ÁNGELES CAÍDOS

"Es la economía, estúpido": Por qué en el amor, NO siempre es buena la lealtad

¿A qué se parece más el amor? ¿A la luz, que cuanto más se aleja de su fuente se va disipando? ¿O al fuego? ¿Que al compartirse no hace otra cosa más que expandirse? Para Jeremy Sherman, estudioso de la ciencia de la toma de decisiones, el amor es un recurso finito y debemos considerarlo así. Decidir muy bien a quién o en pos de qué dedicaremos nuestro afecto, atención, devoción y adoración.

"Decisiones... Cada día, alguien pierde, alguien gana, Ave María... Decisiones, todo cuesta, salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía", dice una vieja canción de Rubén Blades. Decisiones. Todos los días las tomamos (y a veces, si no las tomamos, nos toman a nosotros). A veces son tan difíciles que nos trabamos, nos angustiamos, no sabemos qué hacer porque no sabemos qué es lo correcto o lo más importante para nosotros. Especialmente cuando se tratan de lo más complejo y hermoso que experimentamos como seres humanos: el amor.

El ser humano vive en un estado de tensión entre fuerzas que se oponen. Por ejemplo, uno puede amar mucho a su esposo/a y querer serle fiel, y al mismo tiempo está sujeto a la pulsión erótica sin límite. Estas son fuerzas que se oponen y presentan problemas existenciales al hombre que no tienen necesariamente una solución. Son parte de la vida. Todo lo que podemos hacer es aceptar que conviviremos siempre con estas fuerzas encontradas, e intentar convivir lo mejor posible con ellas.

Jeremy Sherman es un autor e investigador sobre la toma de decisiones difíciles. Llama a la filosofía que difunde al respecto bajo el término "ambigamia". ¿Qué es la ambigamia? "Los ambigamistas abrazan la tensión entre los opuestos, la fe y la duda, el romanticismo y el escepticismo, ser parcial e imparcial, amoroso y duro, yin y yang. No intentan reconciliar los opuestos con alguna solución universal en el medio. Por ejemplo, los ambigamistas saben que el amor severo no es una respuesta sino una pregunta crónica: ¿cuándo ser duro? ¿cuándo ser amoroso? Buscan la sabiduría para saber la diferencia entre las situaciones que demandan coraje para intentar cambiar las cosas, y las que demandan la serenidad amorosa para aceptar las cosas como son", describe en la revista Psychology Today.

¿Cómo se aplica esta filosofía a la hora de tomar decisiones en el amor? Sherman nos invita a hacer el siguiente ejercicio:

Imaginen un monstruo. Ahora imginen a alguien que apoya a ese monstruo. Lo apoya con devoción, dedicación, fe, compromiso, generosidad, amabilidad. A pesar de que todas estas cualidades (devoción, dedicación, etcétera) suenan como valores positivos universales, no lo son cuando son destinados a un monstruo.

Ahora imaginen al enemigo del monstruo. Con juicio, negatividad, ira, osbtrucción, resistencia y violencia, el enemigo bloquea al monstruo. Aunque estas características suenan como "negativas", no lo son cuando son usadas para frenar a un monstruo.

"Los comportamientos que son virtudes en una situación, son defectos en otra." Sherman explica que hay una confusión en creer que existen comportamientos universalmente buenos o malos. No siempre la lealtad es buena. No siempre el enojo es malo.

"Digamos que te sucede que encontrás con una persona muy mala, por ejemplo, un esposo alcohólico. Al comprometerte con él, haces de la lealtad una virtud. Ahora la situación es tan mala que no sabés qué hacer. Podrías irte, pero eso sería desleal, y la deslealtad siempre es mala. No, no lo es. Ese es el punto aquí", escribió Sherman.

Así lo describe Sherman en Psychology Today:

"La lealtad hacia las personas buenas es buena. La lealtad hacia las personas malas es mala. La lealtad en sí misma no es nada.

Los enemigos de la gente peligrosa son buenos. Los enemigos de las buenas personas son malos. Tener enemigos no quiere decir nada.

La negatividad hacia las cosas malas es una virtud. La negatividad hacia las cosas buenas es mala. La negatividad en sí misma no es nada.

El entusiasmo por las buenas personas es bueno. El entusiasmo por las malas personas es malo. El entusiasmo en sí mismo no es nada.

La esperanza por las cosas buenas es una virtud. La esperanza por las cosas malas es malo. La esperanza en sí misma no es nada.

La fe en cosas buenas es buena. La fe en cosas malas es mala. La fe en sí misma no es nada."

Esto, que puede parecer algo obvio, no lo es. A la hora de tomar decisiones, cuando nos sentimos en el desierto o en la oscuridad, sin una respuesta clara sobre lo que tenemos que hacer en el amor, sumidos en la angustia, buscamos aferrarnos a conceptos universales como por ejemplo, "la lealtad siempre es buena". Y la realidad es que no hay universales en esta materia. Cada cualidad es relativa, según la situación y la persona.

Hoy por hoy, apunta Sherman en otro artículo de Psychology Today, se habla mucho del "amor universal", pero hablar es gratis, y hay que tener cuidado con ciertas confusiones a las que nos puede inducir este concepto. "Los espiritualistas ha menudo hablan de irradiar energía amorosa, una sustancia espiritual imaginaria, paralela metafóricamente a una energía física. Si fuese una energía física, se disiparía en la distancia de acuerdo a la ley del cuadrado de la inversa. Como la luz, cuanto más lejos de la fuente, más débil será energía", escribió Sherman. Sherman cree que hay cierta hipocrecía en esto, porque el amor, la atención y el espíritu, no son recursos infinitos.

"No podemos declararnos a nosotros mismos como amantes universales", apunta Sherman. Considera que eso es una mentira: "Nadie ama todo. No se puede. En política, el mantra es 'es la economía, estúpido', la alocación y foco de recursos finitos. Para cada uno de nosotros, lo mismo va para el amor. Es la amor-onomía, estúpido. ¿Dónde deberíamos enfocar nuestro esfuerzo amoroso para que tenga mayor efecto al servicio no solo del bienestar sostenible local, sino colectivo?" Y a esto, a nivel sentimental personal, podríamos añadirle: ¿Cuándo, hasta cuándo y a quién vale la pena destinarle nuestros esfuerzos amorosos y lealtad? ¿Cuándo y hasta dónde la lealtad es buena? ¿Y cuándo nos convierte en eclavos de situaciones dañinas?

Preguntas que sólo la reflexión profunda nos puede responder. Esto es algo que nos puede llevar tiempo, pero siempre es mejor esperar ese tiempo y no inventar respuestas forzadas, basadas en supuestos principios universales como "uno siempre debe ser leal porque la lealtad siempre es buena" o bien, su contrario, que sería "uno siempre debe abadonar una relación que lo está haciendo sufrir". En las situaciones difíciles, no hay respuesta universal que valga. Deberemos encontrar la propia. Para eso, necesitamos ser corajudos y pacientes.

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