DEBATE DE MODA

La prensa y la agenda social (de Boudou a Fardin/Darthés)

Tanto la excarcelación de Amado Boudou como las denuncias de Thelma Fardin contra Juan Darthés, y el vendaval de otras acusaciones que ésta desató, requieren una lectura desde el Derecho, más allá de la pasión que, a veces, amenaza con devenir todo en un divertimento surrealista.

Donald Shaw y Maxwell E. McCombs escribían en un capítulo del Libro “El poder de los medios en la Política” que “…los medios masivos pueden no tener éxito en cuanto a decirnos qué pensar, pero tienen un sorprendente éxito en cuanto decirnos en qué pensar”.

Es evidente que el Poder de la Prensa es decisivo y más aun a partir de la generalización del uso de las redes sociales, que no deja de ser una suerte de periodismo informal.

En el mismo libro, Walter Lippmann comienza su capítulo diciendo que “la noticia no es un espejo de las condiciones sociales, sino el informe de un aspecto que se ha impuesto”; y la compiladora del libro agrega en un nota: “Por lo tanto el público no recibe una imagen completa de la escena política; obtiene en cambio una serie muy selectiva de vislumbres…”.

Ahora que se puso de moda el tema de las “fake news”, se mantiene actual la idea de Lippmann en el sentido que se debe distinguir la noticia, como tal, como señalamiento de un hecho o acontecimiento de la función de la “verdad” en el ejercicio profesional del periodismo. La verdad es llevar luz a hechos ocultos, en el cual pueden actuar los hombres. Es en este punto donde juega en verdad la “fake news” que a veces es menos que una “noticia falsa” sino más bien el análisis de un hecho desde la ignorancia profesional. Este es el drama real del “fake news”.

En nuestra sociedad, donde el desprestigio institucional es ponderado por reiteradas encuestas, la prensa parecería que se soslaya en la explotación de ese desprestigio y de ese modo se cuestionan desde decisiones judiciales, el funcionamiento del Poder Legislativo medido en el número de leyes que sancionan cuando lo que habría que criticar es la cantidad de leyes, ya vamos por la 27 mil y pico y su paupérrimo nivel de calidad, hasta los aspectos más íntimos de la vida privada que se exhiben con la conformidad, tácita o expresa, de las supuestas víctimas. Más aun hay casos en que se lucra con la difusión de intimidades.

“La prensa no es sustituto de las instituciones ”, escribió Lippmann.

El desprestigio institucional se refiere también a la incertidumbre de nuestros comportamientos diarios que en general son obstruccionistas y esencialmente “anti”, lo que significa lo que Mariano Narodowsky llama “ausencia de adultez”.

Se es adulto cuando se llega a un nivel de plenitud de crecimiento y desarrollo o bien cuando se llega a un cierto grado de perfección, tal como dice la RAE.

Nuestros comportamientos colectivos e individuales son propios de la adolescencia que es ese lapso que transcurre entre la niñez y la juventud. Somos una suerte de expresión de un romanticismo fantasioso que, como todo “ismo”, es una exageración o abuso irracional.

Viene a cuento esta introducción para considerar dos casos que ocupan los títulos de la prensa con tal nivel de intensidad, que se han convertido en “agenda” y obviamente hasta tienen un efecto distractivo que supera la intención de los protagonistas.

La sociedad tiene que pensar en dos hechos recientes,

> uno la cuestión del acoso a la mujer, y

> la otra la libertad del ex vicepresidente Amado Boudou.

Le costó bastante al derecho conceptualizar y legislar los llamados “derechos personalísimos” entre los que se incluye el “derecho a la intimidad”.

La RAE nos dice que la intimidad es una “zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia”. Vale asimismo como definición legal.

En nuestro Derecho los delitos sexuales son en principio, salvo excepciones, de instancia privada, esto significa que sólo la victima puede promover la acción, precisamente para proteger su intimidad.

La relación sexual es compartida y no es fácil precisar esa zona gris que existe, como en toda conducta humana, entre el consentimiento, la indiferencia y la negativa que sería la materia del delito y el objetivo de la investigación.

Desde luego el juicio ético o moral solo es válido cuando parte de una “verdad” o certeza.

Como vemos, se trata de subjetividades y en los casos que exista violencia que no necesariamente debe ser física, existe la violencia silenciosa, el engaño o el abuso que en general se corresponde con la buena fe o la inexperiencia o inmadurez de la víctima.

Por ello, en estos casos no es posible admitir que se juzguen públicamente, donde la “verdad” está condicionada por subjetividades.

Pero hay otra verdad: el tema se instala en la prensa, sea por el descrédito del Poder Judicial o lo que sería más grave para condicionar a quienes deban resolver el caso.

El otro caso que “ocupó” la agenda fue la excarcelación del Señor Amado Boudou.

El Derecho da margen para la discrepancia y es razonable que los idóneos en Derecho opinen sobre la calidad de cualquier decisión judicial. No es aconsejable que opinen los legos.

En el caso Boudou, lo cierto es que su condena ha sido apelada y por tanto aún prevalece la presunción de inocencia, nos guste o no. La validación de esta garantía constitucional parece razonable y oportuna ya que existe la posibilidad que la condena fuere revocada. Esa es la finalidad del recurso respectivo.

Personalmente uno puede estar o no de acuerdo con las decisiones judiciales, pero en esto ya entran en juego las subjetividades, las creencias personales y, porqué no, nuestras propias miserias.

Como abogado no puedo aceptar ni el escrache ni las condenas o absoluciones populares, ni las presiones que nunca las hay, pero que existen, existen tal como ocurre con las brujas….

Dejá tu comentario