Latinoamérica, una región cada vez más africana

¿Por qué avanza la pobreza en países como Venezuela y la Argentina, cuyos gobiernos afirman que tienen un compromiso importante con la reducción de la pobreza? El enigma es el disparador de una investigación que acaba de publicar la consultora Exante, y debería provocar el debate entre quienes siguen con atención los procesos sociopolíticos regionales. POR SANTIAGO DONATO

Tal como lo dispuso el Banco Mundial en su último informe sobre "Reducción de la pobreza y crecimiento: Círculos virtuosos y círculos viciosos", la persistencia y extensión de la pobreza impiden a la región latinoamericana, en la que el 25% de la población vive con menos de US$ 2 por día, crecer a tasas altas y sostenibles en el tiempo.

El Banco Mundial aseguró que si las economías de la región quieren lograr mayores tasas de crecimiento y competir con China y el sudeste asiático, deben priorizar la reducción de la desigualdad y la pobreza.

La desigualdad se refleja en el hecho de que el 10% más rico de los latinoamericanos recibe el 48% del ingreso total, y el 10% más pobre, el 1,6%.

De esta manera, América Latina se ubica en la segunda región más desigual del mundo, después de África.

Esto no es nuevo. América Latina es y ha sido una de las regiones más desiguales del mundo, y es precisamente dicha desigualdad social, la característica frustrante del desarrollo económico latinoamericano.

Según proyecciones hasta el año 2005, basadas en el crecimiento económico de los países, un 40,6% de la población latinoamericana se
encontraría en situación de pobreza, mientras que un 16,8% no sólo sería pobre, sino que estaría en la pobreza extrema o indigencia.

De todas formas, según el último informe de la CEPAL, los países sudamericanos vienen reduciendo su pobreza en los últimos años. México mostró una nueva reducción de las tasas de pobreza e indigencia entre 2002 y 2004, en una prolongación de la tendencia a la
baja que viene presentando desde 1996.

Chile es otro de los países que presentó una disminución de la pobreza e indigencia entre el año 2000 y 2003.

Los datos de Brasil revelan un incremento tanto de la pobreza (1,2 pp) como de la indigencia (0,7 pp) entre 2001 y 2003 pero, a partir de 2004, se revirtió la tendencia.

Por último, cabe mencionar que la República Bolivariana de Venezuela es otro país en el que recientemente se produjeron grandes avances en la lucha contra la pobreza a la vez que atraviesa una de las mejores coyunturas económicas de su historia por ser el quinto mayor exportador de petróleo del mundo.

Lograr el crecimiento de la economía y a su vez alcanzar un cierto grado de desarrollo económico no es tarea sencilla para ningún país. Y la Argentina no es la excepción.

Si bien la actividad económica ha crecido en 2005 a una tasa anual de 9,1% -lo cual da nota de un avance significativo en la producción nacional-, sus indicadores sociales siguen mostrando que esa mejora en el ingreso no llega a la sociedad toda y que la distribución del mismo
continúa siendo desigual e inequitativa.

Cabe destacar que, en la Argentina, los índices de pobreza e indigencia han disminuido en los últimos años. En 2005, la pobreza afectó al 28,5% de los hogares, lo que hace un total de 38,5% de personas, mientras que la indigencia la sufre el 9,5% de los hogares y el 13,6% de las personas.

Estos números son menores a los del cierre de 2003 y de 2004. En
2003, la pobreza en hogares y personas era del 36,5% y 47,8% respectivamente y la indigencia, del 15,1% y 20,5%. En 2004, esos números ya empezaron a caer y la pobreza afectó al 29,8% de los hogares y al 40,2% del total de las personas.

El índice de indigencia afectaba al 10,7% de los hogares y al 15% de las personas.

Si bien ello resulta alentador, no deja de ser altísimo el número de personas que no tienen capacidad de satisfacer un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales o, lo que es peor aún, resulta alarmante que casi el 14% de la población no cuente con ingresos suficientes como para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas.

Máxime, cuando el ingreso nacional creció en Argentina a una tasa anualizada de más del 9%, lo que a su vez se traduce en un ingreso per cápita superior en 16% al de 2004.

Si comparamos los datos de crecimiento económico y pobreza en el año 2005 entre algunos países de América Latina, podemos observar que Argentina creció al 9% anual y sólo disminuyó su pobreza en torno al 5%, mientras que Brasil, Chile y México, que crecieron a tasas mucho menores (2,5%, 5,9% y 3,1% respectivamente) redujeron su pobreza a un nivel mayor.

En lo relativo a la desigualdad en la distribución del ingreso, ni la Argentina ni sus países vecinos van por un buen camino. La desigualdad tendió a mantenerse, y aun a aumentar, más que a mitigarse durante los últimos años.

Ello se relaciona con factores arraigados en el estilo de desarrollo, que cobra mayor fuerza con la nueva oleada modernizadora.

Estos factores estructurales son típicamente el acceso y la calidad de la educación, el empleo precario y las redes de protección social, la volatilidad macroeconómica, entre otros.

Este es un problema que azota a la mayoría de los países latinoamericanos.

Los coeficientes de Gini, que miden desigualdad, se ubican en niveles altísimos, superando el 0,50 en Brasil, Chile, Argentina, Paraguay, Colombia, México, entre otros, cuando el 0 equivale a igualdad perfecta y el 1, a máxima desigualdad.

En lo que hace particularmente al caso argentino, el Indec informó, recientemente, que en el tercer trimestre de 2005, el 20% de las personas que perciben ingresos en la Argentina se queda con el 53,6% de la torta, mientras que, en el otro extremo, un 40% de la población
debe conformarse con el 11,7% de los recursos.

La desigualdad aumentó de manera notoria, situándose por encima de Brasil y del resto de América Latina.

Otro dato que demuestra el deterioro en la distribución del ingreso en la Argentina es la brecha entre lo que gana, en promedio, el 10% de las personas ubicadas en la franja más elevada y el decil más pobre.

La diferencia entre una y otra resulta de 30,8 veces, cuando en 2004 la brecha había sido de 28 veces.

Este es el contexto socio-económico en el que se encuentra hoy la Argentina.

El país logró un crecimiento sostenido del producto pero con una reducción de la pobreza e indigencia que no se corresponde con la suba del ingreso nacional.

La pobreza disminuyó, básicamente, porque la clase media baja, que había caído a niveles de pobreza, salió de ella y muchos indigentes pasaron a ser pobres, al mejorar sus ingresos.

No obstante, la distribución de la riqueza es cada vez más desigual, afectada negativamente por las presiones inflacionarias que impactan, principalmente, sobre los sectores de menores ingresos.

Sin lugar a dudas, resulta imperioso que los gobiernos de la Argentina y el resto de América Latina adopten medidas que impulsen la disminución de estos índices para lograr un bienestar social absoluto.

Debe hacerse hincapié en la necesidad de apostar por la calidad de la enseñanza y mayores inversiones en infraestructura para beneficiar a las regiones rezagadas y aumentar el acceso de los pobres a los servicios públicos.

Además, dicha estrategia debe ampliar el acceso a servicios crediticios y financieros, mantener la estabilidad macroeconómica y poner en marcha políticas sociales eficaces, tales como los programas Bolsa Familia en Brasil, Oportunidades en México y Familias en Acción en
Colombia.

Asia constituye el más claro ejemplo de países que han logrado crecer económica y socialmente en la década del ´90. Corea, Tailandia, Malasia, China, Japón, entre otros, han crecido a altas tasas anuales y lo más significativo de ello es que ese ingreso fue repartido equitativamente en la sociedad.

Si bien el Sudeste asiático sufrió una gran crisis financiera por la devaluación del bath tailandés en 1997, debemos destacar que, actualmente, algunos de esos países han dejado de ser países "en vías de desarrollo" o "subdesarrollados" para pasar a ser potencias mundiales.

Japón, China y Corea dan muestra de ello.

¿Por qué América Latina o países como Argentina, Brasil, México o Chile no pueden escalar en el sendero hacia el desarrollo?

Lejos de tener una visión pesimista y creer que América Latina se encuentra encasillada en un círculo vicioso del cual le es imposible salir, podría escapar de la pobreza y la desigualdad si estas cuestiones ocuparan un lugar prioritario en la agenda de los gobiernos.

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