El calendario marca que faltan exactamente 242 días para que la ciudadanía empiece a expresar en las PASO del 11 de agosto de 2019 su voluntad electoral a nivel nacional, cuyos resultados se confirmarán el 27 de octubre y condicionarán los próximos 4 años, hasta 2023.
Aunque fuera de contexto, la arenga de la gobernadora María Eugenia Vidal ante funcionarios y legisladores nacionales y provinciales que integran el Consejo Nacional del PRO, reunidos en el complejo Parque Norte, en el sentido de que “para que se vea lo enorme de este cambio son pocos 1095 días”, indicaría que lo que resta para ir a las urnas es un plazo más que insuficiente para revertir la amarga sensación generalizada en la sociedad por la gestión económica de la Administración Macri.
Además de que se la percibe en el seno de los hogares, está reflejada en la debacle de todos los indicadores ligados al bienestar del común de la gente, como ser:
-inflación 50%;
- tasas de interés 60%;
-inestabilidad cambiaria, $40 referencia;
-deterioro salarial y jubilatorio -11/12,5%;
-actividad industrial -6,8% anual en octubre;
-problemas de empleo, -12% nuevas contrataciones;
-consumo privado -10,3% en 11 meses;
De yapa: el freno de la inversión pública, la presión impositiva, los tarifazos y ahora el repunte de los subsidios energéticos por la devaluación, pese a los tarifazos, se hacen sentir también en las oportunidades laborales, en la alicaída infraestructura y en la carga que recibe la población en sus finanzas personales.
El optimismo que ahora trasunta el Presidente Mauricio Macri acerca de sus perspectivas de reelección, inclusive en 1ra vuelta, luce desproporcionado frente a sus propias proyecciones en tiempo y forma de un presunto leve rebote del termómetro social para el 2do trimestre, que termina en junio, siempre y cuando haga efecto la política monetaria restrictiva en el ritmo de crecimiento de los precios y los porcentajes que se vayan cerrando en las paritarias empiecen a notarse en la rueda del consumo interno.
Pero la estrategia electoral que dibujan los arquitectos oficialistas, como el gurú asesor Jaime Durán Barba y su mejor alumno, el jefe de Gabinete Marcos Peña, pasa hoy por negar toda responsabilidad del gobierno en la crisis y concentrarse en vaticinios hiperrpositivos sobre la suerte del proyecto en las urnas, casi actos de fe, sin arriesgar más el exiguo capital político en pronósticos económicos permanentemente incumplidos. Sólo dejar que sucedan,si es que lo hacen.
De acuerdo con las percepciones privadas más moderadas, lo que podría ocurrir, en el mejor de los casos, sería que los efectos perceptibles de una recuperación económica sobre empleo, salarios, consumo y calidad de vida recién se noten hacia fin de año, ya conocidos los resultados electorales.
Muy cuidadoso de hablar de metas o topes, el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, aprovechó el ambiente distendido del brindis de fin de año con periodistas en el Palacio de Hacienda para dejar constancia de que las primeras paritarias en negociación se encaminan a cerrar en 23% con cláusula de revisión.
Puso como ejemplos a Luz y Fuerza y el Suterh, entre otros, que apuntan a firmar por debajo de la estimación de los analistas en el último REM (27,5%), anke del promedio del 34,8% cargado en la ley de Presupuesto 2019, según subrayó el director de Epyca, Martín Kalos, a BAE Negocios.
Sica aclaró que "habrá paritarias muy heterogéneas según cada sector", según el poder de negociación de los sindicatos, a lo que cabría agregar que también dependerá en los sectores de cómo les estén afectando la recesión y los problemas de empleo.
Por de pronto, todavía la estructura de precios relativos no terminó de asimilar el ‘pass through’ (impacto que tiene en los precios una suba del tipo del cambio) y, suponiendo que no haya sorpresas que superen la pauta decreciente de bandas del 3% por mes inicial, recién en abril se completaría el proceso de traslado.
Combustibles y tarifas traen su propia dinámica y las indexaciones se practican sobre niveles de precios elevados, con lo que aún con incidencia neutra del tipo de cambio, el piso de IPC no dispondrá de demasiado margen para ceder, salvo y en parte con el salario como variable de ajuste.
Al respecto, en el último informe, Ficonomics transmitió un dato preocupante: la inflación acumulada para los 12 meses posteriores a la devaluación de agosto podría llegar al 46%, valor que sería consistente con una tasa interanual en 2019 cercana al 30%.
En tanto, la inflación interanual tomando los 12 meses posteriores a la corrida de mayo-junio también se sitúa en línea con todo 2019 en torno de ese mismo porcentaje.
Sensación térmica igual a la real
No se trata de un mero ejercicio de proyección de planillas Excel: la última encuesta entre más de 800 empresas de la Expectativa Neta de Empleo (ENE), que elabora Manpower Group, muestra que las perspectivas de contratación correspondientes al 1er trimestre de 2019 son las más débiles desde 2007 a la fecha: -4%.
En la apertura sectorial y regional sólo se salvan Agricultura & Pesca, con +4% y expectativas de +5%, y de +1% de los empleadores de la Patagonia y de Cuyo, respectivamente.
Construcción, el rubro con mayor incidencia, retrocedió 11 puntos en la generación de nuevos puestos de labor.
En la misma dirección, el Observatorio de Derecho Social de la CTAA hace hincapié en la destrucción de puestos de labor en una amplia gama de empresas privadas y también la profundización del deterioro de empleo en manufactureras.
El consumo sigue como en la letra del tango cuesta abajo en su rodada y así lo refleja el Indicador Mensual de Consumo (IMC) que publica el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (ITE-FGA): entre enero y noviembre acumula -10,3%, comparado contra el mismo período de 2017.
Pero no para de bajar sus propios registros, ya que se trató de la 6ta variación negativa consecutiva, y representó la caída número 23 (sobre 36 meses) de la gestión Cambiemos. Se equipara al -11,2% de agosto del 2002, en plena crisis de la posconvertibilidad.
Merma en los ingresos reales de la población y siderales tasas que derrumbaron -13,4% interanual el crédito real en pesos se disputan el primer plano del diagnóstico por de las débiles pulsaciones del consumo general, que la incertidumbre ayuda a potenciar.
Entre esos interrogantes, el minimalista mercado de capitales local tiene a todos con el corazón en la boca cada vez que toca reciclar los continuos vencimientos de corto plazo de los US$20.000 millones en letras que el Banco Central tiene dando vueltas.
El stress financiero más estructural, asimismo, guarda proporción con los intereses devengados por una deuda externa bruta total estimada en US$261.483 millones, que en un marco crediticio internacional restrictivo como el actual tornan difícil de reescalonar para sacar la soga del cuello.
La Secretaría de Finanzas había informado que la deuda pública nacional y provincial, que totaliza US$160.000 millones, representaba al final del 1er semestre en moneda extranjera el 58% del PBI.
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