteré de esto, lo informé a la Cancillería en enero de 2005, a través de un cable secreto titulado "Grave corrupción", y ello motivó mi traslado al país y mi reemplazo por Nilda Garré.

Es interesante mencionar que la Cancillería jamás contestó a mi comunicación y me enteré a los pocos días del envío de ésta, a través de Página/12, de mi reemplazo por una nota en primera página de ese diario que decía "Garré a Venezuela".

Cuando lo llamé por teléfono al canciller Rafael Bielsa, quien hacía pocos meses me había ratificado que estaban conformes con mi labor, nunca me devolvió el llamado.

Por su parte, el entonces vicecanciller Jorge Taiana sí me devolvió el llamado y, al reclamarle que resultaba insólito que después de 32 años de carrera diplomática me tuviera que enterar por el diario de mi traslado, su respuesta fué que el Canciller también se había enterado por el diario, y que había sido una decisión del propio Néstor Kirchner mi reemplazo, sin participación de la Cancillería.

Allí comenzó un exilio interno, que me tuvo casi un año en mi casa, sin funciones, y después un largo período con funciones de menor relevancia, hasta que solicité mi jubilación en 2012.

Por todo ello, espero que los delincuentes que montaron esta "embajada paralela", algo que nunca he visto en casi 40 años de vida diplomática, den con sus huesos en la cárcel por muchos años y se les confisquen sus fortunas malhabidas.

* Por otro lado, me invade una profunda tristeza al ver a nuestro país, un país por el cual muchos de mis antepasados dieron sus vidas y sacrificaron todo en la Conquista, en la fundación de Buenos Aires, en la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, en la Organización Nacional, en la política en épocas que los políticos perdían sus fortunas, y no las hacían, al servicio del país... En fin, ver que esa Nación orgullosa de haber llegado a ser la 7ma. economía del mundo en épocas del primer Centenario, esa Nación que tuvo Presidentes de la Nación de las calidades y envergadura de Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini, Marcelo T. de Alvear, Arturo Frondizi, y tantos otros, haya caído tan bajo, que durante doce años y medio, y tres mandatos presidenciales, haya estado en manos de una banda de delincuentes, que acumulaba los dineros robados en bolsos o valijas.

Ello, en un país, con un 30% de la población bajolínea de pobreza, con una infraestructura escolar y sanitaria colapsada y con índices en algunas zonas que nos equiparan a pobres naciones africanas.

Por ello espero, que aquellos que me denunciaron por falso testimonio y por incumplimiento de los deberes de funcionario público, es decir Julio De Vido y Claudio Uberti y, por supuesto, sus jefes, ya que estos eran peones, peones jerarquizados pero peones al fin, en el esquema de saqueo instaurado primero en Santa Cruz y luego en la Nación, cumplan penas tan severas que inhiban a posibles futuros gobernantes corruptos de seguir en esa senda.

Si ello no ocurre, no nos sorprendamos en el futuro de mayores saqueos, si ello es posible, de los que estamos viendo y escuchando impúdicamente en las pantallas de televisión y en los diarios todos los días. Si sigue habiendo impunidad habrá la tentación de seguir robando.

La sociedad exige a la Justicia que actúe hasta las últimas consecuencias, despertando de su letargo oportunista que tanto daño nos ha hecho y que nunca más tengamos jueces como Norberto Oyarbide, Eduardo Freiler, Jorge Ballestero, Rodolfo Canicoba Corral, que constituyen una verdadera afrenta a la dignidad de una Nación.

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