OPINIÓN

DÍA DEL TRABAJADOR (2)

01/05: Enorme problema para la reelección de Macri

De los 12.978.501 habitantes activos del país, casi un tercio, o sea, 4 millones, presiona sobre el mercado laboral en busca de trabajo. Sea porque no lo tienen, por estar ocupados en parte, porque necesitan reforzar ingresos o porque quieren cambiar por algo mejor. Es dato oficial del INDEC correspondiente a fin de año. Así se arriba estadísticamente al paro de hoy y a continuación a la conmemoración del 1 de Mayo. Desde la calle, la preocupación por el déficit laboral de estos días se potencia cuando se la pone en perspectiva: “Es cada vez más difícil poder acceder a un empleo”, afirma el 92% de los recientemente encuestados por la red internacional especializada Adecco Argentina. Una prueba de lo incierto que se ve el futuro es que el 45% se considera abierto a analizar irse del país, contra un 40% que no. Penurias económicas, insatisfacción laboral, falta de horizonte constituyen los disparadores, sobre todo en los últimos 2 años, de que haya ganado espacio la alternativa de emigrar. La aguda crisis de Venezuela, que acumula más de 3 millones de una desolada clase media “deportada”, debería ser un toque de atención que trascienda a cualquier grieta electoralista. Debajo de nuestra corteza ya quedaron 5 millones de niños y adolescentes subyacen en una doble pobreza (según el último reporte de la UCA): la económica y la inclusiva. Difícilmente logren acceder a la educación y los trabajos que les permitan integrar la fuerza laboral futura sin la mano visible del Estado.

"Estabilizar el dólar no es la clave papra todos sino para algunos. En días cuando la pérdida de poder adquisitivo es tan intensa y hay temor a quedar desempleado y no volver a encontrar ingresos, la cuestión del dólar estable tiene una importancia accesoria. Es evidente que políticos y periodistas no sólo van poco al supermercado sino que habitan una Argentina diferente".
Sociólogo que pidió no ser identificado.


Ni paro de la CGT de Hugo Moyano, ni Día Internacional del Trabajo: para 9 de cada 10 de los 3275 encuestados por Adecco Argentina “es cada vez más difícil poder acceder a un empleo” y, por lo tanto, plegarse a los ceses de actividades, sea por protesta o por feriado.

Los indicadores macroeconómicos que tanto cautivan a la dirigencia de escritorios también aportan su propia versión en estas jornadas de luto laboral: el PIB del primer bimestre del año, que está previsto ser anunciado hoy, arroja más del 5% de caída, la cual, lejos de ser un tropezón estadístico, es la número 11 consecutiva.

La economía que regula el gobierno nacional, la cual de algún modo viene siendo plebiscitada en la tanda de comicios provinciales iniciada en verano, no ha sido capaz de dar respuesta ni siquiera esperanzas a la crítica situación laboral que aflige a cada vez más cantidad de gente en condiciones de trabajar.  

Tal es así que más de la mitad de los encuestados por Adecco se manifiesta insegura y casi un 45% admite que considera emigrar, un incipiente rumbo que apunta al que han tomado ya más de 3 millones de venezolanos para escapar de la miseria, la inflación, el desabastecimiento y el desempleo, pero sobre todo a la cerrazón de horizontes. 

Por estos lares, la curva de la desocupación, que coquetea con el 10% (el último registro del año pasado es 9,1%), revela una parte del aumento de la pobreza hasta abarcar un tercio de la población, la que explica, al mismo tiempo, la brecha que se ha ido abriendo en la educación en cuanto a la provisión de talentos que respondan a los desafíos de la transformación tecnológica.

El déficit cuantitativo de recursos humanos formados para integrar en la modernidad global paradójicamente este proceso de achicamiento de la economía lo revierte en superávit por falta de trabajo y obliga a muchos de los que juntaron capital y conocimiento a pensar en irse.

Pero, si se observa estructuralmente la cantera, a través del reciente informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) e Infancia en Deuda, la pobreza margina a casi 5 millones de niños, niñas y adolescentes (41,2%), condenados a ser "doblemente pobres",  porque viven en hogares que no llegan a cubrir la canasta básica y, por lo tanto, alejados de derechos fundamentales, como el de acceder a una educación que les dé la oportunidad de salir de esa condición.

Entre 2017 y 2018, 600 mil chicos de entre 0 y 17 años cayeron por debajo de la línea de la pobreza por ingresos, pero a la vez padecen déficit de alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información o estimulación temprana/educación, según consta en el estudio "Pobreza, derechos e infancias en la Argentina (2010-2018).

La coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA y coautora del informe, Ianina Tuñón, lo atribuyó básicamente a la pobreza monetaria, que en los 2 últimos años “tuvo un incremento relevante".

Tijeretazos al gasto hogareño

Coincidentemente, la recesión instalada en la economía se ensañó, asimismo, con el consumo interno y por ende creó una ascendente inestabilidad laboral, que primero adoptó la forma de vacaciones anticipadas, suspensiones, jubilaciones forzosas, programas de achicamiento productivo, despidos y cierres de plantas y comercios.

Más de 7 millones de personas se llevan relevados con problemas de empleo, lo que explica que el 92% de los encuestados por Adecco Argentina con motivo de la conmemoración del Día del Trabajador, el 01/05, hayan calificado de “difícil” el contexto para buscar trabajo.

Lejos de creerle a la Casa Rosada de que esta vez sí se tocó fondo y comienza un ciclo de recuperación, el 55% de los consultados afirmó sentirse inseguro, casi un 20% incómodo y un 17% expectante contra 5% que se mostró satisfecho.  

Inclusive el 75% de los que trabajan se manifestaron disconformes (no es lo que soñaron, subrayan) y más de la mitad lo consideraron, en todo caso, medianamente relevante o momentáneo, aunque el 42% admitió que es importante tenerlo.

De todos modos, la volatilidad económica, más allá de la cambiaria, que se vive en el día a día no deja sacar la cabeza de abajo del agua. 

La gran mayoría, el 93,3%, declaró haber cortado gastos mensual para afrontar las exigencias del costo de vida que excedieron la capacidad de los ingresos, al haber sido los incrementos en los sueldos menores a la inflación. 

Por ejemplo, en la tercera parte de las respuestas se puso de relieve la dimensión que cobraron los alquileres en el presupuesto familiar, y que en algunos casos ya superan la mitad de lo que ganan, lo cual motivó muchas interrupciones de los contratos antes de expirar el plazo. 

Para un 30%, la comida se lleva la mayor parte del sueldo, un 17% afirma que los hijos son la mayor fuente de demanda, un 16% cruzó la línea de la supervivencia y logra ahorrar y queda apenas un 4% que confiesa haber zafado y puede viajar.

En la encuesta se refleja, como si se tratara de un espejo, el comportamiento registrado en los indicadores de consumo: la mitad lo disminuyó, el 17% lo mantuvo y el 32% lo aumentó. 

La forma declarada de hacerlo trasunta racionalidad debido a que el 60% se mueve con la convicción de que ya no puede darse los mismos gustos que antes, sólo el 11% dice que va al cine, 13% que sale de vacaciones, 17% que ahorra y 23% que va a comer afuera.

En cuanto a hábitos, la mitad se remite a comprar lo que necesita diariamente, 43,5% compara precios y 5,6% continúa como si nada hubiera sucedido.

En definitiva, un contundente 96% señaló que el salario ya no rinde como hace algunos años, contra un 5,6% que aseguró manejarse como siempre.

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