UNA DÉCADA PERDIDA

La Xiplomacia en Argentina

Muy desventajoso el comercio con China: las exportaciones representaron el 7% del total exportado por Argentina en 2017; pero el 19% de las importaciones desde China. Entre 2008 y 2017, el déficit comercial argentino con China alcanzó US$ 44.592 millones. En cambio Brasil y Chile lograron millonarios superávits. Pero China es el 2do. socio comercial de la Argentina, detrás de Brasil. Esta realidad ameritaría una geopolítica estratégica. Pero no existe.

La visita del presidente Xi Jinping a la Argentina es un nuevo hito en la historia de las relaciones bilaterales. La gira también incluyó a España, Panamá y Portugal, aunque el eje político estuvo centrado en la cumbre del G-20.

La diplomacia presidencial china, también conocida como “Xiplomacia”, aprovechó esta plataforma multilateral para acordar una reunión con el presidente Donald Trump y alcanzar una tregua de 90 días en la llamada “guerra comercial”. De esta manera, el presidente Xi logró distender la tensión con Estados Unidos y abrir una etapa de discusión diplomática sobre éste y otros temas de la agenda bilateral.

El paso por Panamá representa la primera vez que un presidente de la República Popular China (RPCH) visita este país tras establecer relaciones diplomáticas en junio de 2017. El viaje es de suma importancia, considerando la presión diplomática llevada a cabo por el gobierno de Donald Trump hacia los tres países que recientemente interrumpieron relaciones con Taiwan, es decir, Panamá, El Salvador y República Dominicana.

Por lo tanto, la visita del presidente Xi tuvo dos objetivos concretos:

1) consolidar el reciente establecimiento de relaciones diplomáticas con Panamá; y

2) contener el accionar diplomático estadounidense hacia países que reconocen a la RPCH con apoyo político y económico.

El presidente Xi aprovechó las dos escalas que se realiza durante toda travesía de China a América Latina, para visitar España y Portugal. Dos países próximos a la región que dieron carácter iberoamericano al itinerario presidencial.

Xi Jinping en Argentina

Al celebrarse la reunión del G-20 en Argentina, el Presidente chino aprovechó la oportunidad para retribuir la visita de Estado que el presidente Mauricio Macri realizara a China en mayo de 2017.

En Buenos Aires, ambos líderes presidieron la firma de una cantidad importante de acuerdos, firmados de forma presencial, por canjes de notas o suscriptos con anterioridad. Estos acuerdos abarcan diversas áreas, como comercio, finanzas, infraestructura, educación, cultura y ciencia y tecnología.

En materia comercial, los más importantes están relacionados con la apertura del mercado chino a las exportaciones de cerezas frescas, carne ovina y caprina, así como la readecuación del protocolo sanitario para la exportación de equinos en pie. En materia financiera, se destaca la ampliación del swap por U$S 9.000 millones, adicionales a los casi U$$ 11.000 millones del acuerdo firmado durante la administración de Cristina Fernández de Kirchner.

 

Dos temas parecen haber quedado excluidos por el momento:

> la construcción de la central nuclear y

> la adhesión de Argentina a la Franja y la Ruta.

Crecer con China

En la conferencia de prensa, el presidente Macri afirmó que “cuanto más se desarrolle China, mejor le va a ir a los argentinos”. Esta hipótesis o relación de causa-efecto enunciada por el Presidente vale la pena de ser analizada, pues durante 40 años de constante expansión de la economía china, el resultado de la interacción ha sido absolutamente adverso para la economía argentina.

Si bien el crecimiento chino favoreció el aumento del intercambio comercial, la magnitud del desarrollo de la economía china amplió las asimetrías económicas, creó relaciones Norte-Sur y consolidó el modelo centro-periferia. Así, Argentina se asoció al proceso de modernización china como proveedores de materias primas e importador de manufacturas.

Esta forma de vinculación ha sido desfavorable para Argentina, país que viene de perder una década en el intercambio con China.

En efecto, se puede afirmar que entre 2008 y 2017 existe una “década perdida” de Argentina en el comercio con China, algo inexplicable para un país que exporta alimentos y otros que expande la importación de los mismos al ritmo de la creciente demanda interna. Los datos económicos están a la vista: el déficit comercial argentino con China alcanzó US$ 44.592 millones; mientras que el monto total de los dos swap de monedas es menor a los US$ 20.355 millones del déficit de los últimos tres años de intercambio comercial.

La transferencia de divisas a través de superávits comerciales ha sido totalmente desequilibradora para Argentina, la cual ha debido recurrir al capital chino y de otros países e instituciones como forma de resolver los acuciantes problemas que el mismo déficit comercial con China y otros factores generaron a las finanzas argentinas.

Estas desfavorables condiciones afecta la justa complementación comercial. Es que, a partir del crecimiento de los sectores medios y la mayor demanda de commodities agrícolas en China, este país pasó a ser el segundo socio comercial de Argentina, después de Brasil.

La relación entre una economía exportadora de alimentos y otra importadora de estos productos debería generar una alianza estratégica entre ambos países, situación inobservable en el vínculo bilateral. Incluso, estudios económicos han demostraron que existe complementación entre ambas economías, pero el proteccionismo y otras barreras comericales chinas provoca que la complementación de Argentina con países del Sudeste Asiático, India, la Unión Europea y otras regiones del mundo sea mayor a la complementación con China. Hacia estos países y regiones se pueden exportar materias primas industrializadas, mientras que China demanda materias primas en estado bruto. Un ejemplo histórico es el poroto de soja.

Para tener una idea de este panorama, las exportaciones a China representaron el 7% del total exportado por Argentina en 2017; superadas por las exportaciones hacia India (4%) y Vietnam (4%) en conjunto.

En cambio, las importaciones desde China representaron 19% del total, mientras que son sumamente escasas desde India y Vietnam. Asi, el intercambio generó superavit comercial con Vietnam por U$S 1.651 millones y con India de U$S 1.258 millones. Ambos cubren 37,6 % del déficit con China, el más importante de ese año si tenemos en cuenta todos los destinos comerciales de la Argentina.

Las características asimétricas, Norte-Sur y centro-periferia de los intercambios no sólo es propia de la Argentina, sino común en todos los países sudamericanos. No obstante, países como Brasil y Chile han sabido aprovechar la relación con China y son los verdaderos ganadores de la región.

Para comparar la situación de Argentina con estas economías exitosas de la región, conforme al Ministerio de Industria, Comercio Exterior y Servicios de Brasil, este país obtuvo superávit comercial de US$ 185.162 millones en el comercio chino-brasileño entre 2008 y 2016.

En el caso de Chile, de acuerdo a ProChile, el superávit fue de US$ 41.264 millones en el mismo periodo. Esto explica inter alia la estabilidad financiera en ambos países y los desequilibrios en Argentina. Es decir, en un mismo esquema comercial, Argentina quedó excluido de los beneficios que otras naciones obtuvieron del modelo chino.

Mirando hacia el futuro

Desde Argentina se observa que la relación no ha creado una alta densidad de intereses favorables al país como la tienen otros estados de la región. La “década perdida” en las relaciones comerciales con China nos obliga a pensar ¿Qué hacer con China?

La fuerza motriz sigue siendo el comercio y las inversiones, al cual China debería agregar un “trato especial” hacia los países en desarrollo, con miras a fortalecer la densidad de intereses. Pero, consolidar las relaciones con China requiere establecer un proceso modernizador de largo plazo, asentado en el comercio intra-industrial (de base en recursos renovables) y servicios, para alcanzar beneficios que lentamente dejen atrás el esquema centro-periferia o, al menos, obtener ganancias en este modelo, tal como lo hicieron Brasil y Chile.

El impulso de esta asociación debe provenir del desarrollo industrial argentino, estimulado por capitales nacionales y extranjeros, o asociado a industrias chinas que exporten productos con valor agregado al mercado chino. Aquí, el rol de los empresarios es fundamental.

A contrario de la tendencia comercial, la Cancillería expandió sus sedes consulares en China en las dos últimas décadas. Argentina cuenta con sección consular, comercial y agrícola en Beijing y tres consulados generales en Shanghai, Guangzhou y Hong Kong.

No obstante, las ventas argentinas no llegan al 40 % de las ventas chinas a la Argentina, que lo hace con una sola sección comercial, sita en Buenos Aires. Es decir, Argentina cuenta con canales diplomáticos suficientes para apoyar logísticamente las ventas a China. Sólo debe ser estricta en solicitar la erradicación de todas las barreras e impedimentos que obstruyen el acceso de los productos argentinos al mercado chino, así como contrarrestar la práctica de “vender futuro” de la diplomacia china.

Por su parte, los académicos argentinos tienen la importante tarea, individual o con académicos chinos, de profundizar el estudio de situaciones y problemas polìticos, económicos y sociales, con miras a proveer soluciones concretas para el desarrollo de la relación.

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