Entre Kirchner y Moyano, Scioli (20 más que K), prefiere al camionero

Antes de ir a Jorge Asis Digital, un fragmento de Roberto García en Perfil: "(...) de ahí que en este distrito puje la ambición del sindicalista Hugo Moyano. Tuvo su desencuentro con Kirchner, quien no lo deseaba para presidir el partido –le corresponde por la enfermedad de Alberto Balestrini–, aunque se resignó por la tenacidad del camionero. No parece sencillo que se incorpore a la fórmula: temen que reste más de lo que sume. De ahí que los intendentes, a pesar de que les cuesta aceptar a uno de su actividad, quizás consientan al quilmeño Federico Scarabino como número dos."

"Néstor Kirchner da la misma orden, en la intimidad de Olivos, cada vez que habla de política bonaerense: "Quiero que todos armen en la provincia". En dos semanas, ese mandato empezó a traducirse en hechos. Por orden expresa del ex presidente, cinco ministros nacionales ya trabajan para aceitar su influencia en el distrito más populoso del país. Y varios intendentes oficialistas festejan los gestos de vía libre para organizar espacios propios, tejer alianzas estratégicas y construir sus candidaturas en tiempo récord.
(...) El líder del partido renovó su obsesión de contención y dominio con un interés específico: condicionar al gobernador Daniel Scioli.
(...) "Néstor no va a dejar que Scioli crezca sólo en las encuestas. Necesita que haya desorden para dominar la provincia". Así explicaba en su despacho la profusión de posibles candidatos, de todo tipo, con apoyo expreso del Gobierno. (...)",
Juan Pablo Morales,
Diario La Nación.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (JorgeAsisDigital). A Kirchner le va bastante menos bien de lo que aparenta. Impera la obsesión por la continuidad, pero los números no le dan.
En defensa propia, tiene que permanecer. Para proseguir con la residencia en Olivos, tiene que superar un conglomerado de problemas. Emergen como obstáculos.
La señora Cristina, La Elegida, es el problema -acaso- fundamental. Supo habituarse al pedagógico oficio de ser Presidente. Pero quiere más. Lícitamente manda (Ver "Dilemas de política conyugal", cliquear).
Aparte, "mide" mejor que él. La supera, específicamente, en el rubro de la negatividad.
Constatación numerológica que le disgusta, a Kirchner, que le señalen. Días pasados, cierto consultor se atrevió a insinuarlo delante de testigos. Fue fulminado con un comentario categórico de El Furia:
"Ella no va a ser, ni quiere ser" (ampliaremos).
El segundo litigio lo representa Moyano. Kirchner le teme a Moyano, porque lo excede. ("Huye de lo que te excede", aconsejaba el sabio griego).
Por ahora Kirchner lo mantiene a Moyano a cierta distancia. Resistió, incluso, la idea de suplantar a Balestrini. Para no cederle al "Campera" -Moyano- el lugar que le correspondía. La presidencia del Partido Justicialista de la provincia sustancial (Buenos Aires).
Para colmo -y El Furia lo constata con estupor- es una idea que a Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol, le encantaría.
Es que Scioli se entiende mucho mejor con Moyano que con Kirchner.
Pero también lo tiene corto (Kirchner a Moyano) con la relativa influencia en el control de la causa judicial. La que a El Campera lo atormenta. Lo suficiente para suponer que persiste el riesgo estratégico de hacerle compañía a Zanola, el entregado. También ampliaremos.
En este tour a través de sus obsesiones, el tercer problema lo representan las figuras inabordablemente indomables de los mini gobernadores. A los que Kirchner -sensatamente- les desconfía. Por considerarlos bastante próximos a la traición.
Gracias a Larcher, Pocino y El Ingeniero, Kirchner dispone de la  información más calificada. "Punta de lomo". La Secretaría de Inteligencia le es incondicional. Y conste que no es el presidente formal.
No obstante, la lluvia de datos sueltos suelen sumergirlo en el error. Kirchner adhiere a la placidez de la interpretación convenientemente equivocada. Cree -o por lo menos sostiene que lo cree-, que en la última elección, donde fue arrastrado hacia el descenso por un novatón como Francisco De Narváez, los mini-gobernadores lo traicionaron. Los de la primera y tercera sección electoral.
Si no lo votaron a El Furia fue por culpas ajenas. Inspiradas en la carencia de gestión. O en la mala gestión, a su criterio, del gobernador que tanto subestima.
Scioli emerge como el cuarto problema. Justamente cuando Scioli quisiera representar la solución.
Desconoce ya la manera eficaz de sobreactuar -con fe, con esperanza, para adelante- la lealtad que Kirchner, en definitiva, no se merece.
Lo que sí, Kirchner mantiene un acertado diagnóstico político. Como si se copiara de los razonamientos del Portal, El Furia -según nuestras fuentes-, divulga, en la intimidad, que no existe ninguna solución, para la Argentina, si es que no se resuelve la problemática de "Buenos Aires, la provincia inviable" (cliquear).
Si es que no se resuelven, en simultáneo, las calamidades básicas del conurbano.
Desde aquí, la legitimación de la desconfianza, hacia los mini gobernadores, adquiere un nivel superior. Pero de aquí parte, también, la desmesurada alucinación que lo instiga a convertirse -el propio Kirchner- en el gobernador.
Aparte, para imponerse en Buenos Aires no se necesita de la segunda vuelta. Instancia que, en el escenario nacional se le presenta, a El Furia, como fatídica.
La derrota representa la más terrible de las obsesiones. Confeccionada a la medida justa de Alfonsín (al que también menoscaba). De Binner, o de Cobos.
De todos modos, el que más le preocupa es Macri. Pero supone tenerlo fuera de carrera.
Y el que más desprecia, Duhalde, todavía no alcanza siquiera a inquietarlo. Ampliaremos también.
El mérito del desconocimiento
Otro error consiste en esmerilarlo a Scioli. El deseo orgánico de atormentarlo, justamente cuando más lo necesita.
La idea de "Kirchner Gobernador" es tema para el whisky perjudicial de sobremesa.
Es más altamente probable que Scioli sea reelecto como Gobernador a que Kirchner consiga la re reelección como Presidente.
La irritabilidad que le produce el líder de la Línea Aire y Sol lo induce a mantenerlo en estado permanente de tensión. Autoriza el desparramo de las versiones que aluden a un Scioli debilitado. Con características de trebejo manejado con facilidad.
Scioli se encuentra lanzado a repetir la gobernación. Pero parece no haberse ganado el derecho de imponer su opinión. Acerca -incluso- de su destino.
La menos demencial de las versiones consiste en barajarlo como candidato a vicepresidente, a los efectos de reiterar la fórmula del 2003.
De cuando Kirchner no tenía, en el bolso, más del 3 por ciento impropio de los votos. Situación incomparable con la actual. Porque Kirchner contaba, en el 2003, con la extraordinaria virtud de ser un desconocido. En un momento donde, las figuras que se conocían, habían edificado, todas juntas, el hartazgo.
Exactamente lo opuesto a lo que le ocurre hoy. Cuando Kirchner puede asegurarse entre el 21, y hasta el 23 por ciento. Pero con un gran defecto. Lo conocen. Demasiado.
Suficiente para que los mini-gobernadores -de los que desconfía-, lo confundan, hasta identificarlo, con un banco.
Lo explicitó confidencialmente un mini-gobernador de la Tercera:
"Mientras el banco esté abierto, seguiremos con él".
Final con capelinas
Como Cristina, Scioli le exhibe, a El Furia, la vulnerabilidad de los números. Mide alrededor de 20 puntos más.
Diferencia que no motiva, precisamente, el corte de manga que Kirchner, en el fondo, merece.
Al contrario, Scioli -con fe, esperanzas, siempre para adelante- lo sigue. Lo abraza después de los discursos. Soporta que Kirchner lo hostigue por intermedio de Sergio Massa, el Paladín de los Sub 45.
Es -Massa- el portador de la insolencia peronista que (a Kirchner) lo seduce.
Para colmo, El Furia también decide hostigarlo a Scioli con la presencia familiar. Es la sucursal del banco que mantiene la misma terminal. La gerente es la Hermanita Alicia. Que inicia el recorrido por el conurbano, lamentablemente sin las vibrantes capelinas. De las capelinas que Cristina, según nuestras fuentes, suele burlarse. Como aquel 25 de Mayo, en la Basílica de Luján.
Instruida por el hermanito, que suele obsesionarse en martingalas alocadas. La penúltima demencia artesanal consiste en volver a trasladarlo, a Scioli, hacia el Artificio Autónomo de la capital. De donde nunca, tal vez, debió haber salido. El distrito donde Kirchner está en banda. Muy mal. Casi como en Córdoba. O en Santa Fe. E infortunadamente Tito Lusiardo, alias Juanjo, el operador instalado, poco puede hacer para mejorarlo. Claro que vamos a ampliar.

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