Con todo respeto: Que el Vaticano sea más prudente

Con excesivo oportunismo, el Vaticano subrayó que el ejercicio del 'derecho a la libertad de pensamiento y expresión' no puede implicar 'el derecho a ofender el sentimiento religioso de los creyentes' de cualquier religión, tomando posición con respecto a las "recientes representaciones ofensivas de los sentimientos religiosos" de los musulmanes. Pero no es la Iglesia Católica la más autorizada para aconsejar sobre libertad de expresión, precisamente. Sin ir muy lejos, recién en abril de 2002 el jesuita y periodista suizo Albert Longchamp, reducido durante 20 años al silencio por sus críticas al Opus Dei, recuperó su libertad de expresión gracias a una decisión personal del prepósito general de la Compañía de Jesús (orden sobre la que el Vaticano avanzó durante el papado de Juan Pablo II, se aclara). Longcham, director de la revista 'Choisir' y ex redactor jefe de Echo Magazine , fue silenciado por la jerarquía vaticana por un artículo crítico del Opus Dei publicado en febrero del año 1981 en 'Choisir' y del que él no era, sin embargo, autor. Aqui se reproduce una nota DE 'Le Temps', del sábado 2 febrero de 2002:

POR PATRICIA BRIEL

El Padre jesuita Albert Longchamp, redactor jefe de "Echo Magazine" y director de la revista "Choisir", ¿recobrará la libertad para hablar sobre el Opus Dei, libertad denegada durante más de veinte años?

Él mismo vio cómo en mayo del mismo año le prohibieron formalmente expresarse en público o escribir cosa alguna sobre esta prelatura por el simple hecho de haber publicado en la revista "Choisir" de febrero de 1981 un estudio minucioso y crítico sobre el Opus Dei -del que ni siquiera era autor-.

La prohibición emanaba del Superior General de la Compañía de Jesús, quien actuaba igualmente por orden del Secretario de Estado del Vaticano en aquella época, el cardenal Agostino Casaroli. ¿Fue éste último informado de la publicación de este artículo por un miembro de la Obra en Suiza? No cabe duda.

Fuere como fuere, el Padre Longchamp se vio obligado a cesar cualquier debate sobre el Opus Dei, "aun cuando los hechos descritos son exactos" y "con el fin de no atentar contra la caridad en la Iglesia", precisaba su superior. Profundamente sorprendido por esta orden y acuciado por otras preocupaciones, el Padre Albert Longchamp obedeció durante 21 años, con tan sólo una excepción que le costó una severa advertencia.

Pero hoy, animado por la iniciativa de un diputado de dirigirse al Obispo de la Diócesis de Lausanne, Genève et Fribourg, ha decidido romper el silencio que le fue impuesto. Para él, la situación se ha vuelto totalmente insostenible: periodista que ocupa un cargo de responsabilidad en dos revistas cristianas en Suiza, presidente de la Comisión de Comunicación en el seno de la Conferencia de Obispos suizos, se ha visto forzado al silencio cuando hablar de la Obra forma parte de sus deberes profesionales, tanto más cuando el fundador del Opus Dei iba a ser canonizado en breve.

Su decisión empezó a madurar el año pasado cuando se publicó la carta de un lector en "L'Echo" del 22 de marzo de 2001. En la carta expresaba su deseo de conocer mejor el Opus Dei y, por consiguiente, su deseo de leer un artículo sobre esta institución en la revista. Albert Longchamp respondía a la misma con un "non possum" -no puedo- publicado igualmente en "L'Echo" del 22 de marzo: " Desde 1981 (...) me está prohibido, bajo pena de sanción, buscar y difundir información, "aún siendo exacta" referentes a esta Institución, su organización, sus objetivos y sus estructuras (...). Esta medida nunca ha sido abolida por el Vaticano. Recibe mis sinceras disculpas."

Sorprendido tras conocer la prohibición que recae sobre Albert Longchamp, Pierre Marti-Manfrini, diputado del Gran Consejo ginebrino, escribe ocho días más tarde a Monseñor Genoud para solicitarle información sobre el Opus Dei, dado que el redactor en jefe de la revista no puede expresarse. Es la secretaria de Monseñor Genoud quien le responde. Le hace saber que el obispo le recomienda en un primer momento que se dirija a Albert Longchamp para obtener la respuesta a sus preguntas. En un segundo momento, el obispo anuncia que está dispuesto a recibir al diputado con el fin de hablar de ello. Con fecha del 13 de junio 2001, el diputado envía una nueva carta al obispo. Por supuesto que se dirigió al Padre Longchamp -escribe- pero éste le confirmó la prohibición formal de hablar del Opus Dei que recae sobre él. "Esto refuerza mi determinación, como católico, para intentar comprender esta conspiración del silencio, de alguna forma, esta "omertà", continúa el diputado. Usted comprenderá fácilmente que espero de la jerarquía, y en particular de mi obispo, una aclaración sobre este asunto, con el fin de disipar cualquier duda en lo referente al poder de presión del Opus Dei en la vida de nuestra Santa Madre Iglesia."

Seis meses más tarde, Pierre Marti-Manfrini, que dejó de ser diputado desde el mes de Octubre, no recibió respuesta alguna a su carta. Con fecha del 17 de diciembre, se dirige nuevamente al Obispo: "no puedo creer que el problema del Opus Dei no le concierna en absoluto, ni tampoco la prohibición formal hecha al Padre Longchamp para hablar sobre ello (...)" Al final de su carta, el antiguo diputado expresa nuevamente su deseo de entrevistarse con el Obispo.

Contactado por la revista "Le Temps", Pierre Martín-Manfrini afirma no haber recibido respuesta alguna a su carta, y no comprender el silencio del obispo ni por qué Albert Longchamp todavía esta bajo esta prohibición. "No puedo admitir esta medida, -explica-. En la Iglesia, cada uno debe poder expresarse con total libertad." Esta es también la opinión de Albert Longchamp, cuya libertad de palabra es apreciada por sus lectores. Se dice absolutamente dispuesto a ir a ver al Obispo y al nuncio para pedir que se levante esta prohibición que le hiere: "Me gustaría recuperar mi libertad de expresión. El Opus Dei forma parte del debate público y a mí se me impide hablar de ello aún cuando esta institución me informa regularmente de sus actividades. Es un atentado contra mi honor, mis derechos y una violación de la ética periodística. Una medida de excepción, como es esta, a favor de una institución de la Iglesia católica, en el contexto de un debate, que no tenía ningún carácter difamatorio, no es en modo alguno justificable"

Tras preguntar a Beat Müller, director de la Oficina de prensa de la Prelatura del Opus Dei en Suiza, sobre el hecho de mantener la prohibición que pesa sobre el redactor en jefe del "Echo Magazine", manifestó su deseo de no expresarse sobre un asunto que juzga "depassé" , "Nosotros no podemos resolver su problema" afirma. El caso de Albert Longchamp está, pues, en las manos del Obispo. Tras haber sido contactado, Monseñor Genoud prefiere no tomar posición alguna por el momento con respecto a levantar la prohibición que pesa sobre el padre jesuita, deseando estudiar primero atentamente el expediente.

Veinte años después de los hechos, el que se mantenga a Albert Longchamp bajo esta prohibición es totalmente intolerable. De hecho ésta nunca ha estado justificada: El artículo que él había publicado en la revista "Choisir" respetaba todas las reglas éticas y deontológicas del periodismo. En ningún caso era difamatorio: Simplemente pretendía analizar el funcionamiento del Opus Dei bajo un punto de vista crítico.

Hubiera sido de esperar que el Vaticano levantara esta prohibición después de algún tiempo. Este no fue nunca el caso. Albert Longchamp es periodista, debería poder expresarse libremente sobre el Opus Dei en las revistas de las que es responsable. Querer impedir el debate en el seno de la Iglesia católica con respecto a una institución controvertida es marcarse un gol mayúsculo en propia portería y un atentado contra el espíritu evangélico. El mismo San Pablo recomendaba la corrección fraterna entre cristianos.

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