Argentina: Vivir en un país corrupto degrada la vida

La corrupción no es uno de los temas que más preocupen a los argentinos y, sin embargo, debería ser lo contrario. ¿Qué nos pasa para que eso no ocurra? ¿Por qué se han acostumbrado a tomarlo como algo natural y casi lógico? ¿Por qué no se le da el valor que tiene? ¿Por qué no se percibe que la corrupción mata y no hay gobierno que se preocupe por tal vital derecho humano? Vivir en un país como la Argentina degrada la vida.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La vida es el patrimonio más grande que tiene el ser humano. La calidad de esa vida es cuidada de manera fundamental en aquellos países que conciben el derecho inalienable a la salud, a la educación, a la alimentación digna, a la vivienda, al confort mínimo indispensable, a la seguridad, a la jubilación honorable.
Para ello los Estados recaudan impuestos, tasas, contribuciones que deberían volver al pueblo sin que nadie que administre el Estado, los gobernantes, utilicen esos fondos en beneficio propio haciendo actos reñidos con la moral, la ética y un culto de los dineros que no le son propios.
Si los gobernantes son corruptos lo que volverá a sus aportantes, el pueblo, es parte tan solo de lo que estos dieron y, por lo tanto, la calidad de los servicios que el Estado debería prestar, algunos de los cuales fueron anunciados, serán consiguientemente deficientes.
El dinero por debajo de la mesa, la coima, los negocios impuros, el dinero pagado de más por retorno en las obras públicas, en los servicios, los puestos demás ocupados por acomodados políticos en la administración pública son alguna de las tantas formas de filtraciones de dinero que no regresa a la comunidad para que esta funcione como en los países que tienen mínima corrupción.
La calidad de vida se degrada en aquellos países corruptos como la Argentina.
La corrupción no es solo patrimonio del Estado, también está enquistada en la actividad privada, en los sindicatos, en las centrales de los trabajadores, etc.
La corruptela está enquistada en la sociedad argentina y tiene efecto cascada; alta corrupción arriba permite y convive con corrupción en los ámbitos intermedios y bajos.
El ciudadano se acostumbra a convivir con ella como resignado. No hay político, en general, que le guste hablar de ella más que en denuncias que nunca prosperan porque también la corrupción está instalada en la Justicia y en los aprietes que recibe esta.
El argentino se acostumbró tanto a esta forma inescrupulosa que ya no la identifica como uno de sus grandes pesadumbres. Prioriza otras, no dándose cuenta que en la corrupción se encuentra la causa de casi todos sus problemas, esos que aniquilan su calidad de vida y hasta su propia existencia.
Hoy, viernes 16/07, mi padre falleció en un monumento de los tantos que tienen la Argentina que dan testimonio palpable de la corrupción imperante: el policlínico bancario.
Juan José Zanola saltó a la palestra por los medicamentos truchos, esos que se pagan, se administran y no hacen nada a los que los toman. Eso es corrupción en alto grado. Eso es ser asesino.
Sin embargo, Zanola fue un corrupto como tantos otros dirigentes de cualquier tipo de este país (públicos y privados) que utilizando dineros de otros, de gente honesta, se enriqueció al extremo en forma personal y convirtió a los afiliados de un gremio en rehenes de la muerte.
Cabe asimismo preguntarse qué calificativo y sentencia pública puede tener un funcionario que admite se abran las puertas de una discoteca, como Cromagnon, y permite que en un lugar que no está habilitado se haga un concierto con superpoblación de asistentes y con conocimiento que iba a producirse en el local lanzamientos de bengalas. La corrupción mató 200 jóvenes.
La corrupción mata en un hospital público o privado que no tiene lo indispensable porque algunos meten la mano en la lata con total impunidad.
La corrupción hace que las escuelas del país carezcan de lo esencial, eso mata el desarrollo de los hijos de miles y miles de argentinos.
La corrupción es una preocupación primordial para que los argentinos se ocupen de ella.
La vida de los argentinos está en constante peligro por la corrupción, no por la inseguridad; esta es una de las consecuencias de la otra.
Y, así es todo, Ud. es corrupto cuando acepta pagar el doble o más una reventa de entradas a cualquier espectáculo; Ud. es corrupto cuando le pone un dinero en mano a un policía para evitar una multa.
Lo que es una avivada hoy para Ud., mañana se convierte en un arma letal cuando necesita que el país no sea corrupto porque su vida depende de un hospital público o gremial.
Pensar es tedioso, ver la realidad también. No se aflija peor es morir dándose cuenta que lo que lo mató fue la corrupción a la que Ud. no le dio importancia mientras creía pertenecer "al sistema y tenía buen manejo de sus códigos mafiosos".
La corrupción mata y degrada la vida de los argentinos es necesario que estos no se dejen matar por permitir con su voto la continuidad impune de la misma.
Evitar la corrupción es un derecho humano sin restricciones, al cual todos tienen derecho pero para eso hay que tener la obligación de darse cuenta que reconocer que la corrupción aniquila sueños, vidas y degrada la vida.

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