AGITADO DISCURSO DE LASPINA

"Agradecemos la solidaridad del campo que siempre está ahí"

Intentó socializar el fracaso de Mauricio Macri: Luciano Laspina, diputado nacional Cambiemos/Santa Fe, es el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados de la Nación, y él tuvo que explicar el enfoque del Ejecutivo Nacional acerca del Presupuesto 2019. Él también inició la guerrilla verbal con una frase provocadora: "Voy a dar más datos sobre el descontrol fiscal de la Argentina, que no es de los últimos diez años, no es del kirchnerismo. En esto, muchachos, hay que reconocer que ustedes fueron quizá los mejores, pero no los únicos en el descontrol fiscal."

Sr. Presidente (Monzó).- La Presidencia saluda la presencia de los intendentes municipales de la provincia de Buenos Aires sentados en el palco bandeja ubicado a mi izquierda. (Aplausos.)

Sr. Presidente (Monzó).- Conforme a lo acordado en la reunión de la Comisión de Labor Parlamentaria, con el fin de agilizar el desarrollo de la sesión esta Presidencia propone realizar en forma conjunta la consideración en general de los órdenes del día que figuran en el temario de la convocatoria y su posterior votación por separado.

Si hay asentimiento, así se hará.

- Asentimiento.

Sr. Presidente (Monzó).- Corresponde considerar en general los dictámenes de la Comisión de Presupuesto y Hacienda recaídos en los proyectos de ley sobre presupuesto general de la administración nacional para el ejercicio fiscal correspondiente al año 2019 (Orden del Día N° 537), sobre consenso fiscal (Orden del Día N° 531), sobre régimen para pequeños productores de tabaco y de caña de azúcar (Orden del Día N° 532), sobre ley de impuesto a las ganancias, modificación sobre índice de precios (Orden del Día N° 533) y sobre ley 23.966, de impuesto a los bienes personales, modificación sobre exenciones y progresividad del gravamen (Orden del Día N° 534).

Aquí órdenes del día N° 537, 531, 532, 533 Y 534.

Sr. Presidente (Monzó).- En consideración.

Tiene la palabra el señor diputado Laspina, por Santa Fe.

Sr. Laspina.- Señor presidente: tenemos hoy en este Parlamento una agenda fiscal importantísima. Creo que estamos ante un escenario que requiere de una enorme responsabilidad de todos los diputados.

Nosotros creemos que para que la Argentina crezca, tenga estabilidad y se reduzca la pobreza tiene que haber equilibrio de las cuentas públicas. La Argentina ha estado en las últimas décadas dentro de un círculo vicioso de inestabilidad fiscal, crisis, ajuste y pobreza, del que hasta hoy no hemos podido salir. En cada crisis, el ajuste lo sufren los argentinos, sobre todo los más vulnerables. Se trata de un ajuste fruto de una crisis que parte del problema de la dirigencia política de no poder ponerse de acuerdo para equilibrar las cuentas públicas.

En las últimas décadas las crisis han tomado distintos ropajes, pero siempre han tenido una raíz principal, que es el desequilibrio de las cuentas públicas: se gasta más de lo que recauda el Estado. Esos ropajes a veces toman la forma de un default, de una devaluación, de un cepo, de una hiperinflación. La Argentina ha tenido dos hiperinflaciones en su historia, a pesar de no haber atravesado por una guerra. Es un caso inédito, que creo que solo lo comparte con Bolivia. También esos ropajes han tomado la forma de un corralito, del Rodrigazo en la década del 70, cuando el déficit fiscal llegó a 12 puntos del producto.

Los argentinos hemos encontrado distintos ropajes para la misma razón que ha provocado estas crisis: el desequilibrio de las cuentas públicas, que se lleva puesta la macroeconomía de la Argentina y somete periódicamente a los argentinos a un tremendo ajuste.

Voy a aportar algunos datos sobre el descontrol y desmanejo de la causa de todos los males, que es el déficit fiscal. En los últimos cincuenta años tuvimos en promedio una crisis fiscal cada cinco años, que la sufren los argentinos y explican por qué, a pesar de que la Argentina ha crecido en términos del producto en los últimos veinte años, y a pesar del crecimiento del gasto público ‑que ha sido récord durante el kirchnerismo‑, la pobreza no baja. Y la pobreza no baja porque cada crisis genera una redistribución de ingresos de los más pobres a los más ricos. Cada crisis genera una distribución regresiva, y la raíz de esas crisis es el déficit fiscal, del cual somos principalmente responsables los que estamos en este recinto. Cada uno tendrá que hacer su mea culpa de lo que ha hecho durante su gestión como diputado en los últimos años, aprobando presupuestos ficticios o aceptando el descontrol de las cuentas públicas.

Voy a dar más datos sobre el descontrol fiscal de la Argentina, que no es de los últimos diez años, no es del kirchnerismo. En esto, muchachos, hay que reconocer que ustedes fueron quizá los mejores, pero no los únicos en el descontrol fiscal.

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- La Argentina pasó un tercio de su historia en default.

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Presidente (Monzó).- Diputados, por favor, silencio.

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- Mantengamos la calma.

Según datos de Reinhart y Rogoff, la Argentina pasó un tercio de su historia en default, desde el primero que se registra, en el año 1827.

Desde 1913 hasta 2018 tuvimos 88 años de déficit fiscal primario. Si uno hace la cuenta lineal de los déficits fiscales de los últimos 105 años, equivale a 250 puntos del PBI. Es decir, si no hubiésemos hecho tantos defaults ni reestructuraciones, tendríamos una deuda de 250 puntos del PBI.

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- El impuesto inflacionario ha sido una constante del financiamiento del sector público. Es decir, cuando se agota el crédito apelamos a “la maquinita”, o sea, a la máquina de imprimir billetes.

Desde 1940 a la fecha le sacamos 13 ceros a la moneda por el impuesto inflacionario, que es quizás la estafa más flagrante sobre los sectores más vulnerables.

La inflación promedio en los últimos cincuenta años fue del 170 por ciento. Desde 1960 –por tomar un período relativamente reciente de nuestra historia-, tuvimos superávit fiscal solo en cinco años, y fueron los cinco años que siguieron a la mega licuación catastrófica del año 2002. El superávit fiscal llegó al 3,5 por ciento del producto, y cuando se fue el kirchnerismo, nos dejó casi 4 puntos de déficit fiscal en ese período.

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- ¡Cómo les cuesta escuchar! ¡Por favor! ¡Es una cosa increíble! ¡Cuánta intolerancia! (Aplausos.)

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Presidente (Monzó).- ¡Por favor, señores diputados!

Continúa en el uso de la palabra el señor diputado por Santa Fe.

Sr. Laspina.- Voy a mencionar algunos datos más, y con esto termino.

Para tener idea de lo que ha representado la Argentina, y fundamentalmente una dirigencia política que no ha estado a la altura de las circunstancias, entre 1900 y 2010 nuestro país experimentó cinco reestructuraciones de deuda externa, cuatro reestructuraciones de deuda interna, ocho crisis bancarias, dos hiperinflaciones, veinte programas de estabilización con el Fondo Monetario Internacional ‑incluyendo el que firmó Néstor Kirchner-, y además, en 2001 y 2002 tuvimos la peor crisis económica, social e institucional de nuestra historia, todo a causa del déficit fiscal.

Según datos del Banco Mundial, luego de analizar la performance económica de 200 países en los últimos setenta años, la Argentina está entre los de menor crecimiento. Si hubiésemos crecido como Uruguay –no digo como Noruega o como Finlandia-, hoy tendríamos el PBI per cápita de España. Fíjense si no le erramos con las políticas. Y yo creo que el principal error es no haber tomado el toro por las astas para eliminar el déficit fiscal, que es la raíz de todas las crisis que sufren los argentinos. (Aplausos.)

Sra. Vallejos.- ¡Esa es la excusa para ajustar!

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- Hay una lógica perversa que tenemos que desterrar en este Congreso y en la mentalidad de toda la dirigencia política, que es este arte de sacarles un poco a muchos para darles mucho a pocos, que es todo lo contrario de lo que debería ser la esencia de la política. Nosotros venimos viendo cómo crece ese mecanismo en los últimos años. Es ese dirigente político que sube algún impuesto para después darle un cheque al que se saca la foto.

Todos los que estamos en el Congreso de la Nación sabemos que es muy difícil resistir las presiones y los embates de los sectores, de los grupos económicos, y no caer en esa tentación. Y hemos sido frágiles porque los incentivos no son los mejores. Es muy difícil decirle que no a alguien porque no alcanzan los recursos. Es muy difícil ponerse en el lugar del contribuyente, que muchas veces está ausente en este recinto, y decir que no podemos seguir subiéndole los impuestos a la gente, que no hay plata para lo que piden, por más que sea una causa noble. Porque cuando la plata no está, aparece el déficit, luego la deuda, y detrás de ella, la crisis.

El gasto público durante el kirchnerismo pasó del 26 al 42 por ciento del producto, y al final del camino no reportó ni un solo indicador de mejora en los datos respecto de la pobreza, de mejora en los datos de infraestructura, de mejora en la calidad educativa, de mejora en los servicios de salud ni mucho menos en materia de lucha contra el narcotráfico y la inseguridad.

Este es un doble fracaso del Estado: un Estado que gasta más de lo que recauda, que les genera crisis periódicas a los argentinos y que con esos impuestos no les brinda servicios. Debe ser un caso único en el mundo, donde ahogamos al sector privado con impuestos. Probablemente la Argentina tiene la presión tributaria más alta del mundo –también según datos del Banco Mundial- sobre las empresas del sector privado. Esto es algo que aún hoy seguimos haciendo y que lo reconocemos como gobierno. Al principio de nuestra gestión quisimos darle un alivio al sector productivo; primero al campo, que había puesto el lomo durante muchos años bancando el descontrol fiscal del kirchnerismo, y entonces bajamos las retenciones. Ahora le tuvimos que volver a pedir un esfuerzo, en el medio de la crisis, y solidariamente el campo volvió a apoyar a la Argentina en momentos de necesidad.

Hicimos una reforma tributaria para bajar impuestos, una parte de la cual aún sigue en pie. Trazamos un camino de reducción gradual del déficit fiscal, pero los mercados nos dijeron “hasta acá llegamos, hasta acá te acompañamos; ahora no tenés más crédito”, y tuvimos que ir al Fondo Monetario Internacional, que es el prestamista de última instancia de los países, con el cual estamos en este momento renegociando un nuevo acuerdo.

El legado del kirchnerismo fue inédito, y con esto termino de hablar del pasado, porque para explicar el presente hay que explicar primero el pasado, y recién después mirar el futuro.

Sr. Tailhade.- ¡Hablá del presupuesto!

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- El legado del kirchnerismo fue inédito: el gasto público más alto de la historia, los impuestos más caros del mundo y un déficit no financiable frente al cual nosotros tuvimos que salir de manera urgente a resolver el default y a tratar de convencer a los inversores de que nos financiaran la transición al equilibro fiscal para no tener que hacer un ajuste fiscal dramático en los primeros meses de gestión de nuestro gobierno.

Además de todo eso, nos dejó uno de los peores datos de pobreza que se recuerden en la Argentina, con lo cual se produjo una combinación inédita. Digo esto porque uno puede encontrar un gobierno que gasta mucho, que cobra muchos impuestos, pero que genera una redistribución de ingresos, mejora los índices sociales, disminuye la pobreza, mejora la educación, aunque quizás ahoga un poquito al sector privado. Pero acá hicimos todo: ahogamos al sector privado, tenemos déficit fiscal y no mejoramos ni un solo indicador. Ustedes lo hicieron posible.

El fracaso del gradualismo es, por qué no decirlo, el fracaso de un país con una larguísima historia de incumplimientos.

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- Ya lo mencioné al principio. Nosotros quisimos financiar en los mercados voluntarios una transición al equilibrio fiscal, pero somos un país que ya cayó muchas veces en la tentación del populismo, de gastar más de lo que se recauda; somos como el alcohólico que intenta recuperarse, pero el mercado no nos cree. Y la verdad es que no hay muchas formas de financiarse cuando uno gasta más de lo que recauda. Ya sabemos cuáles han sido los métodos, porque los acabo de mencionar: imprimir dinero y generar más inflación, manotear los recursos de la ANSES, manotear las reservas del Banco Central. Ya no queda nada. Lo único que nos quedó es la confianza que generó este gobierno en algunos mercados para financiarse.

La preocupación por el aumento de la deuda solo se resuelve equilibrando las cuentas públicas. Es tan simple como sucede en una casa: si uno gasta lo que recauda, no le pide al banco; en cambio, si uno gasta más de lo que ingresa, tiene que pedirle a alguien, ya sea al banco, al prestamista de la esquina, al usurero o a quien fuere.

A pesar de que entendíamos que la estrategia gradualista que habíamos trazado era la mejor para la economía y los argentinos, necesitábamos de la confianza de los mercados internacionales. Así, llegamos a un punto final que está atado a los cambios en las condiciones internacionales ‑sobre los que no conviene explayarnos‑, como así también a la historia de incumplimientos de la Argentina.

Entonces, nos propusimos mirar a los ojos a la sociedad y hacer lo que hace mucho tiempo no hacía la dirigencia política: atender a los sectores que golpean las puertas de nuestros despachos para pedirnos algo. Muchas veces es difícil decirles que la plata de los contribuyentes argentinos no alcanza para esto, pero sí para lo otro. Con este proyecto nos propusimos decirle a la sociedad que no necesariamente usufructúa del gasto público que aprobamos, que sufre la crisis, mirándola a la cara, que para esto hay plata y para esto no. Esto es lo que busca el proyecto de ley de presupuesto para 2019; lo hace equilibrando las cuentas, pero priorizando la inversión social. Este es un enorme desafío del que también es responsable el Congreso. Lo digo con un sentido positivo, habiendo aprobado leyes que garantizan un piso de asistencia social para los más vulnerables, que se mantienen con este proyecto de presupuesto.

Por estas razones, quiero agradecer la valentía y la responsabilidad de una dirigencia que entiende la necesidad de apoyar esta herramienta de gestión de gobierno y de evitar nuevas crisis a los argentinos. Agradezco la valentía de una oposición que trabaja para que al país le vaya bien y no para que al gobierno le vaya mal, especulando con volver a un pasado que muchos argentinos no quieren recordar.

El proyecto de ley de presupuesto preserva la inversión social, que alcanzará una participación récord en la historia de los presupuestos. Si uno mira los datos duros del presupuesto, no la especulación ni la chicana política, nota que las prestaciones sociales aumentan un 37 por ciento. Me refiero a lo urgente, a lo que consideramos urgente, como ser la atención a los sectores más vulnerables, el crecimiento de la AUH, las jubilaciones y las pensiones. Estas prestaciones crecen un 37 por ciento en el proyecto en consideración.

Por otro lado, los fondos destinados a las universidades crecen un 33 por ciento. Apunto a lo importante, al largo plazo, a la educación. Nosotros priorizamos porque gobernar es priorizar. No alcanza para todo, por eso tenemos que priorizar. Nosotros priorizamos lo urgente y lo importante. (Aplausos.)

Este presupuesto es austero en materia de inversión pública no solamente porque queremos que la inversión privada comience a financiar la infraestructura a través de los programas de participación público privada. Encontramos muchas piedras en el camino que precisamente no son responsabilidad de nuestro gobierno. Hay empresas involucradas en tremendos casos de corrupción que paralizaron los programas de participación público privada. No importa. Es parte de la herencia, lo tomamos y también vamos a resolverlo. Este es un presupuesto austero pero, ¡cuidado!, permitirá terminar todas las obras públicas en ejecución. Esto se lo digo a la vecina que está mirándome desde su casa y que tiene la vereda rota porque le están haciendo el cordón cuneta. Las rutas, los gasoductos y tantas obras en ejecución que los argentinos ven, filman y suben a las redes sociales, serán terminadas. Todo ello está contemplado en este proyecto de ley de presupuesto.

Por otra parte, hay mucha austeridad en el gasto. ¡Sí! Austeridad no es sinónimo de ajuste. Que quede claro: austeridad no es sinónimo de ajuste. El ajuste ya lo hace la gente. Es hora de que haya austeridad en el Estado, cuidando la plata de los argentinos. La plata no es nuestra, no es de la dirigencia política, no es de un partido político, no es de un gobierno, sino que es de los contribuyentes. (Aplausos.) Tenemos que ser responsables, tenemos que ser austeros. Por eso, bajamos un 40 por ciento el costo de las licitaciones en las construcciones viales, porque estamos cuidando la plata y haciendo licitaciones más transparentes. (Aplausos.) ¡Cuidamos la plata de los argentinos!

El proyecto original del oficialismo contempló muchísimos cambios pedidos por la oposición, aun de la que no votará a favor de esta iniciativa, pero que igualmente solicitó modificaciones que fueron introducidas. Algunas fueron solicitadas por el diputado Lavagna, a quien veo sentado en su banca y no sé si votará a favor o no. Otras pocas por el kirchnerismo y muchísimas por el bloque Argentina Federal, fundamentalmente en defensa de sus provincias y de los compatriotas del norte, del sur y del centro de la Argentina que saben que el país no puede seguir con esta historia de volatilidad, crisis, ajuste y pobreza en la que estamos entrampados desde hace varias décadas.

Como se aprecia, planteamos un esfuerzo fiscal compartido que no solo recae en el sector público nacional. En partes iguales la Nación, las provincias y el sector privado, fundamentalmente el exportador, están haciendo esfuerzos para lograr el equilibrio fiscal.

Al sector exportador de la Argentina –a quien le agradecemos el esfuerzo‑ le aplicamos transitoriamente retenciones que ayudan a transitar el camino del equilibrio de las cuentas públicas. Asimismo, pedimos disculpas a quienes invirtieron y apostaron para competir en el mundo. A quienes hoy tienen que pagar este nuevo impuesto, les decimos que revisaremos la decisión en cuanto podamos salir de la situación de emergencia. Agradecemos la solidaridad del campo que siempre está ahí, a pesar de que se lo ha perseguido. En la Argentina muchas veces se logró matar a la gallina de los huevos de oro. Al hacerlo, realmente se generó más pobreza; no se consiguió una mejor distribución del ingreso ni se redujo esa pobreza. La estrategia fue pésima. Espero que algún día hagan un mea culpa.

Pasando a la adenda fiscal, fue firmada por dieciocho provincias que entienden la necesidad de arribar al equilibrio fiscal y que la corrección de las cuentas públicas se logra mediante un esfuerzo compartido, haciéndose cargo de más responsabilidades en materia de subsidios al transporte y de tarifa social de electricidad. Por supuesto que buscamos mecanismos compensatorios para las provincias, pero con más federalismo: las provincias hoy manejan sus recursos y deciden cómo administrar la tarifa social eléctrica y la tarifa social del transporte, decidiendo a quién subsidiar y a quién no. Ellas podrán hacerlo porque cuentan con más recursos. En última instancia, para el caso de que no alcancen esos recursos, creamos un fondo de 6.500 millones de pesos para asistir la transición al nuevo sistema y así evitar saltos bruscos en el valor del boleto del transporte y que los ciudadanos argentinos no paguen los costos administrativos de esa medida, porque a pesar de ser un esquema federal, la transición requerirá algunos meses.

Quiero darle un mensaje a la dirigencia política. El principal desafío ‑además de mirar a la cara a la sociedad y a los distintos sectores explicándoles para qué alcanza el dinero y para qué no‑ es priorizar los sectores más vulnerables y la educación. Esto es lo que podemos hacer con los recursos que tenemos. Al menos, este es el desafío de quienes votaremos a favor de este proyecto de ley de presupuesto, que por primera vez en mucho tiempo busca el equilibrio fiscal. Por supuesto que se trata del equilibrio primario ‑y me atajo antes de que venga la chicana‑, pero él garantiza la estabilización de la deuda en porcentaje del producto. Es un gran mérito si lo logramos. Seguramente me hubiese gustado ir al equilibrio financiero total, pero alguien tendría que decirme dónde se recortan tres puntos del gasto o a quién le subimos tres puntos los impuestos.

- Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Laspina.- Prometo no gritarles cuando en dos minutos haga uso de la palabra el señor diputado Kicillof, porque soy respetuoso de las diferencias. (Aplausos.)

El desafío político de los que estamos votando este presupuesto es decirle a los argentinos que esta crisis que están sufriendo no es una más, que haremos todo lo posible para que sea la última crisis de las que en promedio sufren los argentinos cada cinco años en los últimos 60 años.

Finalmente, quiero dar un mensaje a los ciudadanos que muchas veces son las víctimas de nuestras peleas y gritos, porque detrás de la pasión política, de las diferencias y de los colores –verde, celeste, blanco o amarillo- se oculta la racionalidad y se olvidan de los ciudadanos.

Primero, el mensaje para los ciudadanos y los laburantes ‑los que trabajan cada día y pagan sus impuestos con los que mantenemos el enorme Estado que les brinda pocos servicios‑ es que estamos cuidando cada peso de este presupuesto a fin de que llegue a los que debe llegar, para que no se pierda en el camino de la corrupción y las prebendas políticas que ha sido la principal razón de un Estado que no le da soluciones a la gente. (Aplausos.)

En segundo término, tenemos que perseverar en este rumbo a pesar de las dificultades. Hemos encontrado muchas piedras en el camino, pero debemos salir de la historia de fracasos y para eso tenemos la responsabilidad histórica de votar un presupuesto equilibrado, mantenerlo y cumplir con ese principio básico que deberíamos tener los dirigentes que es respetar a los contribuyentes y no gastar por encima de lo que se recauda mintiéndoles al decirles que alguien lo paga. Cuando le dijimos a la gente que todo era gratis porque lo pagaba el Estado, había cuentas incontrolables y programas infinanciables que hicieron que nos quedáramos sin energía, acumulando deuda y manoteando las reservas del Banco Central. Esa magia no existe más; nos dejó de rodillas.

En tercer lugar, sabemos que el camino es duro y que lo que están atravesando es difícil, pero sabemos también que el verdadero cambio histórico en la Argentina ocurrirá cuando la sociedad, por primera vez en la historia, no castigue al gobierno que le tocó pagar los platos de la fiesta populista. (Aplausos. Varios señores diputados rodean y felicitan al orador.)

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