La conflictividad laboral volvió con su peor cara

Por GABRIEL PROFITI (*) La conflictividad laboral, en estado desenfrenado y rabioso, acaba de anunciar su regreso a escena con el conflicto que desembocó en la muerte de un efectivo policial en Las Heras, Santa Cruz.

Los sacudones gremiales se habían tornado uno de los principales dolores de cabeza para la administración nacional en 2005 y ahora parecen haber retornado con su peor expresión.

Ya la semana pasada el corte de la ruta 2 por parte de trabajadores lácteos, en pleno recambio de quincena, significó una muestra de que las disputas laborales se colaban nuevamente en la agenda del Gobierno y los medios tras el receso de enero.

Junto con el reclamo de los trabajadores de Gándara también se reciclaron los conflictos de los aeronáuticos, del Hospital Posadas, y de los docentes, quienes ya advirtieron sobre una postergación del inicio del ciclo lectivo 2006.

Entonces, la búsqueda de soluciones a los reclamos gremiales pasará a ser tan importante en las próximas semanas como la pulseada artesanal que el Gobierno encaró contra la inflación.

En definitiva no dejan de ser problemáticas hermanadas por propiedad transitiva.

Pese a que el enfrentamiento en Santa Cruz tiene silueta de barbarie y podría significar un hecho aislado, no deja de ser un coletazo de la intransigencia sindical que pudo observarse en gran parte del año pasado, cuando por contagio, los planteos comenzaron a multiplicarse y a agudizarse.

Dentro de los más de 800 conflictos que se registraron en 2005, sumados el ámbito público y privado, varias veces los dirigentes sindicales desoyeron el dictado de las conciliaciones obligatorias dictadas por el Ministerio de Trabajo, perforando las bases de las negociaciones históricas.

Los empresarios —en muchos casos— también tuvieron su cuota de responsabilidad, pero llamó la atención la multiplicidad de caras que adoptaron los planteos gremiales.

Las medidas de fuerza de mayor exposición mediática superaron los meros paros y tomaron métodos de la protesta social, como el piquete, que en definitiva fue uno de los detonantes del choque en el norte de Santa Cruz.

En contrapartida la cartera laboral celebró haber homologado más de 400 acuerdos laborales el año pasado, pero demasiadas veces pareció no hacer pie frente a la ofensiva sindical y la renuncia —o separación— del ministro Carlos Tomada fue mencionada en pasillos oficiales.

Lo cierto es que ahora el Gobierno puso como límite para las negociaciones colectivas un 20% de aumento en los sueldos, con la intención de que frenar a la inflación.

En los próximos días sobrevendrán negociaciones con sectores sindicales combativos como los de subterráneos, la construcción, los camioneros, los metalúrgicos y también los petroleros.

Habrá que ver qué se acuerda —si se acuerda— y cuál será la posición que adoptará la CGT.

El secretario general de la central obrera, Hugo Moyano, sigue siendo un aliado del presidente Kirchner, pero el año pasado la relación sufrió un desgaste precisamente por el desmadre de las protestas sindicales.

Al cabo, Moyano se puso al frente de los bloqueos organizados por su gremio, el de los camioneros, que fue uno de los que llegó a una situación límite sin que el Gobierno pudiera evitarlo.

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De la Redacción de El Diario de Paraná

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