¿AGUANTAR Y RECUPERARSE?

Macri, sin respuesta: con "bolsones" para pobres, no hay plan para los del medio

El presidente Mauricio Macri viajó a Nueva York a despejar dudas, en el exterior, sobre el rumbo de la economía, el ajuste, la situación política local, pero dejó acá un tendal de dudas que, en medio de la recesión económica no deja mucho margen al tiempo. Una de ellas, la más importante quizás por su dimensión, sin tener en cuenta la repercusión en las urnas, se la plantea la clase media para la cual no sirven ni los planes ni los bolsones...

 
 
El plan de Mauricio Macri en Nueva York es despejar dudas sobre el rumbo de la economía argentina, asegurarles que el ajuste fiscal "va en serio" y demostrar, además, que tiene margen político para implementar reformas, incluso en un año electoral. 
 
Pero esa idea, traducida a la perfección por el diario 'Clarín', deja más dudas aún en nuestro país. Ese ajuste "en serio" en una economía en recesión (más allá del calendario electoral para el 2019), ya está mostrando algunas dificultades.
 
Para "compensar" el Gobierno ya anunció incluso algunas concesiones a los sectores más vulnerables. Quizás lo más fácil: reasignar partidas para atender comedores, ampliar programas alimentarios, entre otras asistencias, siempre con planes, Asignación Universal por hijo, etc, que implican "soltar un poco de dinero".
 
El problema real llega siempre cuando se habla de compensaciones a la clase media, el segmento más amplio y diverso de la pirámide social, clave además para cualquier candidato que quiera ganar elecciones. Estamos hablando del 45% de la población, que además es el sector más reacio a realizar el sacrificio, aún aquellos sectores del segmento que están un poco más acomodados.
 
Como sea, ¿es correcto que sea siempre este sector el que deba hacer el mayor esfuerzo? 
 
En principio cabe destacar que no hay sólo una clase media: hay rural, urbana, media baja, media alta... En cambio, hay 1 sola clases alta, que respresenta al 5% de argentinos.
 
"La clase media tiene hoy el problema de la pérdida de poder adquisitivo para lograr mantener el nivel de vida que pretende. Pero sí hay que distinguir entre la clase media alta, que tiene resto y espalda, y entre la clase media baja que tiene una situación de ingresos más acotada", afirmó hace poco un analista. 
 
Con todo, el único segmento que atraviesa la situación más compleja es la clase baja que no es pobre y que se autopercibe como de clase media.
 
Los sectores medios y medios bajos, integrados por muchos profesionales, empleados, monotribustistas y autónomos, pequeños y medianos comerciantes, dueños de Pymes o chacareros, no cuentan con la ayuda del Estado y están sufriendo la mayor parte del peso en el financiamiento del gasto público, explican los economistas.
 
"La que más sufre en términos relativos la crisis es la clase media baja, la cual tenía expectativas de progreso y mejora, y una vez más para ellos la situación económica ha empeorado. Esto implica reducir en gastos de salud, educación, vivienda, recreación, etc. Esto implica tanto ser y sentirse efectivamente más pobres", afirma Agustín Salvia, director de Investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.
 
"El Gobierno mantiene y está ampliando planes sociales y ayudas alimentarias para que la situación no sea más grave entre los pobres extremos, pero la caída del nivel de actividad y de empleo, más el aumento del costo de vida, sobre todo en el sector informal vinculado al consumo interno, hace que los sectores bajos y medios bajos que habían logrado salir de la pobreza el año pasado vuelvan a estarlo este año", lamenta.
 
Por supuesto, remarca Salvia que el mayor riesgo, tanto para los de abajo como los del medio, es el aumento del desempleo por cierre de establecimientos o reducción de plantas de personal. 
 
Mientras, la clase media se enfrenta a intensos cambio de hábito para paliar la situación: va a segundas y terceras marcas, achica gastos, se acomoda a la situación de crisis. Para algunos implica interrumpir proyectos como cambiar el auto, comprar un terreno, u otros proyectos como hacer un viaje, organizar las vacaciones de verano, entre otros.
 
En el segmento medio y medio alto lo que más afecta, según lo analistas es la incertidumbre, la decepción y la falta de horizonte. 
 
El diario mendocino 'Los Andes' publicó esta mañana que las solicitudes de préstamos personales cayeron en el segundo trimestre del año allí en torno al 34% en el sector privado, en comparación con el mismo periodo de tiempo del año 2017, y en el trimestre en curso la situación continúa a la baja. 
 
Según analiza, la decisión de endeudarse responde más a una necesidad de pagar deudas que a un proyecto de inversión, ya sea cambiar el auto o comprar un terreno.
 
Según información suministrada por la Dirección de Estadísticas y Censos de la Provincia, las operaciones realizadas en Mendoza al sector no financiero totalizaron en poco más de $8.080 millones, cuando el trimestre anterior había alcanzado los $9.400 millones, es decir una caída del 14% nominal, y del 34% real (si se tiene en cuenta la inflación).
 
Allí, las solicitudes de préstamos personales venían creciendo mensualmente en torno al 3,4%, cuando la inflación no era muy superior al 2% mensual, pero a la fecha, el crecimiento mensual ha sido del 2% con una inflación que supera el 5% mensual.
 
Según señaló Jorge Day, economista de Fundación Mediterránea (Ieral), en este caso, la caída se mide en términos de poder adquisitivo, es decir que el capital solicitado por cada individuo perdió significativamente su poder de compra.
 
Esto se explica por cambios en el comportamiento de las dos partes involucradas en los préstamos personales, tanto la oferta como la demanda. “Por un lado los bancos tienen la obligación de mantener las reservas que el Banco Central les exige, para evitar problemas inflacionarios y por el otro, el aumento de las tasas de interés (por encima del 60%) hizo que la demanda tuviera un comportamiento más cauto”. “Hoy se pide más por necesidad que para inversión”, agregó.
 
Según dijo Rodrigo González, economista de Fundación Ideal, a 'Los Andes', "el combo: intereses altos, más devaluación, inflación y expectativas adversas, genera “una tormenta perfecta para deprimir al sector”".
 
En tanto, a nivel nacional, según el informe del Banco Central de la República Argentina, en el segmento en moneda local, los préstamos retrocedieron 0,8% en agosto, con caídas en las financiaciones instrumentadas mediante documentos, los créditos prendarios y personales.
 
Por su parte, los personales mostraron una disminución de 0,9% en agosto en términos reales (teniendo en cuenta la inflación) y ajustados por estacionalidad. 
 
Según el informe de la Encuesta de Condiciones Crediticias de la entidad, durante el segundo trimestres del año prevaleció una moderada restricción de los estándares crediticios en todas las líneas de crédito a las familias. En el segundo trimestre de 2018 la demanda crediticia percibida de las familias disminuyó de forma generalizada, principalmente por tasas de interés poco atractivas, y los créditos al consumo mostraron caídas muy significativas (de -27,3%) al igual que los préstamos hipotecarios (-37,8%).
 
En tanto que para el tercer trimestre en curso, el Banco Central espera que la caída continúe, “siendo más significativa (la disminución en la demanda) en los hipotecarios, de -34% y en los prendarios de -26,6%”.
 
Los bancos encuestados por el Central indicaron el deterioro de la situación económica (actual y perspectivas) y el aumento del riesgo de la cartera crediticia, fueron los factores que principalmente explicaron esa evolución negativa.
 
El futuro no parece mostrar esperanzas, menos aún para este sector social. Apenas cabe una pregunta: ¿Tendrá otra vez este sector la gran capacidad histórica que ha tenido siempre para recuperarse? Esperemos que no sea necesario demostrarlo... Al menos, no tanto. 
 

Dejá tu comentario