MAURICIO MACRI NO ES STEVE MCQUEEN

Adiós Ilusiones

Argentina convertida en un guión que Hollywood convirtió en largometraje de consumo masivo: así lo sospecha 'el Bigote' Acosta, y la 'costura' es una pinturita, que vale la pena leer antes que se vaya este maldito 2018.

ROSARIO. Varias razones que conocí / entendí / logré sumar después, hicieron que me enamorase de “Cincinnati Kid”, una película conocida como "Adiós Ilusiones".

El juego es póker, el mismo donde hasta un cerebro como Miguel Najdorf no lograba manejarse… cerebralmente.

El destino que, al iniciar el filme, cruza al lustrabotas con el personaje central, para jugar la lustrada a la caída de una moneda. La música de Lalo Schiffrin haciendo "Jazz de Nueva Orleans", la armónica como el instrumento triste y solitario que persigue las escenas, Ray Charles, la Preservation Hall Jazz Band, aquellos años de la película (depresión del ’30) y la filmación de Norman Jewisson, más Steve McQueen, que siempre me atrajo, junto a Edward G. Robinson, un malo de verdad, Karl Malden, Anne Margret, y el juego que se sabe, insiste con aquello que advierte el tango: “…toda carta tiene contra y toda contra… se da”.

Hasta el cierre, otra vez con el lustrabotas, con quien juega a cara o cruz una moneda o una lustrada de los zapatos para perder y ese personaje cansado, verdadero rey del juego, Robinson, que cuando parece que pierde termina, en la mano final, ganando la partida. Creo que fue acertado el cambio de título. Adiós Ilusiones.

Diciembre de 2018 termina así. El paisaje de la Depresión. Hacia atrás un viejo tramposo que no se puede quitar del juego, el peronismo en el filme se llama Lancey Howarrd y es “The Man”, el que sabe jugar, un muchacho rubio y de ojos claros que cree que puede ganar y la partida que termina como corresponde. Toda carta tiene contra y toda contra:… ¡se da!.

El título del año es éste: Adiós Ilusiones. Hacia atras, la Princesita que ya nadie duda -y sostengo mi íntima convicción-: parece ladrona y, además, no sabe gobernar sin sus ayudantes más serviles y rapaces. En el presente, un muchacho de ojos claros que creyó que podía jugar al póker sin saber que ya estaba en el tango: “toda carta tiene contra y toda contra se da”.

Rara es la cabeza, el tango ”Las 40”, referencia al Tute Cabrero y al “codillo”, una de sus formas, es el que, en la letra de Francisco Gorrindo, afirma que eso pasa en el juego: toda contra se da.

Si dejamos de lado su familia de ladrones, sus amigos ineptos y los adulones de siempre, la situación de Mauricio Macri es la del Cicinnati Kid, quien cree que le puede ganar la partida de póker al viejo jugador que sólo tiene que esperar. Llegará su momento.

Parado en este fin de temporada 2018 uno advierte que nada de cuanto se dijo en 2015 como oferta de campaña fue cierto. Que los que decían saber, no sabían; y que, al igual que en la película, donde empiezan jugando muchos y terminan los dos solos (hay cada perfil de jugador en la “peli”… deliciosos, una buena novela de Richard Jessup).

Se insiste: parado en este fin de temporada de 2018 es poco lo que se puede mentir. El dólar manda. Los créditos externos, los intereses, el despropósito de los intereses. El trabajo que escasea. Los pobres que aumentan. Los vacíos de contenido. La mugre. La miseria. Los pocos que pagan impuestos sobre los muchos que viven de la dádiva del Estado. El Estado que no puede manejarse y se entrega. Los grandes medios que ya no pueden esconder lo que es demasiado visible. El viejo tramposo era lo peor. Y lo peor sigue siendo apostar el país a un juego de naipes.

Fracasaron en la partida. La Argentina se jugó en una mesa de cartas con naipes que conoce de memoria el viejo jugador. Soy de su palo. Se como respira el veterano. No se puede ganar con el juego del otro. Hasta yo lo se.

La película mencionada es de 1965. Steve Mc Queen murió de cáncer. Lo extrañamos. Sospecho que nadie lo dice de modo explícito pero si Argentina es una película yanqui el único que puede arreglar esta historia es un sobreviviente de aquellos filmes, contemporáneo de todos: Clint Eastwood pero, ojito, en su mejor versión, la que (sin que nos animemos a decirlo) todos queremos: Harry Callahan. Dirty Harry. Harry el Sucio. El filme de Steve es de 1965, el de Clint es de 1971 y para nosotros es como si fuese hoy mismo. Hasta el mismo fondo musical. Nuevamente Lalo Schiffrin. El de Mission Imposible. Mirá dónde fuimos a parar. Eso somos.

Dejá tu comentario