Izquierda en Latinoamérica: Lagos, un ejemplo para López Obrador

Carlos Fuentes es uno de los intelectuales más destacados de Latinoamérica. Él escribió acerca de la izquierda latinoamericana hoy, en el diario La Tercera, de Santiago de Chile. Según él, Ricado Lagos deja un modelo que transciende el Consenso de Washington, que no cultivó ni un alto nivel de inversión con crecimiento sostenido ni mayor crecimiento con más equidad. El autor querría un Lagos para México. POR CARLOS FUENTES

El panorama de la izquierda en América Latina ha sido y continuará siendo objeto de interpretaciones apasionadas por la novedad de su retorno después de largos inviernos militaristas y primaveras democráticas que no llegaron a la base popular de la pirámide, así como por su ensalada de tendencias.

Fidel Castro se mantiene como el decano. Ha estado en el poder casi medio siglo gracias a varios factores. En primer lugar, la agresión de USA. En efecto, la hostilidad de 10 gobiernos de ese país sólo ha afirmado el poder de Castro.

Los intentos de Carter y Clinton para formalizar las relaciones con Cuba fracasaron. No le convenían a Castro, quien ha desarrollado un aparato autoritario que descansa sobre la base de la defensa contra el "imperialismo yankee".

Como jefe de Estado del 5to. mayor exportador de petróleo del mundo, Chávez se pavonea como líder izquierdista. En realidad, es un Mussolini tropical, siempre listo para prodigar en forma benevolente su riqueza petrolera mientras sacrifica las fuentes de producción y de empleo en su nación. Ataca a USA en asuntos comerciales, pero no se atreve a tocar las relaciones petroleras con ese país. Como Perón, combina un discurso populista con una inmensa dosis de filantropía social. Pero a diferencia de Perón, no está construyendo una industria diversificada.

Con vacilación, el régimen de Kirchner en la Argentina fluctúa entre un neoperonismo intolerante y uno suave.

Sorprendentemente, el gobierno de Vázquez en Uruguay es ágil en su defensa de intereses nacionales tanto bajo la rúbrica izquierdista como derechista.

Y el brasileño Lula ha logrado un enorme éxito económico y comercial, pero ha traicionado a su base popular. Se mancilla con escándalos de corrupción tan melodramáticos como las caras múltiples de la ex eminencia gris de ese gobierno que fue su principal ayudante, José Dirceu.

La otra cara de la izquierda está representada por Ricardo Lagos.

Bajo su mandato, el pinochetismo ha quedado enterrado por las autoridades judiciales. No se ha dedicado a condenar el pasado, sino a construir el futuro. Mercado y Estado: ese balance ha asegurado el desarrollo rápido (e incompleto) de Chile bajo el socialismo.

El nivel de pobreza ha bajado de 40% a 18%. Hay aún un gran porcentaje de pobreza, pero Lagos deja un modelo que transciende el Consenso de Washington, el mismo que no cultivó ni un alto nivel de inversión con crecimiento sostenido ni mayor crecimiento con más equidad.

Deja a Bachelet un modelo en construcción que promete preservar una estabilidad macroeconómica que le permitirá atender el bajo desarrollo microeconómico con planes de empleo, infraestructura, educación, redistribución y oportunidades económicas.

Este es el proyecto que en amplios términos convendría a la izquierda mexicana renovada, que es lo que representa el candidato Andrés López Obrador.

Convertido en un demonio, populista y demagogo, López Obrador acaba de dar una señal positiva al decir: "Que se escuche claramente y muy lejos: Habrá una economía de mercado, pero el Estado promoverá el desarrollo social para combatir la desigualdad".

Y agregó: "Habrá estabilidad y disciplina macroeconómica al tratar con la inflación y el déficit público". Ha declarado que tanto la economía micro como la macro deberían combatir la pobreza, que ha sido la herida más dolorosa y profunda de México desde que Humboldt nos definió a comienzos del siglo XIX como el país de la desigualdad.

Mi esperanza es que la ruta de López Obrador en México sería similar a la de Lagos, no a la de Chávez, aunque ni los programas de Lagos ni de Chávez se pueden replicar en un país que comparte una frontera de tres mil kilómetros con el poder más fuerte del mundo.

Una situación que no me preocupa es la de Evo Morales. Elegido por una clara mayoría, confirma una vuelta positiva en la política de A. Latina. La izquierda puede obtener poder por medios electorales, algo no hace mucho inconcebible.

El único recurso de la izquierda era por medio de insurrección armada. Está consciente de que su elección no sólo lo compromete a él, sino a su maltratado pueblo, para mantener el mismo proceso libre que lo llevó al poder. Ese es un paso que no debería subestimarse. La democracia ha llegado a la base de la pirámide.

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