SURFEANDO LA OLA

Solos y solas en estas fiestas: Claves para volver a festejar

A las personas que vivimos solas o que nos toca pasar las fiestas solas, la mente se nos puede en ir en devaneos y lamentos sobre la soledad. Para evitar esto, podés tomar acciones concretas. Decorá tu propia alma en lugar de esperar que te traigan flores. Si te aparecen celos o envida de las personas que están acompañadas, no te juzgues. Sos humano. Si aparece una invitación, aunque no sea la de tus sueños, adaptate. Siempre hay alguien que la está pasando peor que vos: ponete en posición de dar. La soledad no es un destino, las cosas son dinámicas, cambian todo el tiempo. Permití que la vida te sorprenda. Celebrá la oportunidad.

Hace 1 semana empezó noviembre y pareciera que de aquí al 24/12 y al 31/12, empieza una cuenta regresiva en la que todos nos ponemos más ansiosos, más impacientes, como si en lugar de acabarse el año se acabara el mundo y quisiéramos hacer todo junto en estos 2 meses. Empieza el famoso "balance" de fin de año, que por un lado puede ser muy útil si se lo encara como una oportunidad de pensar qué quiero cambiar para el año que viene, cómo voy a encarar mis proyectos, cómo seguir peleando por mis sueños. Sin embargo, a veces es inevitable, este balance se convierte en una excusa para darnos con un caño. Nos enojamos con nosotros mismos por todo lo que no pudimos hacer, o por las cosas que hicimos mal. Nos enojamos con la vida por aquello que hubiésemos querido que no pasara y pasó, y por aquello que deseábamos que pasara y no pasó.

Todos tenemos este tipo de lamentos en algún momento cuando se acerca fin de año. El problema es cuando nos quedamos pegados a ellos, y esta autocrítica o insatisfacción se vuelve permanente, se nos mete en la mente en la forma de un pensamiento obsesivo que no nos permite que ver que, más allá de lo que pasó o no pasó este año, nos están regalando otro. Estamos atravesando 2018 y entrando en 2019, lo que significa una nueva oportunidad. Si logramos concentrarnos en la posibilidad que nos regala el año entrante, en lugar de fijarnos en aquellos aspectos en los que 2018 se quedó corto o fue áspero, navegaremos las fiestas con altura. De lo contrario, Navidad y Año Nuevo podrían traernos algo de angustia.

Para las personas que vivimos solos y solas, o que por alguna razón en estas fiestas nos toca estarlo, es más fácil caer en la tentación del lamento, porque al no tener la distracción de la compañía de los otros, la mente puede entrar en un devaneo oscuro del que cuesta salir. Pero depende absolutamente de nosotros. Es decir, es posible cortar esa rumia y tomar acciones concretas para, no solo surfear estas fiestas cuando nos toca estar solos, sino celebrarlas, disfrutarlas. Celebrar la vida. Aquí, algunas ideas que nos ayudarán a salir de nuestro encierro mental, para los que solemos caer en él, y nos ayudarán a transportarnos a un lugar de alegría.

Decorá tu propia alma en lugar de esperar que alguien te traiga flores

Hay un texto llamado "Uno aprende", que se le suele atribuir a Jorge Luis Borges pero está muy cuestionado que sea de él, que resume algunos aprendizajes básicos de la vida. Entre ellos, hay uno que dice: "Uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores."

También en estas fiestas, si estás solo, podés tomar algunas decisiones previas que te ayudarán a disfrutar ese momento. Preguntatelo antes de las fiestas: ¿Cómo y dónde me sentiría mejor pasándolas? Si es en un restorán, elegí uno que tenga la comida y el ambiente que te encanten, y encaralo como un regalo que te estás dando a vos mismo.

El resto del mundo puede tener planes mucho mejores o mucho peores, pero ese día vos te vas a dar el regalo de ir a cenar al restorán que te gusta. Darte este mimo te hará dar cuenta que estar solo no necesariamente tiene que ser desolador si te sabés acompañar a vos mismo.

Sentir celos/envida de las personas que están acompañadas es humano; no te juzgues

Si en el restorán sentís celos o envidia de las personas que están acompañadas, no te juzgues a vos mismo. No digas "no debería estar sintiendo esto". Aceptá lo que sentís y no le des demasiado peso. Después de todo sos humano y es normal que anheles la compañía. Tené fé de que un día vos también vas a tener compañía. Mientras tanto, disfrutá tu tiempo con vos mismo.

Aprovechá para observar y prestar atención a cosas que no podrías si estuvieras acompañado. ¿Cómo es el mundo a tu alrededor? ¿Cómo son el resto de las personas? ¿Cómo viven las fiestas? ¿Qué les da alegría? ¿Qué los entristece? ¿Cómo están vestidas? ¿Cómo huelen? Si algo te da gracia, reíte. Si algo te da alegría, estremecete. Si algo te da tristeza, permitite llorar.

Lo importante es que las emociones fluyan, que si hay un momento triste, la tristeza no se te quede pegada. Aceptala, saludala, dejá que pase. Si no tenés la posibildad de ir a un restorán o te gusta más estar en tu casa, decorala. Aunque sea con detalles mínimos. Algo muy importante: intentá hacerte un regalo.

Estar solo es una circunstancia, no un destino. No hay nada malo en vos que te haga pasar las fiestas solo. Aprendé a apreciar tu belleza y valor. Entonces, regalate algo lindo.

Ponete en posición de dar

Otra idea es ponerte en una posición de dar. Podés estar solo, pero siempre va a haber gente que la está pasando peor que vos en estas fiestas. Que está pasando hambre o depresión- Siempre y cuando note vayas a contagiar de este sentimiento (en cual caso no serviría porque no podrías ayudar al otro ni a vos mismo), intentá darles una mano.

A veces solo una pequeña charla, unas palabras de aliento, pueden ayudar al otro. Y a vos también, porque te ponen en la posición de dar, y eso te cambia. Te hace sentir potente, que vos podés hacer una diferencia en el mundo.

Si aparece una invitación, aunque no sea la de tus sueños, adaptate: Permití que la vida te sorprenda

Quizás alguien te invite a pasar las fiestas a su casa pero no sea la invitación de tus sueños. Es decir, no sea tu opción más deseada pero es la que hay. Considerá ir. Preguntate, ¿la voy a pasar bien o estoy yendo solo para escapar de mí mismo? ¿Prefiero estar allí que solo? Si la respuesta es sí, andá.

Una vez tomada la decisión, tomá conciencia de que deberás adaptarte a un plan que quizás no era el que más querías pero que puede darte sorpresas. Permitite sorprenderte. A veces de lo peor, puede salir lo mejor.

Si todo lo demás falla, tomate un vino y olvidate

Si todo lo demás falla, emborrachate (dentro de los límites que no te pongan en peligro). Muchas culturas utilizan el alcohol para atravesar los ritos de pasaje. Cuando un año termina y empieza otro, es un pasaje. Nos conecta con lo finito del tiempo, y por eso a veces nos deprime. Hay algo de eso que no tiene solución, que no tiene una respuesta correcta. Un año se termina y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. No somos los directores del mundo, no podemos detener el reloj. Hay tanto sobre lo que no tenemos control, que hay un momento en el que solamente nos queda resignarnos y entregarnos a esta realidad. Quizás, beber un poco de alcohol te ayude en este proceso. A relajarte y reírte un poco de lo inevitable, de aquello que no podemos cambiar.

La soledad no es un destino, todo cambia: Dejá que te mueva el deseo y celebrá la oportunidad

Así como no somos los directores del mundo, tampoco somos sujetos pasivos incapaces de actuar. Hay acciones concretas que sí podemos hacer para sentirnos mejor en estas fiestas, a pesar de que hay circunstancias que quizás no elegimos, como estar solos. Sí podemos acompañarnos a nosotros mismos de la mejor manera posible. Darnos un poco de amor.

Incluso, si tenés la posibilidad de tomarte un micro e irte a Brasil y te dan ganas, no dejes de hacerlo. Es solo un ejemplo. Si se te ocurre una idea fuera de lo común y te da ganas, hacelo. Dejá que te mueva el deseo. No dejes que la soledad se te vuelva una idea fija, no lo sientas como un destino. Todo en la vida es dinámico, cambia todo el tiempo. Viví. Deseá. Celebrá la oportunidad de ser parte del mundo, de tener la posibilidad única y milagrosa de aportar tu grano de arena a la historia humana, aún desde tu humilde lugar.

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