A 5 días del Día de la Independencia (sin Mundial), sobre peronismo, conflicto y 82%

La República Argentina, heredera de las Provincias Unidas del Río de la Plata (un proyecto más amplio, probablemente más interesante), no nació el 25/05/1810 sino el 09/07/1816. Todavía faltan 6 años para ese verdadero Bicentenario. Los optimistas esperan que, para entonces, se hayan aclarado algunas ideas entre tanta confusión que instaló el kirchnerismo. A propósito del matrimonio K, hay novedades.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Antes de ir a las noticias, es oportuno ubicarlas en contexto. De lo contrario son datos efímeros. Solamente el contexto permite darles consistencia a prueba de algún tiempo.
Entonces, el comienzo es por un fragmento de la entrevista que Alain Rouquié le concedió a Carlos Salvador La Rosa, durante su visita a la ciudad de Mendoza. Rouquié permite corroborar no solamente que Néstor Kirchner es peronista sino también el peligroso futuro próximo:
"-(...) Acá no hubo refundación ni nueva Constitución pero sí cierto aspecto reparador, porque ustedes tuvieron colapso de los partidos y una crisis fuerte de representación. El radicalismo se evaporó y el peronismo está fragmentado. Me pregunto qué tiene que ver el menemismo con el kirchnerismo, por ejemplo.
-Que son las mismas personas…
-Pero es complicado. Este país tuvo dos traumas, el de la dictadura del ’76 y el de la bancarrota de 2001. Dos traumas que hacen muy difícil recomponer una vía política consensual. Hay una oratoria, del gobierno y la oposición, que es de enfrentamiento y no de consenso. Que un diputado electo pueda decir: Perdimos las elecciones pero no importa el Congreso, lo que importa es el pueblo…  eso es un desprecio por las instituciones. Y yo sólo cito (risas).
-Eso lo entiendo, que no haya consenso puede ser cierto, pero cuesta entender que se reivindique como valor positivo el no consenso, que se vea el consenso como antidemocrático. Más que constatar una división social, es como que se la quisiera provocar.
-Sí, sí…  esa palabra consenso es una palabra que para cierta mentalidad hoy en la Argentina significa el conservadurismo más arcaico, cuando el consenso significa sencillamente aceptar las reglas de juego para que funcione el sistema democrático y que permita la alternancia. Pero es que esa idea del consenso está un poco en contradicción con la cultura política nacional, muy influenciada por el peronismo. En el peronismo existe la necesidad del enfrentamiento y del enemigo.
-Parecía que luego del ’83 eso se había acabado o casi, pero hoy volvió con todo…
-Sí, ahora volvió por todos lados. En el conflicto del campo se retoman clichés muy anticuados, como la oligarquía, que ya no existe, o los latifundistas, que ya quedan pocos. Pero más que autoritario, el sistema político argentino es un sistema basado en una cultura que rechaza el consenso absolutamente, cuando el consenso es instrumental. No es una política el consenso, es un instrumento. Consenso no es decir que todos estamos de acuerdo, o que todo está bien, eso no es entender lo que significa.
-¿Tiene un ejemplo para comparar?
-En Chile buscaron el consenso porque tenían que evitar hostilizar a los grupos ligados a la dictadura como el empresariado y la prensa, y había que andar con pie de plomo, con mucha prudencia. El consenso fue el instrumento que permitió 20 años de democracia. Además, hoy permite que Piñera -un señor de derecha- llegue al poder sin poner en peligro la democracia ni las conquistas de la Concertación. Eso es consenso.
El consenso es de doble vía, no limita las posibilidades de reforma sino que lo que ciertamente limita son las posibilidades de regresión política y social. Hay algunos que no entienden eso. Pero yo no estoy aquí para predicar el consenso, porque los sistemas conflictivos también tienen cosas positivas. (...").

Ahora las noticias a través de algunos recortes, comenzando por Carlos Abrehu, en La Gaceta, de San Miguel de Tucumán:
"A cinco días de la celebración del 194º aniversario de la Independencia, el gobernador José Alperovich y la senadora Beatriz Rojkés -presidenta del PJ- aparecen cada vez más pegados al proyecto continuista del kirchnerismo. Los actos del viernes constituyen una fuerte apuesta del oficialismo tucumano para renovar su adhesión a la Casa Rosada, aunque eso signifique limitar su capacidad de maniobra política. Los intendentes y comisionados rurales están obligados a garantizar un marco de asistencia nutrida. El ministro del Interior, Osvaldo Jaldo, es uno de los jefes del dispositivo.
El derrumbe de la ilusión mundialista en Sudáfrica diluyó las expectativas de dispersión de la mirada sobre los problemas más candentes del momento. Cristina Fernández aterrizará el viernes en Tucumán, sin gozar del margen de distensión que genera habitualmente una actuación superlativa de la selección de fútbol en la Argentina.
La fidelidad a la Casa Rosada se evidenció en una serie de definiciones frente a hechos políticos de primera jerarquía. Se trata de situaciones que interesan enormemente al matrimonio presidencial, y que dibujan una dependencia política en ascenso.
En ese marco, Rojkés definió con firmeza su alineamiento con el matrimonio K. La senadora por Tucumán se opuso en la comisión de Trabajo y Previsión al dictamen de mayoría que aconsejaba aprobar el proyecto de ley del socialista Rubén Giustiniani, quien propicia aplicar el 82% móvil y elevar el haber mínimo a $ 1.235. No hay que obrar con demagogia con los ancianos, argumentó Rojkés en el plenario de la comisión. La misma onda sintoniza su esposo.
El gobernador, en efecto, desde hace siete años desoye invariablemente el reclamo de los jubilados de la plaza en favor del 82%. Su comportamiento se mantuvo invariable, en los ciclos buenos y malos en términos presupuestarios.
Esa indiferencia sobrepasó los desafíos electorales. Pero el poder sí fue sensible para asegurarles el 82% móvil a los jueces, camaristas y fiscales que se retiran de Tribunales. Con estos, sí gana espacios en el Poder Judicial, mientras que con los otros no obtiene rentabilidad alguna. Una cuestión de puro cálculo de utilidad. (...)".

Horacio Verbitsky en el diario Página/12 intenta tranquilizar al kirchnerismo: Proyecto Sur ya se encargará de ponerle freno al acecho del frente no kirchnerista. Espectacular la hipocresía/ironía de Verbitsky quien afirma que el gobierno de Arturo Frondizi y Alejandro Gómez era radical cuando llegaron al poder con los votos del peronismo.
"Al cumplirse un año de las elecciones en las que el gobierno nacional perdió la mayoría en ambas cámaras del Congreso y un año antes de la designación de las fórmulas para 2011 el Grupo Ahhh... consiguió imponer esta semana su agenda legislativa, por primera vez desde que sumó Pinos con Pinedos en la rebatiña de los cargos. Como secuela de aquella operación, también se apoderó ahora de la presidencia de la Comisión Bicameral de Control de los organismos de Inteligencia, logró dar media sanción en Diputados a la reforma de la ley del Consejo de la Magistratura, citó a declarar en la misma Cámara al ex embajador en Caracas Eduardo Sadous, consiguió dictamen en el Senado para revertir la vandalización del INDEC y en varias comisiones de ambas cámaras para el aumento de las jubilaciones hasta el 82 por ciento de los ingresos de los trabajadores activos. Poco habituado a las votaciones adversas, el gobierno tampoco cedió la iniciativa y en la misma semana reglamentó la ley electoral que regirá la renovación presidencial del año próximo.
Cada una de estas decisiones legislativas tienen su dinámica propia, pero todas comparten una definición general: el Grupo Ahhh..., ahora con la disidencia en algunos temas de Proyecto Sur, procura colocar al oficialismo a la defensiva y deslegitimarlo frente a la opinión pública en temas con posible resonancia electoral. (...) Ni aun así es seguro que el Grupo Ahhh... consiga los votos suficientes para aprobar esas enmiendas.
El discurso opositor recuerda el de los gobiernos que se sucedieron a partir del derrocamiento de Juan Perón en 1955. Por ejemplo, la Convención Constituyente, convocada por un decreto de Pedro Aramburu e Isaac Rojas para reformar la Constitución Nacional, derogada por otro decreto de los mismos dictadores, sólo alcanzó a aprobar un añadido al artículo 14 que consagró en el papel todos los derechos del trabajador que el gobierno había eliminado en los hechos: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada, descanso y vacaciones pagos, retribución justa, salario mínimo vital móvil, igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario, estabilidad del empleado público, organización sindical libre y democrática. También prometía los beneficios de la seguridad social obligatoria, jubilaciones y pensiones móviles, protección integral de la familia y acceso a una vivienda digna.
El mismo gobierno que había intervenido la CGT, ilegalizado las huelgas y fusilado trabajadores, les ofrecía en el papel a los gremios convenios colectivos, conciliación y arbitraje sobre salarios y condiciones de trabajo, estabilidad en el empleo de los delegados y derecho de huelga. El artículo fue votado por unanimidad, en una Convención de la que había sido proscripto el partido mayoritario.
Los convencionales y el público aplaudieron de pie y entonaron el himno nacional. Pocas veces el divorcio entre la palabra y la acción había sido más nítido. El espejismo del 82% móvil fue obra del gobierno radical que sucedió a aquella dictadura, presidido por Arturo Frondizi y Alejandro Gómez, el mismo que decretó el plan CONINTES y militarizó a los trabajadores en huelga, de modo que personal militar llegó a conducir trenes.
El 82% sólo correspondía al salario mínimo, para los más altos no llegaba al 15% y para los medios apenas superaba el 50%. Pero aun para los mínimos su vigencia fue efímera. El derecho existía, pero se acumularon los juicios, hasta que la dictadura de Juan Onganía los paralizó en la década del '60.
La hipótesis de que el gobierno que mejor ha tratado a la clase pasiva desde entonces y que casi ha duplicado la cantidad de jubilaciones y pensiones que se pagan pueda ser acorralado en este tema por las mismas fuerzas políticas que desfinanciaron el sistema previsional al reducir las contribuciones patronales, que lo privatizaron para que diera lugar a un negocio financiero, que endeudaron a la sociedad para cubrir ese bache y que hasta redujeron ingresos nominales, revela un optimismo a toda prueba.
Nada indica que el Grupo Ahhh... consiga siquiera llevar al recinto la cuestión. No obtuvo dictamen en la estratégica comisión de Presupuesto y en la única que le resultó propicia, la de Previsión Social, no pudo unificar un dictamen y presentó dos. Uno de la mayoría (Pro, Peornismo opositor, CCL, Socialistas, UCR, Gen) que se despreocupa por cómo financiar el incremento de las prestaciones, y otro de minoría (Proyecto Sur) que para ello propone restituir los aportes patronales suprimidos en 1993 por el dúo Menem-Cavallo. (...)
Y sin los votos de Proyecto Sur no podrán dar sanción legislativa a su gesto ampuloso. Tal vez la cuestión se zanje con una nueva mejora jubilatoria dispuesta por el gobierno y el subsiguiente debate con la oposición, que se adjudicará el haberlo obligado a hacerlo, como ya ocurrió con la Asignación Universal por Hijo (...)".
Eugenio Paillet en el diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:
"(...) ¿Planeaba el gobierno impulsar su propio proyecto de movilidad de las jubilaciones para después de que finalice el campeonato mundial de fútbol de Sudáfrica? Su desmesurada reacción de estos días, ¿tiene que ver con su despecho por el hecho de que la oposición esta vez se le adelantó y le arrancó una medida altamente popular en tiempos electorales? Es lo que se dice en esos espacios. El archivo pareciera darles la razón: Cristina Fernández prometió algo de eso aquella vez que anunció la vuelta de la jubilación estatal y el fin de las AFJP en la carpa que montó la Anses, cuando Amado Boudou era su titular.
(...) Kirchner sueña con poder atraer a todos sus rivales a una pelea interna por la candidatura. Sostiene, entre sus íntimos, que una victoria en esa instancia sería la única vía para ratificar su poder partidario y emerger como el rival de Cobos, Raúl Alfonsín o Mauricio Macri, sea quien sea que resulte el elegido en la vereda opositora. Desgrana, también, en esos comentarios que un triunfo en la interna le otorgará el espaldarazo que le está faltando para crecer en intención de voto, por ahora muy lejos del célebre 40 por ciento que necesita para consagrarse en primera vuelta. Unica chance, por lo demás, que le otorgan, hasta en los propios laboratorios del kirchnerismo, de quedarse con la victoria.
Fue por esa razón y no por otra, apegado antes que a ninguna otra cosa al esquema de atraer a sus rivales a una pelea interna, que habilitó algunos decretos que firmó Cristina Fernández para reglamentar en parte la reforma política aprobada hace medio año, y que, hasta ahora, el santacruceño se había negado sistemáticamente a conceder. Los peronistas federales salieron rápidos como el rayo a rechazar esa jugada, porque insisten en desnudar lo que en verdad parece ser: una trampa para embretarlos en una pelea electoral interna que no les ofrece ninguna garantía. Resulta hasta lógico que Kirchner haya pensado en esa jugada, porque es el único camino que le queda para revalidarse frente a sus enemigos de adentro y delante de la sociedad que, en su mayoría, le ha retirado su apoyo y no lo favorece, por ahora, ni en los sondeos de imagen ni en las encuestas sobre intención de voto.
Se cuenta, en la Casa Rosada, que, antes de habilitar a Cristina a la firma de aquellos decretos, Kirchner mandó emisarios suyos a contactar a figuras del peronismo disidente. Uno de ellos fue Juan Carlos Mazzón, quien se habría entrevistado con Duhalde. Se asegura, en despachos oficiales, que también hubo una llamada desde Olivos al celular de Francisco de Narváez. ¿Fue el propio Kirchner? Tal vez nunca se sabrá. A todos les habría prometido "juego limpio y reglas claras". No hubo mensajeros para Felipe Solá. "Felipe es el límite que el "Ruso" no va a cruzar; han sido muchos los agravios", dijo un operador de Balcarce 50. No hubo caso: el plan para enfrentar al peronismo federal en una interna partidaria parece destinado al fracaso antes de comenzar a rodar. Con el drama que ello encerraría para los planes del ex presidente. (...)".

Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:
"(...) Kirchner tiene ahora el ánimo de un boxeador contra las cuerdas. A pesar de las apariencias que el kirchnerismo construye como un orfebre, lo cierto es que el oficialismo ingresó en un período de debilidad institucional. Los escándalos por presunta insensibilidad moral se superponen con los avances del Congreso para quitarle al Ejecutivo los enormes márgenes de discrecionalidad con que gobernó.
Dos decisiones recientes del Parlamento tienen especial importancia para limitar la arbitrariedad. Una de ellas es la decisión unánime de los opositores de negarles una prórroga a las facultades que el Congreso fue delegando en el Ejecutivo. Esas delegaciones vencerán a fines de este mes y no habrá una nueva moratoria.
El Gobierno tendrá problemas hacia adelante y hacia atrás. El Congreso no aprobó desde 2006 ninguna de las decisiones del Ejecutivo respaldadas en esas facultades delegadas. Deberá hacerlo ahora. En estos años gobernaron sólo los dos Kirchner, Néstor o Cristina, que podrían quedarse en adelante sin la posibilidad, por ejemplo, de fijarles retenciones a las exportaciones. Estas facultades volverán al Congreso. Las retenciones a las exportaciones de soja, por caso, fueron la gran batalla política perdida por los Kirchner en 2008 y la antesala de la derrota electoral de 2009. Las heridas abiertas con el ruralismo no se suturaron nunca.
La otra decisión importante del Congreso fue la constitución de la comisión bicameral de seguimiento de la ex SIDE, el espionaje oficial que funciona exclusivamente al servicio del matrimonio gobernante. Esa comisión existió siempre, pero con una mayoría dormida por el kirchnerismo. Ahora fue integrada con mayoría opositora, con quórum opositor propio y con su presidencia en manos de la oposición, que recayó en manos de un peronista disidente.
La ex SIDE es uno de los brazos decisivos de los Kirchner para el financiamiento de las fuerzas de choque oficialista, para el seguimiento y la intervención telefónica de políticos, empresarios y periodistas, y para el control de muchos jueces que manejan investigaciones cruciales. En las últimas semanas, altos funcionarios de la ex SIDE trabajaron intensamente para buscar cualquier trazo viejo que inculpara a los dueños privados de Papel Prensa, la mayor empresa argentina fabricante de papel para diarios. Vieron a funcionarios, a ex funcionarios y a empresarios que tuvieron alguna vinculación con esa empresa. (...)".

Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) Es cierto que el oficialismo está atravesando semanas difíciles en el Congreso, pero aquellos dirigentes tienen la piel bien curtida como para perder las chavetas por una derrota más o un triunfo menos. Tal vez al desborde temperamental haya que explicarlo desde otro lado: Néstor Kirchner, sobre todo, y Cristina someten a aquellos kirchneristas a un suplicio cotidiano.
El modo en que fue despedido del Gobierno Jorge Taiana, acusado por la Presidenta de deslealtad, caló fuerte en el ánimo de ministros y legisladores.
Muchos kirchneristas se trastornan porque no logran quebrar la dependencia psicológica con el matrimonio o porque, a esta altura, ya consideran hipotecados sus propios capitales en la plaza política de los Kirchner. Aníbal Fernández, en cambio, se sostiene como una excepción dentro de aquel clima enturbiado. Repite como un parlanchín, anclado en su convicción rastrera, aquello que sólo agrada a los oídos de los Kirchner.
Fellner se vio forzado desde Olivos a ensayar un ardid con Rossi para intentar desbaratar los planes de la oposición. Incluyeron de prepo en la agenda parlamentaria del miércoles pasado un debate acerca de si el testimonio de Sadous debía ser divulgado, como reclamó Héctor Timerman.
De paso, persiguieron otro aplazo para la sesión del Consejo de la Magistratura. Nada de todo eso salió bien. Después de una batahola verbal, la oposición resolvió enviar a comisión el pedido del canciller tras ganar la votación. Por un amplísimo margen, también, se otorgó media sanción a la reforma de la Magistratura.
Los Kirchner bramaron por esos traspiés. Se habían habituado, aún en la desventura, a forzar o a trabar al Congreso. Basta recordar la cantidad de leyes que hicieron sancionar luego de la derrota legislativa del 2009, entre junio y diciembre, cuando recién se cristalizó el cambio de mayorías en Diputados y el Senado. En los primeros seis meses del 2010 lograron sacarle jugo a la impotencia de la oposición. Pero una sucesión de leyes aprobadas, o medias sanciones, está empujando al matrimonio hacia el rincón menos deseado: la aplicación, quizá, de los vetos.
A lo que mas temen, es a un par de proyectos que la oposición parece tener entre ceja y ceja. Uno es el 82% móvil para las jubilaciones mínimas. Más allá de la consistencia que pueda tener la propuesta, al Gobierno le costará explicar una cosa: cómo argumenta que no tiene fondos mientras con frecuencia mete mano en la ANSeS para financiar sus políticas.
La otra amenaza apunta sobre el INDEC. Aquí habría una triple mala noticia para el Gobierno. La oposición impuso el dictamen que impulsa la normalización del organismo en 150 días. Sucedió en el Senado, donde el kirchnerismo tiene mayor margen de acción que en Diputados. La firma decisiva para imponer aquel dictamen correspondió a la senadora Adriana Bortolozzi, que cada día parece más lejos de las orillas oficiales. El INDEC es un bastión del relato económico que hacen los Kirchner.
La presión opositora, sin embargo, no está induciendo al matrimonio a buscar otros caminos que no sean los de la confrontación. El ex presidente ha dicho que si es necesario vetar leyes, se vetarán. En esa carrera descontrolada continúan sin respetar límites ni escrúpulos.
(...) La disputa con los medios de comunicación es la prioridad de los Kirchner en este tiempo. Se entienden las tensiones y refriegas de una convivencia traumática entre el periodismo y el poder, aquí y en el mundo. Pero la intención de los Kirchner pareciera ser la de homegeneizar el pensamiento oficialista y devastar el resto. Una lógica parecida a la que imprimieron, en su momento, a la puja con el campo que diezmó su poder y abrió una gran brecha con la sociedad.
Esa brecha significa ahora para el matrimonio un dilema. ¿Cómo podrá superar el 25% de intención de voto que exhiben todas las encuestas? ¿Cómo podría escalar hasta el 40% y especular con 10 puntos de ventaja sobre el segundo para evitar el balotage fatal? Kirchner hace esfuerzos para reagrupar al peronismo firmemente desmembrado.
Esa carencia ayuda a explicar, en gran medida, la decisión de Cristina de confirmar las elecciones internas abiertas y simultáneas que aprobó el Congreso el año pasado. Ahora falta su reglamentación, en la cual podrían tramarse emboscadas. Kirchner necesita que el PJ participe de esas elecciones para alimentar el sueño de aquel 40%. (...)".

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