Tras arduas negociaciones, Colombia y USA acordaron un TLC

El ministro colombiano de Comercio, Jorge Humberto Botero, anunció hoy que alcanzaron un Tratado de Libre Comercio con USA tras 21 meses de intensas negociaciones. Durante una rueda de prensa, Botero en Washington, dijo que el cierre de las negociaciones se produjo a las 05.00 horas de esta madrugada en USA. "Le estamos entregando al país un tratado muy positivo", sostuvo el funcionario.

Los ministros de Comercio, Jorge Humberto Botero Angulo, de Agricultura, Andrés Felipe Arias, y el jefe negociador nacional, Hernando José Gómez de Colombia anunciaron en Washington que luego de 48 horas del cierre de las negociaciones, el Tratado de Libre Comercio entre ese país y USA entraría en vigencia desde el próximo 1º de enero de 2007.

Por su parte, el representante comercial de USA, Rob Portman, dijo en un comunicado que "un convenio con Colombia es un componente esencial en nuestra estrategia regional para avanzar en un pacto de libre comercio" en toda la región.

Las discusiones que más trabaron la negociación fueron en los productos como el arroz, azúcar y cuartos traseros de pollo, pero después de más de 36 horas de diálogo se llegó a un acuerdo.

El acuerdo llegado entre los funcionarios de ambos países, iniciado el 18 de mayo de 2004, deberá ser ratificado por el congreso colombiano y estadounidense para luego firmarlo en un acto público en la ciudad de Washington dentro de tres meses.

Por lo pronto, el texto acordado no tiene un carácter vinculante porque constituye un proyecto de acuerdo. En cuestión de dos o tres días se publicará un resumen en diversos medios de comunicación, y en las próximas semanas todo el borrador.

A diferencia de Perú, Colombia no dejó pendiente la negociación de ningún tema al momento de cerrar el TLC.

# Industriales celebran acuerdo del TLC; avicultores prevén pérdidas

Los industriales celebraron el Tratado de Libre Comercio (TLC) logrado con USA, aunque algunos sectores, como los avicultores, previeron riesgos para la producción nacional. El presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), Luis Carlos Villegas, dijo en RCN Radio que el mecanismo acordado es "bastante positivo", mientras que su homólogo de la Federación Nacional de Avicultores (Fenavi), Jorge Enrique Bedoya, señaló que deja a su sector "muy preocupado".

Bedoya, advirtió en el Noticiero Radiosucesos de RCN que "las condiciones que se negociaron no favorecen para nada el sector avícola colombiano".

"Las condiciones que se negociaron no favorecen para nada a nuestro sector y no dejan constancia sobre la hipersensibilidad del sector avícola en la generación de empleo en nuestro país", anotó.

Recordó que la oferta inicial de Colombia era permitir la llegada desde USA de 1.000 toneladas de muslos de pollo "y hoy los avicultores se levantaron con la sorpresa de que fue autorizado el ingreso al país de 26.000 toneladas anuales... Eso no es bueno para nosotros, pero la suerte está echada", subrayó.

# Titubeos y contradicciones

Reproducimos el editorial del día del diario El Colombiano

El cierre de la negociación del TLC con Estados Unidos ha estado marcado por exceso de timidez, titubeos y contradicciones. Las postergaciones sucesivas, las señales ambiguas y las declaraciones confusas por parte de funcionarios gubernamentales han desorientado a la opinión pública y erosionado el respaldo de la comunidad al TLC. Quienes desde el sector privado y la sociedad civil han apoyado la iniciativa desde el primer momento, han tenido motivos para considerar que parte de la oposición al libre comercio proviene del propio gobierno.

La incertidumbre al cierre de esta edición deja una sensación de frustración y un mal presagio. Hay también una dosis considerable de fatiga. Lo que debía haberse defendido como una política de Estado de largo plazo y gran envergadura alcanzó a quedar cuestionada por mezquinos argumentos de mecánica electoral. Y el anuncio presidencial de septiembre que el TLC se iba a firmar 'rapidito' terminó convertido en tediosos meses de regateo al detal con los representantes más recalcitrantes del proteccionismo agropecuario.

Para resolver conflictos entre productores de materias primas y usuarios de las mismas como insumos de bienes industriales exportables, el gobierno ha adoptado la práctica de solicitarles a los interesados llegar a una fórmula transaccional, la cual sería adoptada como posición negociadora oficial. De este forcejeo intergremial quedan excluidos los consumidores, los desempleados y los sectores vulnerables de la población, a cuyas expensas se hace el arreglo. La modalidad escogida para no incomodar a ningún interés particular es abstenerse de decidir, en perjuicio del interés general.

La iniciativa del TLC recibió un manejo gubernamental inadecuado frente a la opinión pública. Después de la gestión encarecida para obtener la aquiescencia norteamericana a iniciar las negociaciones, el propósito de llegar a un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos quedó huérfano de patrocinio gubernamental.

Al TLC le ha hecho falta un promotor convencido y entusiasta en el alto gobierno. El Ministro de Comercio, quien ha debido convertirse en el campeón de la iniciativa, se encargó de sembrar la incertidumbre al anunciar la existencia de un tal Plan B consistente en no firmar el TLC con Estados Unidos. Algunos de sus colegas se adhirieron a las tesis alarmistas de los grupos que temían perder sus privilegios con la libertad de comercio. El Ministro del Interior y el Consejero presidencial para la Competitividad se han opuesto al cierre de la negociación, esgrimiendo razones de conveniencia electoral.

Lo que se ha estado dirimiendo durante los dos años de negociación del TLC es una controversia entre dos visiones del mundo que están resultando irreconciliables. La primera es la de una economía cerrada, de espaldas al comercio internacional, que procura la autosuficiencia a cualquier precio, en beneficio de unos rentistas privilegiados que explotan un mercado cautivo. La segunda es la de una economía competitiva, que participa vigorosamente en el comercio mundial, receptiva a la inversión extranjera, a la innovación y al cambio tecnológico. Es el conflicto entre el pasado y el futuro, entre el estancamiento y el crecimiento, entre el atraso y la modernidad.

Las vacilaciones y las demoras que han caracterizado la negociación del TLC reflejan el poder que siguen teniendo en el país los abanderados del subdesarrollo.

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