SEXUS

NEGOCIO SEXUAL A PIQUE

Insólito: No quieren tener sexo, sino sacarse una selfie

Las deudas y el turismo masivo ahogan a las prostitutas de Ámsterdam. Mientras luchan para pagar deudas de hasta 30.000 euros por los precios del alquiler, el distrito atrae a 2,5 millones de turistas. Todos miran, pero no pagan por sus servicios ni las dejan trabajar. Prefieren tomarse selfies antes que tener sexo con ellas. El negocio del sexo en Ámsterdam atraviesa momentos difíciles.

“Nos miran y nos fotografían como si fuésemos monos de feria. Estamos hartas de pedirles que no nos hagan fotos. No somos una atracción turística, esto es un trabajo y se nos debería proteger como trabajadoras”, así se lamenta una joven de 32 años que s que sobrevive a los estragos por los que pasa el distrito de la prostitución, sentada detrás de una cristalera por la que paga alrededor de 100 euros la jornada. Y es que los turistas no quieren tener sexo con las trabajadoras sexuales de Ámsterdam, sino que prefieren sacarse selfies.
 
Sus cubículos casi no se ven debido a los turistas que tratan de hacerse selfies. "Todo es broma. Incluso ellas lo saben", señala un periodista de la BBC que acudió al Barrio Rojo para ver la realidad de la prostitución en ese país, y aseguró que los hombres "están más interesados en una foto gratis que en pagar por tener sexo".
 
La primera alcaldesa de la capital holandesa está tratando de encontrar una solución a ese problema. Femke Halsema prepara una serie de medidas que ayuden a las trabajadoras sexuales a escapar del flash de las cámaras.
 
"Es el parque de atracciones gratuito más grande de Ámsterdam", dice Frits Rouvoet. 
 
Frits dirige una librería en el barrio rojo y con frecuencia invita a las mujeres a tomar un café, un momento de alivio del abuso y la intimidación que sufren en la calle.
 
"No hay ningún lugar al que puedan huir", explica. "Si quieren ganarse la vida, tienen que estar de pie en el escaparate, pero vienen muchos, muchos hombres. Desde Inglaterra, Escocia, Irlanda. Borrachos, gritando, tratando de tomar fotos".
 
 
Los tiempos que corren ya no son nada fructuosos para las trabajadoras sexuales del famoso Barrio Rojo de Ámsterdam. Aquella época dorada en la que abundaba la clientela pasó a la historia y el exceso de turismo del que aqueja la capital holandesa tiene un efecto negativo también en el trabajo de las prostitutas.  Algunas de las calles más visitadas de esta zona muestran solo a los curiosos que acuden a fotografiarlas, acosarlas, acercarse a tocar el cristal en un intento de intimidación y a observar cómo ellas ofrecen sus servicios detrás de los escaparates.
 
La muchedumbre que no para de circular espanta a los clientes, que exigen un poco más de intimidad antes de contratar los servicios de la prostitución. La mayoría de las habitaciones están completamente vacías durante el día y solo a partir de las ocho de la noche, la situación se empieza a relajar de turistas y se anima para ellas y sus clientes.
 
"Mis hijos no saben lo que hago":
 
Las mujeres jóvenes tratan de ocultar sus rostros, mientras los turistas miran boquiabiertos y apuntan a ellas con sus smartphones. Para muchas de estas mujeres, esta es una vida secreta y ver su foto en las redes sociales podría provocar que sus familias las marginen.
 
"No me gusta (vender mi cuerpo), pero tengo que hacerlo", dice una prostituta que cobra US$114 por media hora, o US$170 por una hora. "Estoy ahorrando para mis dos hijos. Para su futuro. Están con mi madre en Hungría. Mis hijos no saben a qué me dedico".
 
La alcaldesa Halsema ha planteado la idea de otorgar permisos para que las prostitutas operen más allá del claustrofóbico barrio rojo. Pero a muchos de los que trabajan en este sector les preocupa que eso empuje a las mujeres a la clandestinidad.
 
"Ámsterdam ya es conocida como la capital de la prostitución", dice Karin Werkman, que trabaja con víctimas de la trata de personas. "Esto confirmaría ese estatus. La prostitución aumentará en hogares privados, en hoteles. Las mujeres serán invisibles".
 
"Si abres el resto de la ciudad a la prostitución, la medida atraerá más tráfico a Ámsterdam. Habrá automóviles circulando, hombres acosando a mujeres al azar en la calle para preguntarles su precio y alentaría la trata de personas. No hay que subestimar los efectos que eso tendrá para la ciudad".
 
 
Nadie parece saber exactamente cuántas mujeres trabajan en la industria del sexo de la ciudad. Lo describen como un "número oscuro". "Ámsterdam dice que todo está bajo control, pero ni siquiera sabemos cuántas chicas trabajan aquí", señala Frits Rouvoet.
 
"Algunos investigadores dicen que 4.000, otros dicen que 8.000. Algunos dicen que el 10% son tratadas, otros dicen que el 90%".
 
"Incluso si nos quedamos con la cifra más baja, hay 400 chicas vendiendo su cuerpo en contra de su voluntad y eso significa que son violadas todos los días. No ayudará hacerlas desaparecer en otras partes de la ciudad".
 
“Esto ahora es cuestión de supervivencia”, lamenta Frits Rouvoet, de la asociación Bright Fame, que ayuda a las profesionales del sexo con problemas económicos a reintegrarse en la vida laboral. Ahora las prostitutas están luchando día a día para hacer frente a deudas considerables, de entre 10.000 y 30.000 euros, y que han acumulado por los costosos precios del alquiler y los demás gastos a los que deben hacer frente, según cuentas de tres organizaciones diferentes que trabajan con prostitutas en Ámsterdam - el Ejército de la Salvación, Scharlaken Koord y Bright Fame– publicadas por el diario holandés 'Trouw'. 
 
La prostitución en internet está comiendo terreno a los ventanales de luces rojas y ha hecho un flaco favor a las que optan por la vía tradicional, trabajar a pie de calle.

Dejá tu comentario