JAMES SLATER

Hacedor del sueño de aliviar el sufrimiento del cáncer

La protonterapia o terapia de protones o terapia con protones es un tipo de radioterapia externa (RTE) que usa un haz de protones para irradiar el tejido afectado por un tumor. Personaje fundamental en este tratamiento fue James Munroe Slater, cuya determinación de mejorar la calidad de vida de los pacientes que se someten a un tratamiento contra el cáncer lo inspiró a utilizar la terapia de protones para el cuidado del paciente y a promover y supervisar la creación del 1er. centro de tratamiento de protones hospitalario del mundo en la Universidad de Loma Linda (California, USA), murió el 26/12/2018, a los 89 años. Es importante rescatar su aporte a la ciencia médica.

Antes, un poco de física: el protón es una partícula compuesta formada por la unión estable de 3 quarks.

El protón y el neutrón, en conjunto, se conocen como nucleones, ya que conforman el núcleo de los átomos.

En un átomo, el número de protones en el núcleo determina las propiedades químicas del átomo y qué elemento químico es.

La terapia de protones es un tipo de radioterapia avanzada que utiliza un haz de protones para aplicar radiación directamente al tumor, destruyendo las células cancerosas sin afectar el tejido sano circundante y otras áreas críticas y órganos vitales.

Con la radioterapia convencional, los haces de rayos X atraviesan tanto tejidos sanos como cancerosos, destruyendo todo lo que se encuentre en la trayectoria del haz. Los tejidos cancerosos resultan dañados, pero también el tejido sano que los rodea.

En consecuencia, los médicos deben limitar las dosis de radiación tradicional a fin de reducir al mínimo los efectos perjudiciales para los tejidos normales próximos al tumor.

La terapia de protones utiliza haces de protones para apuntar con precisión a los tumores cancerosos y eliminarlos, incluidos los tumores difíciles de alcanzar por estar cerca o dentro de áreas vitales, o alojados en zonas sensibles del cuerpo.

Los protones altamente cargados ingresan al cuerpo con una baja dosis de radiación, se detienen en el sitio del tumor, se ajustan —o se “adaptan”— a la forma y al volumen o a la profundidad del tumor, y depositan la mayor parte de su energía para combatir el cáncer directamente en el tumor.

La terapia de protones permite aplicar poderosas dosis de radiación directamente en el tumor, con poco daño para el tejido sano circundante. Esto es especialmente importante cuando se tratan áreas cercanas a órganos vitales, como los pulmones, o tumores cercanos al ojo, el cerebro o el esófago, y también cuando se tratan cánceres en niños, cuyos cuerpos aún están creciendo y desarrollándose.

En 1946, Robert R Wilson (diseñador del laboratorio ciclotrónico de la Universidad de Harvard, Massachusetts, USA), propuso el uso de la energía protónica como un método de tratamiento efectivo.

Wilson -más tarde director del Fermi National Accelerator Laboratory o FermiLab, en Batavia, Illinois- insistía en que los protones podrían utilizarse para tratar a los pacientes, a pesar del escepticismo que prevalecía.

James Munroe Slater creyó en este enfoque, y trabajó para instalar una planta para terapia de protones.

Los primeros tratamientos ocurrieron con aceleradores de partículas construidos para investigación física en el laboratorio de radiación de Berkeley (California) en 1954 y en Uppsala (Suecia) en 1957.

En 1961 fue el inicio de una colaboración entre Harvard y el Hospital General de Massachusetts (MGH) para practicar la terapia protónica.

El 1er. centro de terapia protónica en Europa funcionó en el Instituto Paul Scherrer (PSI) en Villigen (Suiza), desde 1984.​

Laboratorio del sueño

Loma Linda logró su 'statu-quo' de localidad en 1970, ubicada en el condado de San Bernardino, en California.

La Universidad Loma Linda tiene su foco en las ciencias médicas y depende de la Iglesia Adventista del 7mo. Día.

Pero este relato no rescata la importancia de Slater. " No me gustaba ver los efectos secundarios de los pacientes que recibieron las radiaciones. Yo sabía que había cosas mejores por ahí pero sólo en los laboratorios de Fisica", había afirmado él.

Pero ¿quién creería y respaldaría la ambición de Slater? Había muchas universidades en USA, y decenas de facultades de Medicina. 

Sin embargo, el 1er. lugar en el mundo que ofreió terapia de protones para el tratamiento e investigación de pacientes en un entorno hospitalario fue en Loma Linda, y de eso trata este obituario.

Una bio

Slater había nacido en 1929 en Salt Lake City (Utah). Su comprensión de la ciencia llegó como estudiante de 3er. grado, según Richard A. Schaefer, historiador de Loma Linda University Health: quedaba fascinado al escuchar cada día historias de científicos e inventores que leía su maestra, Emma Evans.

A los 14 años, Slater trabajó para el Servicio Forestal, recordó Nancy Yuen en la completa biografía que escribió para Spectrum Magazine.

Más adelante, él se abrió camino en Utah por su precisión en la conducción de inmensos tractores. También trabajó como mecánico de camiones, y fue propietario de un taller de reparación de aspiradoras.

Intrigado por la importancia de la Física (el tema de moda en USA al finalizar la 2da. Guerra Mundial, en especial luego del doble estreno de la bomba atómica), se postuló a la Universidad de Utah y se graduó en 1955 con una licenciatura en Física.

Slater enseñó Matemáticas en una escuela secundaria en Fontana (California), pero él tenía una asignatura pendiente con la Medicina, y cuando un vecino le sugirió que considerara convertirse en médico, se postuló a la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda.

Después de graduarse, en 1963, fue residente en el Hospital LDS en Utah; y en el Centro Médico White Memorial, en Los Ángeles (California).

Mas tarde él completó una beca de los Institutos Nacionales de la Salud en el MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas. Durante aquella beca él se interesó en la terapia de partículas de carga pesada.

En un documental titulado "La convergencia de las disciplinas", Slater describió la compasión que sentía por sus pacientes: "[Fue] una experiencia impactante ver lo mal que hacíamos a nuestros pacientes. Durante el tratamiento se enfermaban gravemente. Algunos de ellos tuvieron que interrumpir el tratamiento durante una semana más o menos antes de poder regresar. Esto redujo sus posibilidades de curación y los lastimó como individuos y como familia ".

Slater quería trabajar donde pudiera realizar cambios que él creía necesarios en la medicina de radiación.

En 1970, Slater aceptó la invitación de regresar a Loma Linda University Health, donde él fue pionero en la planificación de la radioterapia asistida por computadora.

El rayo

Investigando la radioterapia, Slater recibió en 1975 el 1er. premio de la Asociación Europea de Radiología y una invitación para dar una conferencia en la Agencia Internacional de Energía Atómica en Viena (Austria). En 1978, él recibió el 1er. premio de la Sociedad Estadounidense de Radiólogos Terapéuticos.

Decidido a trabajar más para ahorrar tejido sano durante el tratamiento del cáncer, comenzó a investigar la radioterapia con protones y visitó centros aceleradores de partículas en todo el mundo, invitándolos a trabajar con él.

Slater se llevó un gran chasco cuando le respondieron que no, a causa de la complejidad de lo que se pretendía intentar.

Pero FermiLab (¿recuerdan lo de Robert R Wilson?) aceptó trabajar con Slater y, en 1986, las juntas de supervisión de Loma Linda University Health aprobaron la solicitud de Slater para trabajar con el FermiLab para un futuro Centro de Tratamiento de Protones LLUMC. El presupuesto necesario era millonario. ¿Cómo conseguir el dinero?

Ocurrió un hecho muy grave que atentó contra todo el proyecto: en 1989, cuando FermiLab envió los primeros componentes del acelerador de partículas (sincrotrón) al campus de la Universidad de Loma Linda surgió una controversia sobre el nuevo tratamiento, y el diario The Wall Street Journal fue devastador contra la nueva terapia, en un contenido publicado el 17/03/1989, titulado “¿Fuera del rayo? ¿El dispositivo de protones para combatir el cáncer es un obstáculo o un gran avance?”.

El Journal reconocía que la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) había aprobado la terapia de protones como tratamiento para el cáncer pero se refirió al sincrotrón de Loma Linda como un "artilugio”.

El debate escaló a nivel nacional no tanto por el temor a que el tratamiento con protones fuese ineficaz sino porque una porción considerable del proyecto era financiado por el Departamento de Energía, con aprobación del Congreso de USA.

¿Acaso habría dinero de los contribuyentes aplicado a una superchería?

Fue un momento decisivo pero Slater insistió en seguir adelante, pese al The Wall Street Journal. Loma Linda lo respaldó, igual que el FermiLab y el Gobierno estadounidense.

Slater insistió en que el tratamiento con radiación de protones es la forma más precisa y avanzada de radioterapia disponible porque permite a los médicos administrar dosis de tratamiento completas o más altas para destruir un tumor con efectos secundarios mínimos en el tejido u órgano sano que rodea a una persona.

Los costos para el proyecto se habian disparado. Slater acudió al congresista republicano Charles Jeremy Lewis, quien permitió que Slater expusiera en el Congreso.

Lewis reveló en el documental: “Estábamos solicitando US$ 25 millones. Después de la audiencia, fuimos a la sesión del comité (bicameral) con el Senado y obtuvimos US$ 25 millones. Y fue un resultado directo de la presentación del Dr. Slater".

Wikipedia lo recuerda en la bio de Lewis: "(...) En 1998, consiguió fondos iniciales en 1998 para el centro de tratamiento Proton Beam de la Universidad de Loma Linda, lo que llevó a la instalación de centros similares de tratamiento del cáncer en USA. (...)"

Cuando el Centro de Tratamiento de Protones del Centro Médico de la Universidad de Loma Linda abrió sus puertas en 1990, era el único lugar en el mundo que ofrecía terapia de protones para el tratamiento e investigación de pacientes en un entorno hospitalario.

Y este privilegio continuó en USA hasta el año 2003.

El centro tenía una altura de 3 pisos y había costado US$ 100 millones. El equipo, incluido el acelerador y el sistema de guía de protones, pesaba 400 toneladas y producía hasta 250 millones de electrones de radiación.

Los 3 rieles son ruedas enormes de casi 12 metros de diámetro y 90 toneladas de peso cada una, si bien su equilibrio es tan preciso que requiere de un motor de apenas 1 1/2 caballo de fuerza para hacer que rote y quede en la posición elegida para el tratamiento.

Los pacientes son tratados en una camilla de 1 de los 3 rieles que pueden rotar 360° para dirigir el rayo al lugar exacto, o en una silla por debajo de una salida fija de los rayos.

En febrero de 2005, casi 16 años después de su crítica tan infundada, The Wall Street Journal reivindicó la terapia de protones en un artículo que tituló "Terapia de cáncer de protones", mencionando la mejora en la calidad de vida de los pacientes entre los beneficios más importantes de la terapia de protones.

En 2019 hay unos 25 centros de terapia de protones en operación, con otros 11 centros en construcción o en desarrollo, según la estadounidense Asociación Nacional para la Terapia de Protones.

Fue una revolución en los tratamientos oncológicos, y un enorme alivio para más de 18.000 pacientes.

En 2007, el centro fue rebautizado James M. Slater, M.D. Centro de Tratamiento e Investigación de Protones.

Con todo, Richard Hart, presidente de Loma Linda University Health, rescata de Slater que él fue "un caballero consumado, siempre listo para escuchar y ayudar a los profesores y al personal más joven en la búsqueda de sus sueños. Su espíritu amable y deferencia hacia los demás lo convirtió en un líder natural en nuestro campus".

Jerry D. Slater, uno de los hijos del fallecido, es el presidente del Departamento de Medicina de Radiación en Loma Linda University Health.

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