JUSTICIA

CURA ABUSADOR

Caso Lamas: Allanaron la sede del Arzobispado de Salta

El procedimiento se produjo en el marco de la causa en la que está imputado el ahora ex cura Emilio Raimundo Lamas, acusado de dos casos de delito de abuso sexual con acceso carnal agravado. En 2018 la Arquidiócesis de Salta le quitó su estado clerical, luego de analizar las acusaciones en su contra que se hicieron públicas.

En el marco de la causa en la que se encuentra imputado el ex sacerdote Emilio Raimundo Lamas, acusado del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado, fue allanada la sede del Arzobispado de Salta. Intervino el fiscal penal 1 de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, Sergio Federico Obeid. 

En el procedimiento, que contó con la participación del fiscal Obeid, la jueza del Tribunal de Juicio, Mónica Faber, peritos del CIF y agentes de la Policía de la Provincia, se obtuvo el expediente eclesiástico del proceso canónico que debió afrontar Raimundo Lamas en el seno de la Iglesia por abuso sexual. 

El allanamiento se produjo el jueves 3 de octubre pasado, el mismo día que la jueza interviniente dispuso la reserva de actuaciones, a fin de efectivizar dicho allanamiento. En ese marco, se accedió  al expediente eclesiástico, dividido en dos cuerpos.

En octubre de 2018, Lamas fue imputado por el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por ser sacerdote y por la guarda en concurso real con los delitos de abuso sexual simple agravado por ser el hecho cometido por sacerdote (tres hechos) en perjuicio de un ex monaguillo y por el delito de promoción a la corrupción de menores agravada por la guarda de otra víctima.  

En ese momento, la Arquidiócesis de Salta le quitó su estado clerical, luego de analizar las acusaciones en su contra que se hicieron públicas.

En diciembre de 2018, y reunidos los elementos probatorios necesarios, el fiscal Obeid requirió el juicio para Raimundo Lamas por las denuncias de abuso sexual que habría cometido siendo sacerdote, ante el Juzgado de Garantías 8.

En su requerimiento, Obeid detalló las denuncias radicadas por las víctimas y adjuntó el contenido de sus declaraciones filmadas, donde relatan de forma pormenorizada los abusos de los que fueron víctimas y de los que responsabilizan al ex sacerdote. 

También se consignaron los numerosos testimonios recogidos durante la investigación y la abundante documentación solicitada.

# Dramático testimonio

En mayo de 2017, Juan Carlos García - un ex monaguillo de 43 años- hizo conocer al Tribunal Eclesiástico del Arzobispado de Salta los supuestos abusos a los que había sido sometido por el ex cura Emilio Lamas entre 1989 y 1992, cuando éste era sacerdote de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, de la localidad de Rosario de Lerma, ubicada a 25 kilómetros de la capital salteña.

Según el relato del ex monaguillo, un día de 1992 el sacerdote le pidió que lo acompañara a dar misa en las fiestas de la Virgen al pueblo de Alfarcito, situado en las alturas salteñas. Según García, allí ocurrió la violación: "Comenzó a preguntarme si había traído el manutergio, la vestimenta del padre, el cáliz. 'Sí, sí', le decía. 'Mirá que si no has traído te tiro las orejas, porque vos te tenés que portar bien'. Es decir, buscaba que yo diera la vuelta la cara y tuviera un momento de diálogo. Yo no quería porque me daba vergüenza vomitar delante del padre porque me sentía mal. O sea, para mí el cura era algo altísimo".

"Insistía con eso de tirarme las orejas y se pasó a la cama donde yo estaba. Y trató de agarrarme las orejas entre juegos y juegos, y me agarró las orejas y empezó a acariciarme, a tocarme la cabeza. Yo lo sentí como mimo, como algo de caricia, pero nunca me imaginé otra cosa. Como contención, como mi papá, como mi mamá. Y para mí era distinto porque el cura que me formó era muy conservador. 'Te voy a tirar las orejas, porque te portaste mal, te voy a tirar las orejas', decía. Yo me reía. Y con sus caricias se acostó detrás de mí", recordó García.

Entre sollozos, detalló cómo actuó Lamas: "Me sentí, no sé, incómodo. Yo sentía un montón de cosas. Sentía ese temor por el sacerdote. Pero después empecé a sentir asco cuando empecé a sentir su lengua en mi oreja. Empezó a lamerme la oreja y empezó a respirar distinto. Para mí fue una experiencia nueva, sentir respiraciones fuertes. Empezó a apretarme fuerte, a abrazarme, y ya me dolía. Era raro, era raro lo que yo sentía. Me dio vuelta la cabeza y comenzó a besarme la boca y ahí entendí que era algo malo. No niego que sentí algo distinto porque era una experiencia nueva que hoy quizás grande pueda entender, pero a esa edad yo era muy inocente".

"Me hincaba con el dedo, me dolía mi cola. Se subía arriba mío y sentía que me ahogaba porque era alto, fisicudo, y me empezaba a besar y cuando me besaba me ahogaba porque me metía la lengua, y con esa respiración fuerte me ahogaba. Sentía que me ahogaba", continuó el relato.

"Y ahí comenzó el padre a quitarse la ropa él y a quererme quitar la ropa a mí. Le dije: 'Padre, por favor'. Y el padre siguió. Yo pensaba en una camperita nueva que mi vieja me había comprado. Era tan tonto que lloraba por la ropa nueva, no por lo que estaba pasando. Es que no entendía. Y comenzó a tocar mis genitales. Me empezó a tocar todo", continuó.

"Después él me dio vuelta. Quería que toque su cuerpo y su pene también, me agarraba de su mano para llevarme adonde él quería que lo toque. Y ahí me comenzó a violar. Sentía yo miedo, nunca me voy a olvidar de eso. Cuando él terminó, me acuerdo que lloré. 'Ya está', me dijo, 'si te duele la panza, sacate un caramelo de mi mesa'. Yo no sabía si levantarme o no. Después fui y saqué el caramelo. Sentía ganas de vomitar, porque estaba mal".

"Y después dijo: 'Vení ahora a mi cama'. Yo no contestaba nada, eso me acuerdo bien, estaba como mudo, no decía nada. Empezó a tocarme otra vez. Ahora él quería que yo lo penetrara a él. Yo no sabía qué hacer. Estaba solo, mal, mareado, asustado y con un montón de cosas en la cabeza. A oscuras. No sabía qué hacer. Cuando el padre vio que empecé a llorar, no sé si se asustó o qué, y se fue a recostar. Lo único que recuerdo es que desperté en el piso. Me dormí llorando", contó.

Mucho tiempo después, García lo denunció. "Yo denuncié, hablé y pedí ayuda a la gente de la Iglesia pero nadie me creyó. Al revés, me humillaron, me maltrataron", aseguró, al tiempo que señaló que"después del hecho carnal", el sacerdote " siguió con sus abusos hacia mi persona", por lo que decidió "no ir más a la Iglesia". En este sentido, consideró que "siempre fue difícil ir en contra de la figura de un hombre tan popular", como la de Lamas. Y agregó: "Viví cosas terribles".

"Emilio, sé que me estás viendo. Da la cara y decí la verdad. Me arruinaste", expresó García, que también se dirigió al arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, a quien le manifestó que "como pastor de la Iglesia Católica de Salta tendría que haber dado el ejemplo y haberse acercado a mí, a pedir perdón desde la humildad que él predica".

# El otro testimonio

Al día siguiente de esta confesión, una mujer declaró públicamente que su hija, que hizo cambio de género y ahora vive en Buenos Aires, también fue abusada por el sacerdote.

Se trata de Carla Fernanda Morales Ríos, una chica trans que cuando sucedieron los acontecimientos denunciados tenía 13 años y era llamada por su nombre masculino, Fernando. Ella también brindó su testimonio ante el Tribunal Eclesiástico que investigó las denuncias criminales contra el cura.

"En una de las reuniones de padres, en las que yo ayudaba sirviendo café, haciendo mate, el cura se acerca, recuerdo que tenía una reunión en Campo Quijano con otro cura, y le preguntó a mi mamá si me podía llevar. Mi mamá dijo que sí, era amigo de la familia, iba a cenar a casa, a almorzar a casa, teniendo confianza dijo: ‘Sí, llevate a mi hijo’. Tenía una camioneta Ford 100, y en medio de la ruta comenzó a besarme y yo con doce, trece años, no entendía. Por mi reacción casi nos vamos a la banquina de la ruta. Yo me quedé muy rara, muy extraña. Era una figura que estaba arriba, vos decís: ‘Esto está mal, pero si lo hace él, entonces está bien’. Cuando tenés doce, trece años no entendés qué es un abuso, una violación. Entonces me quedé muy asustada", relató.

"A la vuelta llegamos a la parroquia, al lado estaba la casa parroquial, había un espacio de reunión y atrás había un cuartito. La verdad que no recuerdo cómo llegué al cuartito ni cómo se llegó a los besos. Seguramente hubo una manipulación del cura hacia mi infancia que terminó dándome un beso, bajándome el pantalón, él bajándose el pantalón, penetrándome. No sé cómo se llega a eso, no puedo recordar, tenía doce o trece años. Y lo guardé en una cajita. Él me dijo: ‘No cuentes nada’, entonces era como un secreto de confesión, no podés hablar, no podés decir nada, no entendés, te sentís mal, yo sentía que había hecho algo mal", prosiguió.

"Yo recuerdo que me penetró. Tenía un pene en erección pero muy chico y eso hizo que no me lastime, que no queden secuelas. Sentí que algo entraba, pero no sentí un dolor, no hubo una dilatación previa. Fue muy rápido y cuando él eyaculó agarró la remera blanca que tenía puesta, porque no nunca se desvistió, y me limpió con esa remera y a mí lo que me daba vergüenza era pensar: ‘Uy, ¿y si estuve sucia? Voy a dejar manchada la remera’. Yo tenía trece años, sin entender el abuso. Sí lo confundía con el afecto. Muy raro todo. Ahora que lo veo sí, digo: ‘Yo fui abusada’. Fui violada por un cura", finalizó.

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