Perez Companc aumenta su inversión en biocombustibles

Junto a sus socios en la empresa Renova construirán una planta para procesar porotos de soja y un puerto para exportar granos en la localidad santafecina de Timbúes.

Molinos, la empresa alimenticia de la familia Perez Companc, profundizará su presencia en el negocio de la producción de biodíesel al que ingresó en abril pasado cuando adquirió el 33% de Renova y pasó a ser socia de Oleaginosa Moreno, del grupo suizo Glencore, y de la argentina Vicentín, que controlan otro 33% cada una, informó el diario El Cronista Comercial.
La sociedad de las 3 empresas han convertido a esta empresa en 1 de las 2 mayores exportadoras de biocombustibles del país a partir de un ambicioso plan de inversiones que ahora suma la construcción de una nueva planta destinada al procesamiento de porotos de soja en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. Se trata de una obra que demandará un fuerte desembolso que alcanzará los US$ 350 millones. El dinero será aportado en partes iguales por las 3 socias de Renova.
El emprendimiento contempla también la construcción de un puerto propio que estará destinado a la exportación de granos y de los productos y subproductos derivados de sus actividades de procesamiento.
Además, parte de la inversión estará orientada a dotar a la nueva planta y el puerto de capacidad de generación propia de energía necesaria para operar sin mayores sobresaltos, especialmente durante el invierno cuando son frecuentes los cortes energéticos al sector industrial por parte del Gobierno.
Esta inversión forma parte de la estrategia de concentración en los negocios de los alimentos y de la soja que adoptó la familia Perez Companc después de vender su empresa de energía Pecom a Petrobras.
En este marco, ayer Molinos envió a la Bolsa de Comercio un comunicado en el cual explica los alcances de la nueva planta y aclarando que las obras demandarán un plazo no menor a dos años y que el proyecto "se encuentra sujeto a la obtención de los permisos y habilitaciones municipales, provinciales y nacionales correspondientes".
De esta forma, Molinos busca seguir ganando terreno en un sector en el cual había quedado retrasada en comparación con las cerealeras más grandes del país que vienen invirtiendo en el desarrollo de biocombustibles desde hace varios años.
De hecho, la mayoría se preparó para abastecer a las petroleras del 5% de etanol y otro tanto de biodíesel que, por ley, desde marzo de este año deben incluir como corte las naftas en la Argentina, porcentaje que las autoridades ahora analizan ampliar. Según fuentes del sector, se estima que este negocio impulsará inversiones por más de US$ 1.500 millones en los próximos años.
En el caso de la alimenticia de la familia Perez Companc, ingresó a Renova hace nada más que tres meses cuando pagó US$ 53 millones por el 33% del capital de esta compañía que fue especialmente creada en 2007 para producir y comercializar biodiésel, glicerina cruda y glicerina refinada, con destino mayormente a la exportación. De hecho, la firma posee plantas de glicerina y biodiésel también en San Lorenzo.
Luego de varios procesos de ampliación de su capacidad que encararon sus socios en estos últimos 3 años, Renova tiene actualmente capacidad para producir 480.000 toneladas de biodiésel -combustible que se elabora a partir del aceite de soja- y también glicerina.
En el caso de Molinos -dueña de marcas emblemáticas como Favorita, Cocinero, Matarazzo o Nobleza Gaucha- ya opera una fábrica de 120.000 toneladas de biodiésel en Santa Clara, cerca de Rosario, que también abrió hace dos años. Además, es socia de Vicentín en la empresa Patagonia Energía
En el negocio del biodiésel también participan otras cerealeras, como Bunge y AGD, e inversores de otros rubros, como Eduardo Eurnekian o el norteamericano Douglas Albrecht.

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