El 'caso Huawei' es muy interesante: se trata de una empresa que demostró que los chinos podían desarrollar patentes de nuevas tecnologías y no permanecer como exportadores de palitos para el sushi o juguetes de plástico.
MUCHA HIPOCRESÍA
El 'caso Huawei': Occidente reclama el monopolio tecnológico
Más allá de la causa judicial del Gobierno estadounidense que involucra a la ejecutiva china Meng Wanzhou, el 'caso Huawei' provoca otro debate acerca de una democracia occidental que está en crisis, y progresivamente se acerca, con formas autoritarias en nombre de una supuesta autoprotección, a la no-democracia (aunque en China afirman que hay otras formas de democracia alternativas a la de Occidente).
En Occidente provocó cuestionamientos porque el llamado Ejército Popular de Liberación habría promovido o subsidiado el desarrollo de Huawei, tal como ocurrió con en USA desde la 1ra. Guerra Mundial hasta el presente y sigue sucediendo con, entre otros, desde Motorola a Boeing y desde General Motors a Ford. Ni hablar de Francia y el Reino Unido.
Pareciera que hay empresas que sus gobiernos, incluyendo sus corporaciones militares, pueden ayudar, y otras que no. Y la vara es monopolio de oficinas en Washington DC.
En días recientes, Huawei es acusada de facilitar una supuesta/probable intrusión de China para obtener datos de gobiernos, empresas, organizaciones y hasta personas físicas usuarias de su tecnología.
No deja de sorprender que esta razonable intranquilidad de Occidente no se haya aplicado en tiempo y forma, por ejemplo, con Facebook, que fue presentada el 04/02/2004, y recién se la cuestionó a propósito del escándalo electoral estadounidense ocurrido el 08/11/2016. Es decir que se le permitió acumular para sí o para clientes, 12 años de acumulación de datos confidenciales de sus usuarios (gobiernos, empresas, organizaciones y hasta personas físicas). Cabe agregar que en diciembre de 2018 hay denuncias de que todavía no hay un cumplimiento completo de las restricciones sobre intrusión no autorizada o intrusión engañosa.
El Parlamento británico acaba de publicar más de 200 páginas de correos confidenciales intercambiados entre el fundador y director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, y sus principales subordinados, que sugieren que Facebook realizó acuerdos secretos para permitir que ciertos desarrolladores "amigos" siguieran accediendo a información sobre sus usuarios después de los cambios en materia de privacidad que siguieron al escándalo de Cambridge Analytica.
También provoca ironías que a Occidente no le resulte cuestionable la fabricación comercial de aplicaciones de espionaje, por ejemplo, de empresas de Israel que son utilizadas contra gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y hasta personas físicas consideradas sospechosas (virus Stuxnet, Flame, Triton); y el caso más concreto es el asesinato y descuartizamiento del columnista del The Washington Post, Jamal Khashoggi, por el gobierno de Arabia Saudí que había logrado (utilizando el software Pegasus, de NSO Group) intervenir la mensajería instantánea Whatsapp, de Facebook, y descubrir que el disidente podía ayudar a promover una red de denuncias opositoras en redes sociales.
Es injustificable permitir que Huawei realice intrusiones no autorizadas. Pero muchos críticos de Huawei lucen permisivos en otros casos de intrusión.
Es como si hubiese intrusión buena vs. intrusión mala.
Y hay que probar que existió la intrusión. La de Huawei hasta ahora es "una sospecha" de los gobiernos pero lo de Facebook fue probado.
El debate sobre Huawei sucede cuando Five Eyes o FVEY, la alianza de inteligencia gubernamental entre Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y USA (Acuerdo UKUSA multilateral), que desde la Guerra Fría desarrolló una red de espionaje global que llama Echelon, ahora pretende forzar a las redes sociales a permitir la intrusión irrestricta en su universo de usuarios.
Alguien podrá afirmar que el requerimiento de FVEY se justifica en el marco de la "guerra contra el terror" declarada por George Walker Bush en 2001, pero el ex analista de la NSA (National Security Agency), Edward Snowden, filtró en junio de 2013 documentos hasta entonces secretos que demostraron que el gobierno estadounidense espiaba a los ciudadanos incumpliendo las respectivas regulaciones nacionales restrictivas en materia de vigilancia a la población.
Por lo tanto, el asunto es muy controversial.
Más frontal, aunque aún no probada, es la acusación de que Huawei vendió tecnología a Irán cuando USA prohibió hacerlo.
El asunto se complica porque, por ejemplo, cuando Microsoft y Siemens vendieron el parque informático que precisaba Irán para iniciar sus plantas nucleares luego cuestionadas por USA e Israel, ninguno de sus directivos fue encarcelado.
Y polémico es el rol de USA e Israel 'patrullando' el mundo para decidir quién es legal y quién no lo es.
Es posible imaginar que hay un millonario mercado global de tecnología 5G en el que los gobiernos que lo dominaban y sus empresas no quieren que ingresen los chinos, y esto comenzó con las denuncias contra otra empresa china, ZTE.
Esta historia de Soldado Universal resulta tan real como ridícula pero en especial es censurable la tolerancia a ese rol que USA reclama para sí.
Detrás de esta sanción aparece otra vez la guerra comercial, que no es sólo entre USA y China porque el fracaso absoluto de la Organización Mundial de Comercio provoca una actualización de muchos otros conflictos en el marco de una macroeconomía global en riesgo de menor actividad.
El vicepresidente de la Comisión Europea (CE), responsable de Agenda Digital, Andrus Ansip, ha dicho en rueda de prensa en Bruselas (Bélgica, donde está la sede de la CE): "La pregunta es si debemos estar preocupados por Huawei u otras empresas chinas. Y sí, creo que debemos estar preocupados por esas compañías".
USA, Reino Unido, Japón, Australia y Nueva Zelanda (FVEY, menos Canadá pero con el agregado de los antiguos enemigos de China, los japoneses) cuestionan / restringen / prohiben la fiabilidad de las redes del gigante chino, y sin duda no es sólo intrusión sino básicamente dinero.
Sólo Canadá evitaba participar de la colisión contra Huawei. Las universidades canadienses realizan desde hace tiempo programas de desarrollo de la red 5G con la empresa. ¿Cómo quedará este vínculo ahora?
Será extenso el proceso de apelación de Huawei a cualquier decisión judicial canadiense contraria a la ejecutiva detenida, y habrá que seguir en detalle qué sucede en ese hilo de tiempo. Pero el tembladeral es verificable.
"Sin ninguna evidencia sólida, los gobiernos de Canadá y Estados Unidos pisotearon el derecho internacional básicamente" secuestrando "a la ciudadana chino Meng Wanzhou", escribió en las páginas del Global Times, Mei Xinyu, investigadora del Ministerio de Comercio. Global Times pertenece al Partido Comunista Chino.
Tom Fowdy, analista político británico que escribe para la red gubernamental CGTN (Televisión Central de China), dijo que Canadá acabó participando de una "toma de rehenes políticos por parte de la Administración Trump".
Más de 10.000 comentaristas chinos escribieron en la página de Weibo (el Twitter chino), arrobando a la embajada canadiense en China, contra Canadá, a la que llamaron "nación indecente", "matón", "chacal", etc.
A los 46 años, la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, hija del fundador Ren Zhengfei, de 74 años, es la sucesora probable al frente de la empresa.
Curiosamente, según la historia oficial no verificable pero difundida por la revista Forbes, cuando Huawei era 'amiga', Wanzhou cuestionó tanto a su padre su anterior trabajo de ingeniero militar que provocó la mudanza familiar a Shenzhen, donde creó Huawei con el equivalente de US$ 3.000, hoy día una corporación que gana US$ 7.300 millones al año.
La desventura de Meng Wanzhou tiene varias especulaciones:
> Es una zancadilla de propios chinos que no la quieren al frente de Huawei,
> Es una venganza de USA porque pone en riesgo su liderazgo tecnológico en rubros que nacieron en USA,
> Es una convocatoria general de USA a China a negociar las condiciones y límites de su expansión tecnológica, tal como hizo con Japón años atrás.
Urgente24 considera válidas las opciones 2 y 3.
Pero, en concreto, quedó en ridículo Xi Jinping, quien se sentó a cenar en Ciudad de Buenos Aires con Donald Trump cuando al menos varios de los que integraban la comitiva de Trump (¿y por qué no el propio Presidente?) ya conocían la detención inminente cuando Meng Wanzhou intentara hacer el puente aéreo de un vuelo a otro. No sólo le ocultaron la información sino que festejaron una supuesta tregua, que ya estaban saboteando.
Y quedó en evidencia los límites de cualquier tregua famosa, supuesto logro mayor del G20 en Ciudad de Buenos Aires.