CLAVES

10 DÍAS CRUCIALES

Macri juega de visitante en el 1er. test preelectoral del dólar

Si los pronósticos presidenciales al menos esta vez se cumplieran, dentro de 10 días deberían estar lloviendo sobre la City billetes verdes para enfriar la presión devaluatoria y que la economía consiguiera pax cambiaria para enfilar hacia los comicios. Mauricio Macri cuenta con 2 descargas pendientes: 1) los US$60 millones diarios que licita la Tesorería con el desembolso del FMI y 2) la cosecha gruesa que se vaya liquidando a medida que ingresen al puerto de Rosario los más de 5.000 camiones que esperan para entrar. El aporte del campo hasta las PASO sería entre US$1.000 y US$1.500 millones mensuales, o sea entre US$50 millones y US$75 millones por día hábil, según calculó Econviews. El Presidente busca una bocanada de aire culpando a la inestabilidad que viene bajando de los mercados foráneos por los últimos cimbronazos cambiarios. Según señala, afectan tanto al peso argentino como a la lira turca o el real brasileño. De ahí que haya exhortado a la ciudadanía para “aguantar” y “tirar del mismo carro” hasta que ingresen en breve los dólares que aguarda. Para no hacer olas internamente, inclusive, dio hoy marcha atrás con la decisión de salir públicamente a dar explicaciones sobre el 32% alcanzado por el índice de pobreza de 2018.

“Miles de camiones llevan sus cosechas”, tuiteaba @mauriciomacri en son de advertencia a los compradores de dólares a $45, quienes convalidaban así una devaluación de casi 12% en marzo. 

En la misma dirección, la consultora Delphos Investment, citada por El Economista, alertó a sus clientes que “restan 10 jornadas para que el Tesoro comience a ofrecer US$ 60 millones diarios y  empiece el período estacionalmente fuerte de liquidación de divisas”. 

Es habitual que en la primera semana de abril las cerealeras liquiden divisas en la plaza cambiaria y no hace falta más que ver los puertos del Gran Rosario abarrotados de camiones en las últimas horas para comprobar que “la base está” para concretarlo: ingresaron 33% más que hace un año.

Sumaron más de 5.000, entre los 2.910 que cargaban maíz, 1.953 soja, 88 trigo y 52 girasol, un aperitivo de un año en que se prevén 1,3 millones, un récord que superará a 2016, cuando se alcanzaron los 1,05 millones, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

Los pronósticos indican que en esta campaña se cosecharán 9 millones de toneladas más de granos gruesos que en la anterior, signada por la sequía, y que las 32 millones de toneladas que se esperan gracias a la expansión de la frontera productiva de Argentina superarán inclusive al máximo volumen registrado en 2014/15, que fue de 30,5 millones de toneladas. 

La gran pregunta ya no es el quántum (se estima a partir de US$24.500 millones) sino el cuándo entrará en las arcas del Banco Central.

El Presidente Mauricio Macri instó a los argentinos a “aguantar” la suba del dólar y a “tirar del mismo carro”, teniendo en cuenta que "vamos a un superávit comercial de US$10 mil millones, algo que no teníamos desde hace mucho tiempo". 

Las que no demostraron tener esa paciencia han sido las compañías industriales de primera lìnea que dominan el mercado alimenticio y de limpieza, según publica BAE Negocios atribuyéndolo a fuentes hipermercadistas, ya que “remarcaron sus productos un 12% en promedio”, lo que se observará en las góndolas tanto de comercios de cercanía como los autoservicios, almacenes y supermercados chinos, desde el próximo lunes 1° de abril.

Menciona remarcaciones que rondarán entre el 10% y 15% de parte de Coca Cola; Arcor (polenta, salsas, mermeladas, duraznos en conserva, chocolatadas, golosinas); Mondelez (galletitas, jugos, golosinas); Quilmes (en el segmento de gaseosas); Aceitera General Deheza; La Virginia (café, té); Celusal; La Serenísima; Danone; yerba Playadito; y los productos de limpieza de Unilever.

La justificación de esta nueva vuelta de tuerca que presiona sobre las canastas alimenticia (que limita la indigencia) y básica (la pobreza) estriba en los ajustes perpetuos de las tarifas, combustibles y los movimientos en el dólar, que nutren la inflación, se indexan y vuelven por más.

Ahora, el gobierno le pasa la pelota cambiaria al campo, que se cubre argumentando que estuvo cumpliendo hasta ahora con lo que le tocaba: en los 2 primeros meses del año, los sectores “oleaginosos y cereales” y “otras actividades primarias” ingresaron US$3.513 millones netos contra 4.208 millones del año anterior, pero que ello obedeció a la necesidad de importar poroto de soja –en el marco del régimen de admisión temporaria– ante la falta de mercadería provocada por la sequía 2017/18.

Afirman que no volverá a ocurrir este año, ya que se proyecta un cosechón local de soja.

De ahí que aún no haya cerrado para el caso de la soja la campaña comercial 2017/18. 

Luego de la disposición que acorta unos días el plazo de cierre del cambio al productor que entrega el fruto de la cosecha, las expectativas de liquidación de los politicos posan sobre la gente de la prefinanciación ya que nunca recuerdan cómo se estructura el mercado, sean K o del PRO (recordar que es un error suponer que las empresas exportadoras son las que liquidan dólares, ellos liquidan en todo caso la prefinanciación pero los dólares de la cosecha propiamente dicha es de los productores que le venden a esas empresas y otras).

La pizarra manda

De todos modos, antes de mover un bushel, las miradas de la cadena de valor convergen en la evolución del dólar futuro, que en un clima de volatilidad como el actual tampoco asegura nada. 

Desde que el grano entra en la máquina cosechadora, calculadora en mano el productor arma distintos portafolios: a cuánto cree que irá el dólar, cuánto le conviene vender y a cuánto, cuánto guarda en silos bolsa, cuánto destina a trueques con bienes de capital e insumos y cómo arbitraría con la tasa de interés. 

La experiencia agrícola durante la Administración Cambiemos no invitaría precisamente a la euforia, de acuerdo con la evaluación que realiza el analista económico Salvador Di Stéfano:

** en el 1er año de su gestión, tuvo una mala cosecha de trigo y maíz, y una buena de soja, 
** en el 2do desmejoró en soja, pero tuvo buenas cosechas de trigo y maíz, 
** en el 3ro tuvo la peor seca de los últimos 50 años, 
** en todos los casos, los precios fueron decrecientes para soja y maíz, 
** en 2018 se exportó lo mismo que en 2015 y las importaciones fueron un 18% inferiores.

De modo que la industria agroexportadora toma la posta con la materia prima que le llega y realiza sus propias proyecciones: ventas y divisas a futuro, las dudas son casi las mismas. 

Los pronósticos macroeconómicos en el aire que hace la Casa Rosada difícilmente induzcan comportamientos en el contexto de desconfianza del día a día financiero que reina en el país. 

Y según Macri en el mundo, donde “nadie la tiene fácil”, según sus propias palabras. 

Aunque quisieran creerle al mandatario, cuando los productores, exportadores e inversionistas le escuchan esgrimir como excusa del fuerte ascenso que está teniendo la paridad que “el dólar sube lo mismo en Brasil, en Turquía y en todas partes”, no necesitan aguzar demasiado la memoria para tener presente que la moneda nacional lideró el ránking negativo de divisas de 2018, con -50,5% de depreciación; luego vino la Lira turca, con -28% (casi la mitad); el Rublo ruso, con -17,1%; el Real brasileño, con -14,5%, el Rand sudafricano, con -13,8%, y el peso chileno, con -11,27.

Ello sin contar que el sol peruano se apreció 3,95% y el peso mexicano, 0,14.

En lo que va del año el panorama no se modificó demasiado. Maxi Montenegro afirma en su página web que, “desde enero, el dólar en Argentina aumentó entre 2 y 3 veces más que en otros ´países emergentes´ en los que también escaló”.

En 2do lugar se volvió a ubicar la Lira turca, con 3,4%. En Uruguay y Paraguay, el aumentó fue poco más de 2%. 

Como contrapartida, Perú y México continuaron fortaleciendo sus monedas frente al dólar como en 2018, y este año se les sumaron Brasil, Colombia, Egipto, Chile y Rusia, entre otros “emergentes”.

Sin entrar en análisis demasiado profundos, lo cierto es que quienes toman decisiones respecto del movimiento de los capitales en ningún momento demostraron creer en que Macri sería capaz de revertir la herencia recibida de los K y acompañar con los hechos las reformas a la economía que prometiera en discursos de campaña y en los foros internacionales que lo acogieron con simpatía.

Di Stéfano expone la data de la era Macri como indicador de la desconfianza:

** se fueron capitales por u$s 105.488 millones, con lo que el stock total de activos fuera del país suma U$S 377.254 millones y representa el 98% del PBI,
** el endeudamiento creció en u$s 110.509 millones, de modo que el stock total de deuda pública y privada asciende a u$s 277.921 millones, o sea 72% del PBI,
** del blanqueo de capitales, que permitió que se declarasen activos por u$s 116,8 millones, la mayoría quedó fuera del país.

Pero deja también riesgos objetivos para una próxima etapa, le toque o no gobernarla, como los intereses a pagar por la deuda, presupuestados en $596.000 millones (del 3,1 o del 3,3% del PIB, según Nadin Argañaraz, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), más la bomba que representan los $2 billones entre Leliqs a más del 60% anual de tasa y los plazos fijos en pesos calzados.

Nada más que en los 2 primeros meses del año, se pagaron de intereses un monto equivalente al 60% del presupuesto anual en salud, el 39% de lo destinado a educación o directamente el 994% de lo pautado para las políticas industriales en todo 2019, de acuerdo con la Universidad Nacional de Avellaneda.

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