CONFIDENCIAL

LA CAMPAÑA QUE NO FUE

La Grieta estupidiza e impide hablar de lo importante, de lo inminente y de lo trascendente

El nuevo gobierno que estará desde fin de año hasta 2023 y se empieza a elegir el domingo dispone de poco tiempo para entender el laberinto geopolítico que se cierne en el horizonte inmediato, y que, por ahora, los candidatos que se presentan a las PASO prefirieron ignorar: las consecuencias que el conflicto entre USA y China y la amenaza de recesión mundial descargan sobre la frágil y volátil economía nacional: sobreendeudada, empobrecida y un mercado interno en la mínima expresión. Se cierne un endurecimiento aún mayor que el actual de las condiciones financieras y comerciales. Como viene sucediendo desde hace muchos años, nuestros dirigentes omiten planificar los mercados externos y quedan atrapados por las coyunturas, de modo que la tasa de interés, la inflación y el tipo de cambio constituyen un cóctel volátil que desdibuja un potencial de 1.300 millones de bocas chinas para alimentar, que demandan cantidades, calidades y garantía de abastecimiento de largo plazo sin que Argentina pueda anotarse para aprovechar, salvo en el caso de la soja. No se trata únicamente de oportunidades perdidas, sino de subsistencia, pero parece que para la clase política el 11 de diciembre será no el principio, sino el fin de la historia. El académico sinólogo Gustavo Girado y el economista Carlos Ábalo les pone a disposición, en estos días de veda de campaña, las explicaciones del caso.

Para estos 2 días de veda para las campañas políticas, compartimos con los candidatos que se postularon para ejercer el poder por los próximos 4 años el mail que nos enviara el economista Carlos Ábalo, quien fue entrevistado para la serie “Por qué fracasan los planes económicos en Argentina”: “Creo que se viene definiciones decisivas a partir de la respuesta china a Donald Trump, que va a desencadenar una profundización de la rivalidad y de la crisis, y vamos a ir todavía más rápido a un final desgraciado entre nosotros, y no sé si entre nosotros la elección podrá cambiarlo del todo…”

Las reacciones domésticas ante el agravamiento de las tensiones entre USA y China, materializado en el intercambio de represalias (uno impuso aranceles, el otro devaluó), se centraron en la oportunidad para el proceso electoral argentino, a pocos días de las PASO por la incidencia inmediata en el dólar y las tasas de interés.

Pero la cuestión va mucho más allá de miopes especulaciones domésticas sobre si sale perdiendo Mauricio Macri y ganando “les” Fernández el domingo: todos los pronósticos coinciden en que la economía mundial se seguirá desacelerando, y la Argentina, volátil, en recesión y sobreendeudada, no se encuentra, precisamente, preparada para afrontar los nubarrones que se cierran cada vez más en el horizonte.

O sea que uno de los principales retos del próximo gobierno que asuma en Argentina será barrenar con pericia el tsunami que están formando las 2 principales potencias mundiales para morigerar las consecuencias sobre la abatida economía nacional, que con lo suyo ya tendría para entretenerse.

La newsletter de El Economista publica la foto del día del comercio exterior: “En el 2do trimestre de 2019, el índice de precios de las exportaciones se redujo 10,4% y el índice de cantidades aumentó 19,2%, en ambos casos respecto a igual período del año anterior. Así, el valor de las exportaciones alcanzó US$ 16.566 millones, superior en 6,7% respecto a igual trimestre del año anterior. En otras palabras, las exportaciones están creciendo a un muy buen ritmo, pero los precios no acompañan”, previene. 

“En el 2do trimestre de 2019, el saldo de la balanza comercial fue superavitario en US$ 3.574 millones. Si en ese período se hubiesen registrado los mismos precios que en igual período de 2018, el saldo comercial habría sido superavitario en US$ 4.795 millones”, dijo el INdEC”, agrega. 

Traducido, significa que en las transacciones con el mundo en moneda internacional hoy la mala noticia es que impone producir más ganando menos, lo cual en una política de ingresos inflacionaria como la del país no está tan crudamente expresado

Canasta exportadora

El director de la carrera de posgrado “Especialización en Estudios en China Contemporánea” de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), Gustavo Girado, expuso claramente al periodista Marcelo Zlotogwiazda, en el programa radial “El horno está para bollos”, las implicaciones de la reciente devaluación del yuan: “Trajo como consecuencia que los productos chinos se abaraten, pero más importante que todo esto, y quizá lo menos público, es que hubo una orden del politburó para que las corporaciones del país dejen sin efecto los encargos a Norteamérica de compras de productos alimenticios, los cuales, paradójicamente, conforman la canasta de exportaciones clásica de Argentina, de modo que la situación no sólo nos pega por el lado financiero y económico a Argentina y a todos los mercados de desarrollo, sino también porque ahora USA tiene un excedente exportable de productos que antes iban a China y, como le están buscando un destino alternativo, se terminan convirtiendo en competencia nuestra."

Concretamente, señaló el experto académico, “pretenden desplazar exportaciones de soja de Argentina y Brasil, y también, en simultáneo, China tiene que conseguir proveedores alternativos para esos productos a los cuales se impusieron sanciones”.  

En tal sentido, recuerda que China suele adoptar todo este tipo de medidas cuando previamente abrió algún mercado de un proveedor complementario, tal como ocurrió en 2014 con el sorgo argentino, cuando impuso sanciones al de USA previa apertura al nuestro, y acaba de suceder con la carne de cerdo, porque desde este año permiten que se la exportemos, tras 15 años de negociaciones.

De todas formas, Girado advierte que “salimos perdiendo con estos movimientos porque no disponemos de saldos exportables. Es el caso de la apertura para exportar carne de cerdo, pero como la producción doméstica no es suficiente para autoabastecernos y necesitamos importarla, tampoco tenemos capacidad exportable”.

El intercambio de represalias entre USA y China sorprende a las exportaciones del gigante asiático creciendo 3,3% en julio con relación al mes anterior, como consecuencia de un fuerte incremento de las ventas a Europa y a los países del sudeste asiático. Y, a su vez, las importaciones cayeron 7,3% contra junio. 

De modo que el superávit comercial del mes pasado alcanzó los US$ 45.000 millones mientras que en julio de 2018 había sido US$ 27.400 millones.

En el comercio con USA, en cambio, las ventas chinas declinaron por los conflictos comerciales -6,5% en julio, con una contracción en las compras del 19,1%, con lo cual el superávit de China en el intercambio bilateral que pone nervioso al jefe de la Casa Blanca y le hace subir aranceles se ubicó en US$ 27.970 millones. 

Aunque se las vea ajedrecísticamente como jugadas espejo, sería mucho mayor el margen de movimiento del que dispondría en adelante Donald Trump para avanzar en el terreno de los aranceles. 
Los números de las represalias

Girado le añade números: “A la mitad de todas las compras que hace en China, US$250 mil millones, ya le puso un 25%. Y al resto, cerca de unos US$350 mil millones, le impuso hace 6 días un 10%, que fue lo que motivó, en represalia, la devaluación del yuan. Pero China compra a USA por un poco más de US$100 mil millones, lo que significa que su espacio de acción para represalias equivalentes es más reducido y ya lo tiene todo cubierto por casi 2 años”, sostuvo.

Es clave identificar qué tipo de producto se estaría afectando en cada uno de los casos, ya que por el lado de USA abarca únicamente a los manufacturados, básicamente high tech, o sea a todos aquellos que interesan en el proyecto chino de independencia tecnológica de Occidente, lo que llama Hecho en China 2025, que son unos 11 sectores en los que quiere ser vanguardia. 

En cambio China pegó sobre los productos que tienen origen en el medio oeste norteamericano, básicamente carne de cerdo, pollo biocombustibles, soja especialmente. Y esa subzona es el centro del apoyo político del Presidente Donald Trump.  

“Por lo tanto -pone de relieve el sinólogo- todo mecanismo que haya utilizado como represalia China afectó productos de mucho menos valor agregado que a la inversa han hecho los norteamericanos, debido al mayor impacto político, porque “consiguió que los productores americanos levanten el teléfono y le digan a Donald que por favor corte con esto porque está trayendo consecuencias serias a la economía interna del país”, comparó.  

En el reciente libro de su autoría “¿Cómo hicieron los chinos?”, aborda la versión moderna de la ruta de la seda que encarna el proyecto de Ji Xinping marca el recorrido de las especias que traían desde Oriente, dando a conocer así un mundo, misterioso para Occidente, que era el de los mandarines chinos. 

Actualmente está compuesta por tres rutas terrestres y marítimas que desarrolla dentro de un proyecto de infraestructura global y parte de relaciones estrechas que estuvo tejiendo con los países vecinos. 

Describe: “Van desde el mar de China, en el extremo oriente, y en tren, por rutas reactivadas del ramal ferroviario, ha alcanzado Lisboa, en Portugal, en la punta occidental de Europa. Autopistas, puertos, involucran todo el proyecto. Por el lado marítimo, desde el mar de China pasa por abajo de la India y llega hasta el cuerno de Africa, e inclusive han llegado a establecerse militarmente en puerto de Yibuti ahí en el cuerno africano, cerca de Somalía, en la que seria la primera presencia de las fuerzas armadas chinas fuera de su territorio”.

Explica que el financiamiento se hace a través de un banco que creara a estos efectos, en el cual comprometió con capitales a 53 economías (están casi todas las principales, excepto USA), y todas participan accionariamente. Brasil, México y Argentina, aunque  adhirieron políticamente, no forman parte por no haber hecho los aportes de capitales. 

“Tiene que ver con no enojar a Trump, y, entre otras cosas también, Argentina adhiere sólo nominalmente a la iniciativa, pero no firmó el memorando que el gobierno chino pretende que haga en virtud de que lo considera una adhesión política a un proyecto de voluntades por parte de la República Popular China de cómo se despliega básicamente por el resto del mundo”, sostiene.

Pero la faceta más trascendente del conflicto entre USA y China que habrá que seguir muy de cerca es la llamada guerra digital, ya que “la definición de los patrones del futuro 5G es lo que trae a cuento la actual discusión global en la fijación de estándares (Trump acaba de decir que en esa carrera ´USA debe ganar´)”, subraya el académico, quien llama la atención sobre que “es la primera vez que una economía hegemónica es desafiada”.

Detrás de China, Rusia, Irán y Corea del Norte asumen también un creciente papel en la conflagración tecnológica, lo que junto a las trabas comerciales configuran un galimatías geopolítico del que no está exento el proverbial ombliguismo nacional. 

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