LA PAZ DE LOS CEMENTERIOS

PBI bajo cero, dólar caro para no importar y que viva la cosecha

La receta clásica del Fondo Monetario Internacional funciona de maravillas para revertir el déficit de balanza comercial en un país dependiente de las importaciones, como Argentina, aunque llena de interrogantes sobre su sustentabilidad una vez transcurrido el corto plazo. El resultado parcial es que lo bajó a la mitad en el 1er año de vigencia del plan de ajuste y le cambiará al saldo el signo - por el + al siguiente. Así es como Abeceb, la consultora del ministro de la Producción Dante Sica, prevé que para 2019 habrá un superávit mayor a US$6.000 millones, para el cual también contribuye el crecimiento de las exportaciones del complejo oleaginoso, con retenciones y todo, tras la sequía que diezmó las de este año. Los últimos datos del intercambio de 11 meses irradian optimismo acerca del comportamiento de las cuentas externas del año electoral, que son las que audita principalmente el FMI, por más que las urnas no serán receptoras directas de esa bonanza. Habrá que ver cómo afectan los ingresos una eventual presión a la baja de la soja por el acercamiento entre China y USA sellado en la cumbre del G20 en Buenos Aires, ya que los asiáticos irán al mercado de Chicago y ello podría repercutir en una baja en el precio que se recibe en estas latitudes por la semilla.

El intercambio comercial en noviembre dejó un saldo favorable de US$979 millones, debido a una retracción de las importaciones (la baja del 29,2% es la 4ta consecutiva y la más profunda en lo que va del año) pero también de un crecimiento de las exportaciones de 14,5%, explicada en gran medida por la liquidación de stocks de soja.

De este modo, según Abeceb, el año cerrará por debajo de los US$5.000 millones de déficit comercial, casi la mitad de lo proyectado al inicio del año, consecuencia inexorable de que la reversión del escenario macro borró el 15% del desequilibrio que llevaba acumulado la balanza.

Faltando un mes para finalizar el año, el rojo comercial es 30% menor al de igual período de 2017, y la tendencia indica que se profundizará en el 1er semestre de 2019, lo cual afirma la perspectiva de que en todo el año el superávit que genere una mejor cosecha junto con otros sectores que ya vienen con buena dinámica y el impulso extra de Brasil, exceda los US$6.000 millones.

La reversión del comportamiento de las cuentas externas en 2018 ratifica su sensibilidad a la evolución de la actividad y la suerte de las cosechas, apunta la consultora fundada por el actual ministro de la Producción, Dante Sica.

El gran golpe lo dieron las exportaciones de oleaginosas, que subieron 530% en contraste a las sucesivas caídas que ocasionó la sequía, pero también debido a la mayor liquidación de stocks acumulados.

Se explica principalmente por:

-La necesidad de los productores de contar con fondos para financiar la próxima campaña en un contexto de mayores restricciones en otras fuentes alternativas de fondeo (las tasas de interés altas que dificultan el acceso al crédito bancario y la caída de los rindes esperados de trigo que acotan los márgenes para financiar la cosecha gruesa con la cosecha fina).

-La expectativa de una caída de los precios de la soja en Sudamérica generado por el acercamiento esperado entre China y USA, en el marco de la Cumbre del G20.

Tensiones comerciales

Recuerda en ese aspecto Abeceb que la reducción de las tensiones comerciales entre ambos países tiende a redireccionar la demanda china a Chicago, presionando a la baja los precios de la soja en esta región.

Por el contrario, una intensificación de las tensiones tendería a generar el efecto inverso, lo cual no es un factor menor de cara a lo que puede venirse considerando de que el acercamiento entre ambas potencias luce hoy más más incierto.   

Dado que los stocks domésticos son altos en perspectiva internacional (se estima que representan la cuarta parte de una cosecha), otro sacudón podría financiarse, y sería lógico que los acopiadores lleguen a la próxima campaña con stocks acotados.

Al margen, si se descuenta el ingreso extra de dólares por liquidación de granos, el resto de las exportaciones crecieron 7,4%, una cifra más modesta

Si bien puntual, este fenómeno permite visibilizar una dinámica exportadora que, neta de sequía, venía mostrando algunos datos interesantes, como por ejemplo que en noviembre 60% de los rubros de exportación (27 de 47) mostraron un comportamiento expansivo respecto de mismo mes de 2017.  

El detalle:

-carnes y sus preparados (+39,1%);

-material de transporte terrestre (+34,4%5);

-metales y sus manufacturas (+18,3%), y

-combustibles y energía (+63,5%)

En retracción entre los grandes rubros de exportación permanecen los productos elaborados de la soja (-2,7% la harina y -15,1% grasas y aceites) y los químicos.

Los 1ros se espera repunten el año próximo y los 2dos no tanto (viendo el cierre de mercados para el biodiesel nacional).

Con esto, el total de 11 meses da un salto a +4,2% interanual (+3,3% acumulaba a octubre), unos US$2.300 millones más de exportaciones que el año pasado.

Entre enero-noviembre, las manufacturas de origen industrial y los combustibles llevaron la voz cantante, (+7,4% y 46,8% i.a, aunque el 2do tiene una incidencia bastante menor por su menor volumen exportado)

Pero en todo caso hubo también una muy marcada baja en las importaciones que explica el grueso de la disminución del déficit, motivada en la recesión y una suba del tipo de cambio que en el año lleva ya 120%.

De hecho, las importaciones están prácticamente en el mismo nivel que el acumulado en 11 meses de 2017, efecto impensado tras el alza interanual de 18% acumulada en enero-mayo.

Los más castigados volvieron a ser:

-los bienes de capital (-46,5%),

-piezas y accesorios y (-40,2%) y

-automotores (-52,2%),

En el total de 11 meses, sólo bienes intermedios (insumos para algunos sectores industriales y el grano para procesamiento, destacándose dentro de esta categoría bolsa) constituye el único uso económico que persiste en alza interanual.

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