LAGARDE ENCARGÓ SU PROPIA ENCUESTA

Hay Fondo cama adentro para rato

El jefe de la misión del FMI que se encuentra en Buenos Aires, el economista italiano Roberto Cardarelli, ya se sabe de memoria los números que le presenta en cada auditoría la gente del ministro Nicolás Dujovne, y en esta oportunidad está dedicado a pulsar la posible sucesión de Mauricio Macri, dada la posibilidad de que no consiga ser reelecto en noviembre. En Washington cundió la ansiedad no tanto de saber quién ganará, sino qué riesgo se corre de que Argentina no cancele el mayor crédito stand by jamás otorgado en toda la historia del organismo multinacional. Precandidatos del peronismo, como Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y el referente económico del kirchnerismo, Axel Kicillof, ya fueron auscultados por el representante del Departamento para el Hemisferio Occidental y, antes de irse, verá al postulado como prenda de unidad, Roberto Lavagna. Pero la ronda decisiva quedó reservada para cuando regrese en mayo, debido a que para entonces se habrán definido otras alternativas en danza, como la del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, por el PJ Federal, o la de Martín Lousteau, impulsado por una parte del radicalismo. A todos, incluido el propio gobierno, se les cruza por la mente que en 2020 habrá que renegociar antes que nada con el Fondo la totalidad del crédito en vigencia que se extiende a los vencimientos en 2021-22-23. No sólo cuesta la mitad que lo que la plaza financiera internacional cobra a los países emergentes, sino que, según afirma haber notado Kicillof entre mate y mate con los máximos jefes técnicos que lo visitaron, parecen estar persuadidos de que el país necesita crecer para poder pagar y creen que la Administración Macri pecó de ser más papista que el Papa al aplicar el ajuste que derivó en la actual recesión. Suma US$210 millones la deuda externa exigible, luego de haber descontado la correspondiente a los organismos públicos (como Anses) y la no presentada al canje, cuyas devoluciones tienen tiempos más manejables por tratarse de compromisos internos.

Muy a gusto afirma sentirse en esta etapa política de la misión del Fondo Monetario Internacional en Argentina su máximo responsable, el italiano Roberto Cardarelli, quien al igual que su colega jamaiquino que representa al organismo multilateral de crédito en el país, Trevor Alleyne, se están tomando un respiro de las monótonas planillas Excel con que los atiborran los funcionarios de Hacienda y el Banco Central y recorren el espinel opositor peronista para enterarse de primera mano qué piensan sobre la deuda. Semblantearlos cuando se les menciona la palabra default.

Alternaron con el líder del Frente Renovador Sergio Massa, con el gobernador de Salta y precandidato presidencial, Juan Manuel Urtubey y se aprestan a entrevistar, la semana que viene, a otro virtual aspirante a la banda, como Roberto Lavagna.

Sin embargo, ayer, jueves, el auditor romano y refinado amante del buen vino confesó a los otros miembros de la delegación que le tocó disfrutar de una experiencia exótica con su compañero, al visitar la oficina del edificio anexo del Congreso que ocupa el diputado y referente económico kirchnerista, Axel Kicillof, quien los recibió con mate y bizcochitos agridulces bien autóctonos que contribuyeron a amenizar una charla que duró casi dos horas.

No sólo la criolla costumbre compartida reflejó la cordialidad que enmarcó al encuentro, sino que los ejecutivos foráneos se retiraron convencidos de la sinceridad de la respuesta del ex ministro de Economía de la rival con que polariza el actual gobierno, Cristina Fernández de Kirchner, cuando le preguntaron si era su intención defaultear la deuda en caso de triunfar en los comicios de noviembre: “son versiones fantasmas”, los tranquilizó, recordando que el Frente para la Victoria tiene el antecedente de haber dejado la cuenta en cero con el FMI al saldar las deudas contraídas por las administraciones anteriores.

Seguramente sea esa la frase el encabezamiento del informe político que elevará Cardarelli a sus superiores, acompañando el seguimiento técnico efectuado al ajuste monetario y fiscal derivado del déficit cero.

La principal preocupación del directorio multinacional del organismo es que, una vez garantizado el financiamiento de la cuenta corriente, Argentina quede en condiciones de devolver el crédito stand by más grande que haya otorgado en toda su historia: US$57.000 millones.

Hasta fin de año, el programa acordado y en curso, que es supervisado por tramos, habrá liberado desembolsos que totalizan US$45.000 millones.

El objetivo macroeconómico primario que lo guía se concentra en el período preelectoral: la prioridad ha sido y es estabilizar el tipo de cambio anque bajar la inflación, aunque el IPC de enero y el que se avecina para febrero marchen hasta ahora por las antípodas.

Kicillof comentó haber notado "preocupación" en los funcionarios "por los riesgos que hay", a la vez que “resignación por la situación económica, que se traduce en “desocupación y cierre de empresas".

Los enviados del FMI se lavaron las manos y le tiraron la pelota a Nicolás Dujovne y Guido Sandleris por la idea de que se aplicara un shock fiscal antes que un plan económico, aunque reconocieron que, por el momento, las metas se estén cumpliendo, pero con el costo de instalar una recesión prolongada en el tiempo.

Inclusive, aducen que ya se manifiesta visiblemente en la caída en la recaudación de impuestos, que amenaza el cuadro de resultados que vigila el Fondo.

Hasta la baja del gasto tropieza con un escollo financiero casi imposible de saltar, como es el peso de los intereses por el endeudamiento, que se incrementó en diciembre 88,4%, por efecto de “un mayor tipo de cambio sobre la deuda en moneda extranjera y de la tasa de interés sobre los títulos con cupón variable”, según el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, que dirige Víctor Beker.

Caldarelli escuchó en silencio a Kicillof cuando le transmitió que el plan de Unidad Ciudadana, en caso de acceder a la Casa Rosada, sería potenciar el crecimiento rápidamente a partir de una mejora del mercado interno.

Y que si no se había dicho antes fue porque no se le dio oportunidad a la oposición de expresar su opinión cuando se renegoció en setiembre el acuerdo de junio a cambio de la quita y adelantamiento de todos los desembolsos previstos para 2020, que será el primer año del gobierno que suceda a Mauricio Macri, si éste no consigue ser reelecto.

“Te lo dije”, remarcó el ex ministro K, tal como repite la canción de una publicidad estilo Broadway de BBDO para una marca de café, cuando recordó a los visitantes del Fondo que ya habían advertido públicamente al firmarse el primer tratado que no era cumplible.

Una explicación posible de la indiferencia del FMI para con el kirchnerismo es que estaba fresco el levantamiento por parte del directorio de la moción de censura que pesaba sobre la Argentina desde 2013, precisamente cuando Kicillof era ministro de Economía de CFK por la manipulación de las estadísticas públicas.

Y como el que se quema con leche ve la vaca y llora, la misión técnica del FMI había participado al comienzo de la era Macri de extensas y detalladas reuniones con funcionarios del INDEC y el Ministerio de Hacienda, tendientes a esclarecer la metodología y los datos que respaldan las nuevas estadísticas oficiales del IPC y del PBI.

Déficit financiero a falta del fiscal

Si bien el Fondo se concentra en el cash flow primario mientras los intereses integran la órbita del plan financiero, para cuya consecución el reducido tamaño del mercado de capitales doméstico apenas cuenta, la capacidad de repago de los US$210 millones de la deuda considerados a fines de 2108 como exigibles queda directamente supeditada al crecimiento de la economía y a los créditos que se negocien con la banca internacional y los fondos de inversión, que a los países emergentes les implican un costo financiero de entre 5 a 6 puntos del PIB, cuando Argentina viene pagando cerca de 3 puntos al FMI.

Todo indica que en una renegociación futura, el peso del organismo multinacional en nuestra deuda tenderá a descender y que si se intenta continuar reduciendo al mínimo el financiamiento monetario del déficit, habrá que reanudar un fuerte proceso de endeudamiento externo.

Beker había puesto como ejemplo al jefe de un hogar que logra equilibrar lo que gana y lo que gasta, pero sólo paga el mínimo de la tarjeta. La bola restante incorpora los intereses, de nuevo exige el revolving y así sucesivamente, hasta que el saldo sea exigible.

Las cuentas al finalizar el 3er trimestre arrojan una deuda de US$308 mil millones, que la devaluación que trasladó el dólar a $41 la llevó a ocupar el 95% del PBI medido en moneda extranjera y con el retroceso de la paridad a $38 mejora a 86% y en 2019, como la inflación superará a la devaluación, podría descender al 80% respecto del PBI nominal, que recupera US$40.000 millones respecto de setiembre por la diferencia en menos del cambio.

El Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) había estimado la deuda pública argentina en el 77,4% del Producto Interno Bruto (PIB) para el 3er trimestre de 2018, cuando en 2017 era solamente del 56,6% respecto al PBI.

En el FMI tienen claro que la cuenta corriente de la balanza de pagos se nutrirá de las divisas que liquida el campo y que la Tesorería Nacional cuenta con el aporte que hacen las retenciones a la exportación que vienen del agro.

Por eso, en la gira de estos días agendaron una pasada por La Rural, donde fueron recibidos en el Palacio Duhau por el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina, quien lejos de convidarles un asado, ni un mate como Kicillof, aprovechó para plantear la cuitas del sector por la parte del león que le repartió la Administración Macri del muerto a levantar.

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