Apuntan a la cabeza de Weldon, CEO de J&J, por el retiro de productos

El retiro de productos de Johnson &Johnson ha cuestionado la capacidad de liderazgo de su presidente ejecutivo, Bill Weldon. No satisfizo su estrategia ante los retiros de medicamentos: crear un departamento de calidad. Los analistas consideran que es una obviedad que la empresa le está buscando reemplazo. Muy interesante el enfoque del quincenario Fortune:

NEW YORK ( Fortune). Lo que el año pasado comenzó como una serie de retiros de medicamentos en Johnson & Johnson, explotó este verano para convertirse en una crisis de control de calidad. Pero por meses, el presidente ejecutivo de la compañía, Bill Weldon, ni se inmutó.
No fue sino hasta finales de agosto, después de que McNeil Consumer Healthcare (la división de J&J que fabrica medicamentos de venta libre) retirara 8 especialidades medicinales,  que Weldon salió a dar la cara en entrevistas, en las que prometió rectificar los problemas de calidad de McNeil.
Él dijo a Fortune que había creado un nuevo puesto: un jefe de Operaciones que supervisaría la calidad de J&J y le informaría directamente a él. Weldon también dijo que la compañía había estado ocupada inspeccionando instalaciones en sus 250 compañías, agregando que no se trataba de un problema sistemático en la firma.
Pero su afirmación fue confrontada; una semana después de que Weldon dijera que lo ocurrido con McNeil era anormal, la compañía realizó otros 2 retiros de productos, en divisiones completamente separadas. Una fue de lentes de contacto de Vision Care, y la otra fue de implantes de cadera fabricados por DePuy.
Mientras tanto, el plan de Weldon de proclamar a un zar de calidad fue doloroso para algunos empleados, quienes alegan que se trata de la resurrección de un concepto que había sido desmantelado bajo su supervisión.
Según cuatro ex empleados, J&J tenía un grupo de responsabilidad corporativa que supervisaba a las distintas compañías, pero fue recortado drásticamente en 2007. El grupo, liderado por la Encargada de Cumplimiento Corporativo, Brenda Davis, realizaba rudas auditorías bianuales a las compañías operativas de J&J y ayudaba a crear "planes de acción administrativa" para mejorar el control de calidad. Davis, que dejó la compañía en 2007, no respondió a las solicitudes de comentarios. Un vocero de J&J se negó a hacer comentarios para este artículo. 
"La idea era crear un efecto Hawthorne: si la gente sabía que estaba siendo observada, trabajarían mejor", dijo un ex ejecutivo de J&J. Después de que el grupo fue eliminado, algunas divisiones perdieron su enfoque en la calidad. "Los encargados de las compañías operativas se relajaron".
Weldon dijo a Fortune que la compañía había realizado "inversiones importantes" para reparar las fábricas de McNeil (una de las cuales se mantendrá cerrada hasta el próximo año) mediante el aumento de la automatización y contratando expertos externos para supervisar los procesos de manufactura de la compañía.
Weldon también dijo que J&J había comenzado a implementar un plan de calidad en toda la compañía hace un año y medio, que ocasionó la creación de un nuevo equipo de respuesta corporativa. "Por muy buena que sea la manufactura en J&J, espero que este grupo la lleve a un nivel completamente nuevo", dijo.
Pero los expertos en imagen corporativa dicen que Weldon necesita tomar más acciones para restaurar la confianza en la marca. "A estas alturas ya no se trata de incidentes específicos sino del proceso que hay detrás", dijo Daniel Diermeier, profesor en la Facultad de Administración Kellogg de Northwestern. "Se necesita un impulso mayor, más allá de la asignación de otra persona".
J&J anunció en julio que los retiros de McNeil costarían a la compañía cerca de US$ 600 millones, una pequeña porción de los US$ 62,000 millones en ventas anuales de J&J. Aún así, los analistas temen que el altamente rentable negocio de McNeil pueda sufrir un daño permanente en su reputación. "Se trata de una gotera constante y ligera que erosiona poco a poco la confianza de los inversionistas", dijo Les Funtleyder, analista en Miller Tabak.
Weldon, quien ha mantenido un perfil bajo la mayor parte de sus 8 años en el puesto, ahora debe luchar por rescatar no sólo la reputación de McNeil sino también la suya.
Sondeos de ejecutivos de negocios realizados por CoreBrand muestran que las calificaciones de satisfacción con la administración de J&J cayeron de 88.3% en 2006 a 80.9% el trimestre pasado.
Es una caída significativa, según Jim Gregory, el presidente ejecutivo de la compañía de análisis de marcas. "Hay algo que no está bien y necesita ser solucionado; Weldon necesita cambiarlo o habrá un cambio administrativo", dijo.
Los empleados de J&J suelen hablar con distintos tonos de los predecesores de Weldon: James Burke y Ralph Larsen.
Ellos cuentan historias de cómo lidiaron con las crisis. Weldon no se ha ganado ese tipo de veneración, pero quienes lo apoyan dicen que el presidente ejecutivo ha hecho frente a un reto distinto, una década de crecimiento lento en toda la industria del cuidado a la salud.
A Weldon se le conoce como un competidor fuerte al que no le gusta perder. Se unió a la fuerza de trabajo de J&J desde que salió de la universidad. El presidente ejecutivo dijo a Fortune en 2002 que quería ser doctor, pero no podía pagar la escuela de medicina, y fue nombrado presidente de Ethicon Endo-Surgery, el fabricante de aparatos de J&J, en 1992.
En aquel entonces, Ethicon era un jugador menor en la industria de fabricantes de aparatos quirúrgicos, dominado por su rival estadounidense U.S. Surgical. Weldon se colocó al nivel de U.S. Surgical invirtiendo agresivamente en el negocio de Ethicon, y en los siguientes 5 años, la participación en el mercado de la compañía creció de 9% a más de 50%.
Cuando Weldon se convirtió en presidente ejecutivo de J&J en 2002, la compañía gozaba de los altos márgenes de medicamentos como Topamax, un tratamiento para migrañas y epilepsia, y el medicamento antipsicótico Risperdal. Estos exitosos medicamentos perdieron su patente en años recientes, y el lucrativo negocio de los medicamentos ha cedido gran parte de su participación en el mercado. La compañía ha luchado contra la presión de los precios y la baja demanda durante la recesión.
A medida que el crecimiento de ventas de J&J se redujo, con resultados negativos el año pasado por primera vez en décadas, Weldon tuvo que compensar la caída con adquisiciones y despidos, los recortes más grandes en la historia de J&J. Su récord de acuerdos es complejo; antes de volverse presidente ejecutivo, encabezó la exitosa compra de US$ 12.000 millones de alza, el fabricante de Concerta, un tratamiento para el déficit de atención muy lucrativo para J&J. Su adquisición de Scios, una compañía de biotecnología, es menos redituable, pues el medicamento para fallos cardíacos de la compañía después fue asociado a problemas médicos.
Los analistas dicen que J&J perdió su racha de suerte cuando no logró comprar al fabricante de equipos Guidant, comprado por Boston Scientific por US$ 27.000 millones, un acuerdo calificado por Fortune como "una bomba".
Después de eso, Weldon compró la unidad de salud al consumidor de Pfizer por US$ 16.600 millones. Al principio la adquisición fue criticada por su costo pero ahora es vista como una estrategia persistente del presidente ejecutivo, quien expandió la lista de marcas estables antes de la recesión.
"Parece un movimiento astuto para J&J y torpe para Pfizer", dice Funtleyder, de Miller Tabak, quien califica a la compañía con un 8 por su desempeño en la última década.
Las acciones de J&J siguen siendo apreciadas por los analistas, sobre todo por su sobresaliente balance en su categoría (recientemente emitió bonos a 10 años con el rendimiento más bajo en su historia), y su modelo de negocios diversificado. Desde finales de 2002, las acciones han generado rendimientos de 3.5% anual, peores al rendimiento de S&P 500 de 5%, pero ligeramente mejores al índice de cuidado a la salud de S&P 500 por su alto rendimiento de dividendos.
Pero no se ha logrado un crecimiento orgánico en años recientes. David Lewis, analista en Morgan Stanley, dice que recientemente degradó la acción después de darse cuenta de que J&J ha derivado gran parte de su apalancamiento operativo desde 2006, con el recorte de investigación y desarrollo y con los ahorros de la adquisición de Pfizer Consumer Health. Los ingresos anuales de J&J han crecido casi 70% desde 2002, pero su nómina sólo ha crecido 7%. Weldon impulsó las ventas por empleado a un ritmo más veloz que el de sus rivales, como Procter & Gamble, Pfizer y Medtronic.
Aunque la compañía está muy bien diversificada, Lewis dice que está derivando su crecimiento de mecanismos similares a las farmacéuticas grandes, y con respecto a la valuación superior al promedio de J&J, dijo que debemos preguntarnos por qué seguimos pagando la misma prima histórica.
¿Quién tomará el lugar de Weldon?
Aunque algunos expertos de imagen corporativa dijeron que lo ideal sería que el presidente ejecutivo renuncie, hay quienes dicen que esto no será posible antes del próximo año, cuando Weldon tenga 62 años, la edad de retiro típica de los líderes de J&J. De hecho, dos ex ejecutivos dicen que Weldon podría quedarse incluso más tiempo. Se rumora que dijo a su junta que sus dos jóvenes herederos probables, Sheri McCoy (presidenta del sector farmacéutico de J&J) y Alex Gorsky (presidente de aparatos médicos) no están listos para tomar el puesto.
Uno de los ejecutivos, quien pidió no ser mencionado porque aún trabaja en la industria farmacéutica, dice que la falta de un remplazo claro para Weldon es un "punto ciego" enorme. Otro dijo que "en este momento, la sucesión ya debería estar definida". En los últimos años, varios empleados de alto nivel han dejado la compañía antes de la edad de retiro, como los ex directores de farmacéutica Joseph Scodari y Christine Poon.
Según algunos ex empleados, también se está discutiendo si se remplaza a Weldon con una persona externa de alto perfil, quien provenga del mundo de los aparatos médicos o de los productos al consumidor. Se ha mencionado el nombre de Susan Arnold, ex ejecutiva de P&G quien fue considerada como una candidata fuerte para el puesto de presidenta ejecutiva y dejó la compañía poco antes de que el presidente de operaciones, Bob McDonald, fuera asignado al puesto.
i Arnold, quien no respondió a la solicitud de comentarios, fuera elegida para manejar J&J, sería la primera externa en manejar la compañía en sus más de 120 años de historia.

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