HISTORIA RARA

María, la espía rusa en prisión, podría ser apenas un chivo expiatorio

María Butina, una activista rusa que comenzó su carrera política luchando por el derecho a la portación de armas y continuó militando por una mejor relación entre USA y Rusia. Estudió maestrías en Relaciones Internacionales y ahora se encuentra detenida, acusada de ser una espía encubierta rusa, que habría operado durante las elecciones presidenciales de 2016 (estableciendo relaciones sexuales con miembros de la política). Sin embargo, hay quienes denuncian que no hay pruebas suficientes para tal acusación.

El julio pasado, María Butina caceló el contrato de alquiler de su departamento y planeaba un viaje. Recién graduada de la American University con una maestría en asuntos internacionales, estaba a punto de comenzar a trabajar como consultora en la industria de la criptomoneda. Miraba la final masculina de Wimbledon por televisión, con las valijas hechas, cuando agentes armados del FBI llgaron a su domicilio.

Lo último que se hizo fue empaquetar los aparatos electrónicos, desconectar el televisor y el internet. Respondí a la puerta y había un equipo de seis agentes en el pasillo", narró su novio de cinco años, Paul Erickson, ue viajaría con ella. "El equipo entró, la sacó, la hizo girar, la esposó en el pasillo y anunció su arresto", dijo Erickson.

Los fiscales federales estadounidenses sostuvieron que Butina era una agente rusa clandestina enviada a los Estados Unidos para usar el sexo y la seducción para infiltrarse en los círculos políticos conservadores e influir en las políticas de la Casa Blanca hacia Rusia.

La mujer no tuvo la opción de pagar una fianza para conseguir su libertad, porque la Justicia determinó que podía refugiarse en la embajada rusa. Se la acusó de actuar como agente no registrado de una potencia extranjera, así como conspirar en este sentido. Se trata de la primera detenida en relación al caso de espionaje por parte de Estados Unidos para influir en las elecciones presidenciales de 2016, en las que triunfó el actual presidente Donald Trump.

Desde el 17 de agosto, Butina se encuentra en el Centro de Detención de Alexandria, el mismo edificio de fortaleza que alberga al ex gerente de campaña de Donald Trump, Paul Manafort. Se trata de una celda con una puerta de acero, una cama de cemento y dos ventanas estrechas. Puede salir por 45 minutos al día.

El 13 de diciembre, Butina se declaró culpable de conspiración para actuar como agente no registrado de la Federación Rus. Ahora espera una sentencia que le daría una condena de cinco años en una prisión federal.

El pasado febrero, Robert Mueller, el abogado especial que dirigió la investigación sobre Rusia, acusó a 13 espías rusos por interferir en las elecciones de 2016. Y en julio, dos días antes de que Butina fuera arrestada, Mueller acusó a doce rusos más de hackear cuentas de correo electrónico y redes de computadoras pertenecientes al Comité Nacional Demócrata y la campaña presidencial de Hillary Clinton.

Sin embargo, comenzaron a surgir las dudas sobre si Maria Butina es una espía rusa o no se trata nada más que de un chivo expiatorio. Butina nació en la Unión Soviétiva y fue criada en el nuevo mundo del capitalismo. Siguió una carrera de relaciones internacionales buscando una mejor comprensión entre ambos países. Una idealista.

Con fluidez en inglés e interesada en ampliar los derechos de armas en Rusia, se reunió con estadounidenses en Moscú y en frecuentes viajes a los Estados Unidos, forjando vínculos con miembros de la National Rifle Association, importantes figuras dentro del movimiento conservador y políticos aspirantes. "Pensé que sería una buena oportunidad para hacer lo que pudiera, como un ciudadano privado no pagado, no un empleado del gobierno, para ayudar a unir a nuestros dos países", dijo ella.

Muchos sospechan que el arresto de Butina, demasiado mediático y escándaloso, no sea más que un show. De hecho, los fiscales federales se vieron obligados a retractarse de la acusación que más llamó la atención en el caso: que Butina usó el sexo para obtener acceso e influencia. Otro dato, el abogado especial Mueller se habría negado a continuar con el caso de la joven.

"No sabía que se convirtió en un delito tener buenas relaciones con Rusia, ahora es un delito", explica ella, “me odian en Rusia, porque creen que soy un espía estadounidense. Y aquí piensan que soy una espía rusa".

La mujer nació en noviembre de 1988 en una ciudad siberiana. En 2010, se graduó de la Universidad Estatal de Altai en Barnaul con maestrías en ciencias políticas y educación. Se dedicó a la venta de muebles luego de no conseguir trabajo en el gobierno local. Con 22 años se mudo a Moscú y se dedicó al activismo político y al tema de los derechos de armas.

La posesión de armas en Rusia está altamente restringida. Pero, como en Estados Unidos, el apoyo a la posesión de armas en Rusia ha estado creciendo en las áreas rurales. "El apoyo más fuerte es fuera de Moscú", dijo ella, particularmente entre hombres rusos conservadores de mediana edad que ven las armas como una forma de proteger a sus familias.

Entonces, ella creó en Rusia una agrupación conscientemente inspirada en la National Rifle Association estadounidense. Para el 2014, habían recolectado 100,000 firmas en apoyo de la legislación que otorgaría a los ciudadanos el derecho a defenderse a sí mismos y a sus propiedades usando una fuerza mortal.

Entonces, Butina se volvió conocida y comenzó a aparecer en los medios de comunicación, alzando su bandera del derecho a las armas. Algo peligroso en su país, donde el Gobierno suele desconfiar de las organizaciones activistas. "Estaba bajo vigilancia constante del FSB en Rusia", dijo Erickson, hablando de la agencia de inteligencia rusa.

En el año 2013, Butina se reunió con dos estadounidenses que la apoyarían en su causa: David Keene, ex presidente de la ANR, a quien Butina había invitado a hablar en la segunda reunión anual de el derecho a portar armas; y Paul Erickson, quien había llegado como el "hombre del cuerpo" de Keene.

A partir de entonces, Butina visitó Estados Unidos. Una vez de vuelta Moscú, Marika Korotaeva, una oficial del Kremlin y ex jefa del Departamento de Política Interna en la oficina presidencial de Putin, se puso en contacto con su jefe. "Butina ... ahora está publicando fotos con el presidente de la National Rifle Association en la oficina principal en Virginia. Ante el telón de fondo de las declaraciones sobre el suministro de armas a Ucrania (un conflicto que había comenzado poco antes), pido su ayuda ... Tenemos que cerrarla por completo", escribió.

Las autoridades rusas continuaron vigilando a Butina y, según Erickson, intentaron reclutarla como informante. Sin embargo, ella no estaba interesada en trabajar para la niteligencia rusa.

En 2016 volvió a viajar a Estados Unidos. En esa oportunidad, estuvo en encuentros con políticos ue tenían como objetivo "mejorar sustancialmente Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos". Entonces, comenzó a estudiar en Estados Unidos. No habría motivos suficientes para acusarla de espionaje o de ser una agente encubierta rusa, por lo que su detención sienta un precedente peligroso.

El gobierno también la acusó de usar su programa de maestría, donde obtuvo un promedio de A, como cobertura. para quedarse en los Estados Unidos. Estaba frustrada y desilusionada. “Vine aquí porque los niños de mi generación creían en los Estados Unidos, porque nuestras leyes se basan en las suyas. Este es el lugar de los derechos humanos. Simplemente rompieron mi reputación", dijo.

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