¿QUÉ LE PASÓ AL CANCILLER FAURIE?

El G20 fue un éxito, pero no será fácil capitalizarlo electoralmente

Muy satisfecho con la realización y el resultado del G20 el columnista Patricio Giusto aunque desliza algo a tener en cuenta: "No todo fue color de rosas con Xi Jiping. A China le preocupa que es casi un hecho que las dos centrales nucleares finalmente no se harán, por los problemas fiscales de la Argentina, sumado a algunas objeciones técnicas. Además, nuestro país rechazó firmar un memorándum de entendimiento para adherir a la mega-iniciativa china de “Una Franja, Una Ruta”. El canciller Jorge Faurie fue, quizás, innecesariamente áspero al referirse al tema (...)".

La cumbre de líderes del G20 celebrada en Buenos Aires fue un gran éxito, por diversas razones.

En primer lugar, la realización fue óptima desde el punto de vista logístico y de seguridad. Esto era uno de los principales temores previo a la cumbre, sobre todo teniendo en cuenta el escándalo inmediato del Boca-River suspendido por incidentes.

El momento más tenso fue durante la marcha realizada el primer día de la cumbre, pero llamó la atención -para bien- el relativo escaso número de concurrentes, como así también los incidentes, muy menores. En la cumbre previa, realizada en Hamburgo, los manifestantes anti-globalización literalmente quemaron la ciudad.

En segundo lugar, la cumbre de Buenos Aires culminó con la firma de un documento final, inclusive haciendo mención a los temas más polémicos, como ser las cuestiones comerciales y el cambio climático.

En este caso, también había un muy mal antecedente de los días previos: La cumbre de los países de la APEC, celebrada en Papúa Nueva Guinea, terminó por primera vez en su historia sin documento final, debido a las tensiones entre los EE.UU. y China. En Buenos Aires, en cambio, esas tensiones se alivianaron y se logró un trabajoso y fructífero consenso.

Por si esos logros fuesen pocos, lo más destacado no sucedió en el marco de la cumbre. El mayor foco de atención estaba puesto en el esperadísimo encuentro bilateral entre Donald Trump y Xi Jinping, cuyo resultado fue el acuerdo de una tregua de 90 días en materia de imposiciones tarifarias, para dar lugar a negociaciones que posibiliten resolver el conflicto comercial entre ambas potencias.

La sola realización de la cena entre Trump y Xi fue otro de los grandes logros de la cumbre del G20, ya que este decisivo encuentro peligró hasta último momento.

El balance para la Argentina

Respecto a la Argentina, el presidente Mauricio Macri estuvo a la altura de las circunstancias, exhibiendo un liderazgo positivo, que lo posicionó como un gran facilitador en el marco de grandes tensiones. Macri se las ingenió muy bien para hacer equilibrio entre la postura combativa de Trump, quien intentó usarlo, poniendo en su boca la referencia a las “prácticas predatorias de China”.

Macri desmintió al estadounidense con contundencia durante su conferencia de prensa. Culminada la cumbre, el mandatario argentino recibió en visita de Estado a su par chino, ratificando la importancia estratégica de China para el futuro de nuestro país. Se firmaron más de 30 acuerdos, que permitirán expandir los horizontes de comercio, inversiones y cooperación financiera, entre otras áreas. Por supuesto, ahora viene lo más difícil: hacerlos realidad para que no queden en meros papeles de buenas intenciones.

No todo fue color de rosas con Xi Jiping. A China le preocupa que es casi un hecho que las dos centrales nucleares finalmente no se harán, por los problemas fiscales de la Argentina, sumado a algunas objeciones técnicas. Además, nuestro país rechazó firmar un memorándum de entendimiento para adherir a la mega-iniciativa china de “Una Franja, Una Ruta”.

El canciller Jorge Faurie fue, quizás, innecesariamente áspero al referirse al tema: “La Ruta de la Seda es un objetivo estratégico de China y el de Argentina es vender”. No explicó bien por qué ambos serían contradictorios.

Como dato secundario, es una pena que el presidente Macri, sea por estar mal asesorado o bien preso de su característica espontaneidad, se haya referido al mandatario chino en varias oportunidades como “Jinping”, cuando lo correcto es llamarlo por su apellido, Xi.

Las cuestiones de forma suelen ser detalles no decisivos en política exterior, pero en este caso no cooperan en el acercamiento cultural con un país tan distante de nuestras formas, como lo es China. Hay un gran aprendizaje por delante, teniendo en cuenta que China será cada vez más importante para Argentina.

Un G20 difícilmente capitalizable en términos electorales

Lógicamente, Macri ahora quiere capitalizar electoralmente este impulso energizante del G20. Durante dos días, nuestro país vivió una especie de sueño, donde nos olvidamos de la vergüenza del fallido Boca-River, de los piquetes, de la inflación por encima del 40% anual o de que el 48% de los niños argentinos son pobres, de acuerdo a datos de UNICEF.

El gran desafío de Macri sigue siendo la economía, en un contexto donde hasta el propio Gobierno reconoce que “se vienen meses duros”.

El G20 fue un éxito y la imagen del país en el exterior ha quedado revitalizada. No obstante, el gran desafío sigue estando adentro.  Seguimos siendo nosotros mismos.

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