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UNIVERSIDADES

Promedios que preocupan: Públicas, gratuitas... ¿e infinitas?

Son menos de 3 de cada 10 los alumnos que se gradúan a tiempo en las universidades públicas argentinas. Los motivos son diversos, y muchos son difíciles de considerar (sobre todo, en tiempos de crisis) como por ejemplo que muchos trabajan mientras estudian. Pero otros necesitan una firma resolución como los cientos que erogan dinero público como simples "estudiantes crónicos". Y vale remarcar que la mayoría de ellos termina por desertar.


El promedio marca una cifra preocupante: apenas 3 de cada 10 alumnos se gradúa a tiempo en las universidades públicas argentinas. 

Cierto es que en las instituciones privadas, el número no es mucho mejor: allí un 35,6% de los aspirantes egresa en un plazo de entre cinco y seis años. Pero la mayor diferencia radica en que la inversión es justamente, privada.

Entonces, cabe la pregunta incluso entre quienes se colocan a favor de este tipo de instituciones: ¿no debería haber un límite de tiempo para los estudiantes?

Para ello es necesario, en primer lugar, analizar los motivos de estas demoras que, en promedio rondan los 8 años, cuando no pasan la década.

El diario 'El Día' cuyo título principal dedica hoy a los datos de la Univerdidad de La Plata, sostiene que allí la carrera en la que más demora se registra es la de Profesorado de Historia, con 11,5 años. En tanto, en las tradicionales como Medicina y Derecho, egresan entre los 10,1 y 8,7 años, según las estadísticas oficiales. La más rápida es Profesor en diseño multimedial, para la que se tarda unos 2,2 años, promedio.

Los datos, relevados por la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, corresponden al lapso 2017-2018 y son un espejo de lo que también ocurre en UNLP como en otras universidades públicas del interior.

Para la mayoría de los decanos consultados por el mencionado medio platense, la extensión en los plazos es motivo de preocupación en sus facultades, mientras que a la hora de buscar causas que expliquen el fenómeno apuntan principalmente a la crisis económica y a un nuevo modelo de estudiante universitario. 

Sin dudas, en la actualidad son más estudiantes los que deben trabajar para solventarse. Aunque también es cierto que hay quienes disparan contra las condiciones de regularidad más livianas e insisten en la necesidad de reforzar las exigencias para revertir el desfile de "alumnos crónicos", que tardan mucho en recibirse, y la mayoría termina por desertar.

Atacar la prolongación de la permanencia de los alumnos implica "trabajar fuertemente en tres variables: ingreso, retención y egreso", sostiene el decano de la facultad de Ingeniería, Horacio Frene, y reconoce la importancia de vincular la Universidad con el nivel medio: "El alumno mal formado tarda dos o tres años en nivelarse". Destaca Frene que gracias a la artículación entre docentes de Ingeniería y profesores secundarios de matemáticas se logró mejorar la enseñanza en los colegios, y eso redundó en reducir los plazos de duración de las carreras, que no obstante promedian los 8 años.

Los tiempos se alargan en Ingeniería Industrial, Electrónica y Aeronáutica, con mayor cantidad de alumnos. Para Frene, es una cuestión de sentido común que se explica en que "las cursadas más numerosas generan mayor dispersión, mayor probabilidad de desaprobados". En cambio, "las menos numerosas posibilitan una mejor relación entre docentes y alumnos, por lo que generalmente los estudiantes logran achicar los plazos de graduación".

Para la decana de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Ana Julia Ramírez, existen múltiples variables que explican la brecha entre los plazos que establece un plan de estudios y lo que finalmente tardan los alumnos en graduarse. Entre otras, enumera "los tiempos de preparación de los exámenes, la reprobación de materias, los -cada vez más- estudiantes que trabajan o son padres y madres, cuya disposición al estudio debe ser compartida con otras responsabilidades y eso alarga las carreras".

El decano de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Miguel Oscar Berri, apunta a la coyuntura económica: "Una cosa es el que trabaja para mantener a su familia y además estudia y otra el que sólo estudia".

La decana de la facultad de Informática, Patricia Pesado, desliza que todo depende "de la disponibilidad de cada alumno para dedicarse full time a la carrera" y que "es muy común que nuestros estudiantes comiencen a trabajar antes de recibirse. Las carreras vinculadas a la disciplina informática cuentan con una amplia salida laboral". Agrega Pesado que "en general, la industria requiere más informáticos que los que egresan, con lo cual, suele suceder que en los últimos años de la carrera comiencen a trabajar en la disciplina y retrasen sus estudios. Así mismo, es importante destacar que las empresas de software consideran valiosa la graduación de sus empleados y colaboran en este sentido".

En la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, donde la duración nominal de sus carreras es de 5 años y se estiró hasta los 11, la cuestión también disparó alarmas. Para su decano, Ricardo Andreu, el principal motivo puede deberse a la incorporación de un trabajo final en la última modificación al plan de estudios: "Los chicos terminan de cursar, se van y no entregan el trabajo final, con lo que la carrera se estira sin motivo". Por eso es que ya se cranea un cambio al currículo.

La vicedecana de la unidad académica, Sandra Sharry, agrega los factores socioeconómicos: "De acuerdo a nuestros sondeos, más estudiantes tienen que trabajar, por lo que el ritmo de las cursadas es más lento y se atrasan". Esos casos, señala, exceden lo académico: "Es como elegir tu propia aventura; no podemos intervenir demasiado si el estudiante acarrea problemas económicos, sociales o familiares". Hay, sin embargo, otras variables a corregir, como lo es el desfasaje entre los saberes del secundario y la Universidad, que también traccionarían en el retraso de la carrera: "A través de diversos programas de acompañamiento no enfocamos en esa transición, pero también en la permanencia y en el egreso".

Ramírez se detiene en otro punto. "Hay casos en que los y las estudiantes interrumpen sus trayectorias y retoman sus estudios muchos años después. Este tipo de casos son mucho más habituales de lo que comúnmente se cree y, en su mayoría, son los que suben los años promedios de egreso".

En la facultad de Ciencias Médicas hay quienes son especialmente críticos con las condiciones que deben respetar los alumnos para mantener su regularidad, las cuales dependen de cada facultad. Por caso, quienes componen la mayoría del claustro de profesores en el Consejo Directivo cuestionan la decisión de reincorporar a la carrera a alumnos independientemente del tiempo que haya transcurrido sin que aprueben ninguna materia y sin necesidad de actualizar sus conocimientos: "Antes, quienes hacía 5 años o más que no habían aprobado alguna asignatura debían pasar por los departamentos para actualizar los conocimientos y después aprobarlos en un examen. La bibliografía dice que en Medicina cada dos años se pierde la vigencia del 50% de los conocimientos", advierte un exfuncionario de la facultad de 120 y 60, que también defiende los exámenes de ingreso para mejorar el nivel académico y acortar la duración de la carrera. Las estadísticas demuestran que con los límites a la admisibilidad se lograron reducir los plazos de graduación a poco más de 7 años, contra los más de 10 actuales.

El excedente en el tiempo de egreso no es un fenómeno nuevo, en efecto, afirman que es un fenómeno que viene "de arrastre", más precisamente, desde la gran crisis de 2001.

Demasiados años como para no actuar en consecuencia...

"A veces siento que se agotan las estrategias", concluyó Frene.

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