Niños en peligro: Notable fracaso de la política socio-educativa de los Kirchner

Los Kirchner han afirmado que su Administración hizo más equitativa la distribución de la riqueza. O, al menos, de los recursos del Estado, que además son muchos más que en el pasado. También ha sostenido que mejoró las oportunidades a través de la educación pública. Todo eso es mentira. No hay cómo sostenerlo con estadísticas. Aqui un informe muy preocupante del Instituto para el Desarrollo Económico y Social Argentino:

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa). El desarrollo de capacidades laborales y de progreso depende decisivamente de la educación recibida por cada persona. Las evidencias internacionales señalan que la educación preescolar es determinante en el posterior desempeño educativo y en la futura inserción laboral de los jóvenes. En la Argentina, la cobertura del nivel inicial es muy baja, especialmente entre los hogares pobres. Se trata de un fenómeno muy negativo que está asociado fundamentalmente a graves fallas de gestión y de priorización en la asignación de los recursos públicos.

La educación inicial o preescolar tiene impactos muy positivos en el desempeño educativo de los alumnos en la primaria y la secundaria. Las evidencias internacionales muestran que la entrada temprana al sistema educativo, a partir de los 3 años, ayuda a que los niños desarrollen una mayor capacidad cognoscitiva que se manifiesta en impactos positivos sobre las aptitudes y habilidades en las etapas posteriores de la educación. Según datos de la evaluación PISA de la OECD, que mide capacidades de matemática y lectura en jóvenes de 15 años, surge que aquellos jóvenes que asistieron al preescolar, cuando tuvieron 3 y 4 años, muestran diferencias significativas en los resultados educativos con los que no asistieron a preescolar.

Las diferencias son grandes. Por ejemplo, en Francia, Suiza, Bélgica y Alemania se observa que los jóvenes que asistieron a preescolar obtienen entre 40 y 60 puntos más (de 500) que los que jóvenes que no asistieron a preescolar.

Estas evidencias sugieren que la educación inicial es una herramienta estratégica para la inclusión social, con grandes potencialidades cuando se extiende con razonables estándares de calidad a los hogares de menores niveles de ingresos. En este contexto, resulta de utilidad observar el acceso a este nivel educativo en Argentina. Según los datos de la EPH del INDEC en el 2009 para la población urbana:

> Entre los niños de 3 años el 64% no asiste a preescolar y entre los niños de 4 años el 29% no asiste a preescolar.

> Tomando los niños del 20% de los hogares más pobres, el 81% de los niños con 3 años no asiste a preescolar y el 42% de los niños con 4 años tampoco.

> Entre los niños del 20% de los hogares de mayores ingresos, sólo el 32% de los que tienen 3 años no asiste y el 17% de los que tienen 4 años no asiste a preescolar.

Estos datos ponen en evidencia que las fallas del sistema educativo comienzan en edades muy tempranas. Dos tercios de los niños de 3 años de edad no asiste al preescolar y poco menos de un tercio de los niños de 4 años tampoco lo hace. La baja concurrencia a la educación inicial es particularmente severa entre los niños de los hogares más pobres: 8 de cada 10 niños de 3 años y prácticamente la mitad de los que tienen 4 años que integran hogares pobres no están escolarizados.

La no concurrencia a la educación preescolar tiene impactos negativos de largo alcance. Es altamente factible que sea uno de los factores que explican que los adolescentes argentinos cuando llegan a los 15 años de edad muestran grandes dificultades para leer y entender un texto y severas limitaciones en matemáticas. Asimismo, la falta de una oferta educativa para los hogares más pobres a partir de los 3 años complica la inserción laboral de los padres –especialmente de las madres– agregando limitaciones a la generación de ingresos.

En los últimos años se han impulsado normas tendientes a aumentar los recursos públicos a favor de la niñez. Esto incluye aumentos en los presupuestos educativos y la extensión de la asignación por hijo. Sin embargo, se basan en herramientas muy rudimentarias que no toman en cuenta la necesidad de aplicar un sentido más estratégico en la asignación de los fondos públicos y establecer estímulos que induzcan mejor gestión.

Un error fundamental es el desorden de roles entre la Nación y las provincias. La Nación adopta funciones de las provincias para lo cual se siente legitimada a apropiarse de fondos que deberían ser coparticipados. Centralizando poder de decisión, se violentan las reglas constitucionales de la organización federal y se incentiva la baja calidad de la gestión. Este es el caso, por ejemplo, de la política salarial docente que al hacerse de manera centralizada no alienta el esfuerzo y el compromiso con la formación de los alumnos, o las decisiones de gasto asistencial que alimentan burocracia sin promover la inserción temprana de los niños de los hogares pobres a la educación preescolar.

Para que los jóvenes tengan oportunidades de progreso es fundamental universalizar la educación preescolar, mejorar sustancialmente la calidad de la educación básica, e incorporar trayectos educativos vocacionales en la educación media. Para esto se necesitan más recursos. Pero fundamentalmente una transformación profunda en la organización y en los estilos de gestión de todo el sector público.

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