Los números no cierran: Habría que aumentar 1 año la edad de jubilación cada década

A Néstor Kirchner sólo le importan los jubilados por el dinero de la ANSeS para financiar determinados objetivos/negocios que se plantea el diputado nacional ausente. Pero habría que planificar alguna vez una política previsional en serio, antes que sea demasiado tarde. Aqui un aporte del Instituto para el Desarrollo Social Argentino:

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa). Las experiencias traumáticas que están atravesando los países europeos ponen en evidencia las consecuencias de las malas políticas previsionales.
Una de ellas es la falta de adaptación de los sistemas previsionales a las tendencias demográficas.
Esto alerta sobre las consecuencias que tendrá para la Argentina haber incorporado 2,2 millones de beneficiaros sin aportes –muchos pertenecientes a familias de altos ingresos– y permitir la proliferación de regímenes especiales que contemplan edades de retiro más tempranas.
El final inevitable es una nueva crisis y un ajuste seguramente mucho más intenso del que actualmente está aplicando Europa.
Con la reforma previsional del año 1994 se aumentaron las edades de retiro a 60 años las mujeres y 65 los varones, y se eliminaron los regimenes especiales.
Sin bien las edades de retiro se han mantenido, el restablecimiento y la creación de nuevos regimenes especiales es vertiginoso. Por ejemplo, rigen regímenes especiales para docentes, científicos, jueces y legisladores, construcción y luz y fuerza.
Mientras tanto en el Congreso se han presentado proyectos en la misma línea para trabajadores de la actividad agraria, guardavidas, guías de montaña, deportistas campeones y subcampeones mundiales, personal de rampa de aeropuertos, aeronavegantes, juego de azar, hospitalario, no docentes de universidades, pesca, vialidad, empleados legislativos y judiciales, mineros, taxistas, conductores, transportistas, clasificadores de cereales y para familiares de discapacitados.
En general, estos regímenes especiales contemplan menos años de aportes, menor edad, mayor haber y/o reglas de movilidad más favorables que en el régimen general. Frente a estas tendencias cabe preguntarse si estos cambios son consistentes con la dinámica demográfica del país. Para responder a este interrogante resulta pertinente observar las proyecciones de la CEPAL para el año 2025 y compararlas con la situación al año 1975:
> En 5 décadas la esperanza de vida de los varones a los 65 años aumenta en 4,2 años pasando desde 15,5 a 19,7 años de sobrevida.
> La esperanza de vida de las mujeres a los 60 años aumenta en 5,1 años pasando de 19,5 a 24,6 años de sobrevida.
> Bajo estas tendencias, hacia el año 2025 aproximadamente 1 de cada 4 personas tendrá más de 60 ó 65 años según sean mujeres o varones, respectivamente.
Estos datos permiten cuantificar los impactos del progresivo envejecimiento de la población. Desde la perspectiva del sistema previsional, la buena noticia de que las personas tienden a vivir más, tiene como contrapartida una creciente presión financiera sobre el sistema.
Planteado en términos simplificados, la dinámica demográfica que prevalece en la Argentina estaría haciendo necesario aumentar en aproximadamente 1 año la edad de retiro cada década. Sin adaptaciones, la crisis es inevitable.
Sin embargo, la política previsional va en sentido contrario. Un ejemplo muy ilustrativo es el régimen especial para los docentes. Se trata de un colectivo de trabajadores muy importante donde prevalecen las mujeres.
Además de condiciones especiales para el cálculo del haber inicial, se contempla el retiro de las mujeres con 57 años de edad y 25 años de servicio.
En las condiciones demográficas actuales esto significa que una docente que se jubila cumpliendo con estos requisitos tendrá más años cobrando una jubilación que los años que trabajó. Es fácil demostrar la baja sustentabilidad financiera de estas reglas.
Los países europeos están inmersos en intensos conflictos suscitados por los fuertes ajustes fiscales a los que se está sometiendo a su población. Estos ajustes no son una decisión política sino la consecuencia de una acumulación de promesas no sustentables.
Particularmente imprudente ha sido la falta de previsión en el diseño de la política previsional. Si la demografía alerta de que la gente vive más, es obvio que se deben adaptar las reglas de organización del sistema previsional a esta realidad. Caso contrario, fatalmente se presentará una crisis previsional y con ello la impostergable necesidad de un ajuste fiscal.
En la Argentina, los regímenes previsionales especiales fueron eliminados junto con el aumento de las edades de retiro porque habían hecho una contribución importante a la quiebra del viejo sistema de reparto.
Su restablecimiento, adicionado a la jubilación indiscriminada de personas sin aportes, la estatización del régimen de capitalización y la acumulación de juicios por no respetar la movilidad, constituyen elementos de suficiente entidad como para proyectar una nueva crisis previsional.
Frente a este sombrío panorama cabe alertar que el ajuste puede ser evitado, pero para ello hay que cambiar a tiempo la estrategia previsional.

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